4-F de 1992: día de rebelión y dignidad ante la atropello del puntofijismo

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4-F

El mandato de Carlos Andrés Pérez (CAP) fue de los más convulsos que se registraron en todo el bipartidismo (1958-1993). Entre 1989 y 1993 se dieron diversos y episodios que dejaron profundas cicatrices en la colectividad y que llevaron a la insurrección del 4-F.

 

Un paquetazo neoliberal que dejó a los pobres más pobres aún y arropando a cada vez más contingentes de venezolanos fue defendido por CAP a ultranza. El Caracazo de 1989 dejó miles de muertos y desaparecidos pero no acabó con las protestas sociales que eran el pan de cada día. La oposición hoy en día habla de dictadura, pero como que no recuerdan cómo era vivir en aquellos años. La prensa de aquel entonces lo revela.

 

 

El gobernador de Caracas, Antonio Ledezma, se la pasaba reprimiendo a los estudiantes que exigían derechos. Algunos eran asesinados por funcionarios de la (afortunadamente) extinta Policía Metropolitana con escopetas que disparaban metras.

 

Otros eran asesinados frente a las puertas de la Universidad Central de Venezuela, como el caso de la presidenta del Centro de Estudiantes de Trabajo Social, Belinda Alvarez.

 

Situación similar sucedía con los adultos mayores, quienes eran golpeados y encarcelados por exigir el pago de sus pensiones. Uno de los episodios más recordados ocurrió el 3 de febrero frente al Palacio de Miraflores, justo un día antes de la insurrección militar del Comandante Hugo Chávez.

 

Durante su gobierno fueron asesinados en las puertas de la UCV,  la principal universidad venezolana, estudiantes como Belinda Alvárez, presidenta del Centro de Estudiantes de Trabajo Social, y periodistas como Verónica Tessari, reportera de un canal de televisiòn internacional.

 

 

 

Había mucha represión en los barrios del país. La policía realizaba incursiones de día y de noche, asesinaba y detenía a jóvenes solo por ser pobres, que para los dirigentes políticos en el poder era lo mismo que criminales.

 

Los indocumentados colombianos y haitianos eran perseguidos, sobre todo estos últimos; había una política de cero tolerancia que incluso llegaba al punto de separar familias enteras. Padres y madres eran aprehendidos en la calle o en donde residían grupos familiares y los trasladaban a la Base Aérea de Aragua, donde eran embarcados en aviones militares de transporte y enviados apenas con la ropa que llevaban puesta a la nación caribeña. Muchos niños quedaron abandonados a su suerte mientras sus padres eran deportados. Imaginen el dolor vivido por estos seres humanos.

 

 

Estas son solo algunas historias, la punta del iceberg, la superficie apenas removida de una gigantesca cordillera de dramas, sufrimientos, penas, miserias y crímenes que se cometieron durante la Cuarta República. Por eso no extraña que un soñador como Chávez elevara su voz junto a sus compañeros y dieran una estocada fatal al proceso de la democracia representativa que empezó mal, con una grave traición al pueblo y a su esperanza de una mejor Venezuela luego de salir de la dictadura de Pérez Jiménez.

 

Ahora, a 26 años de aquella reacción acompañada de rebelión y cuestionamientos, Venezuela es otra. Siguen existiendo muchos problemas y la situación actual es complicada, muy dura para ciertos sectores de la población. Pero jamás podría ser igualable a lo que ocurría en aquella época, donde la corrupción, el neoliberalismo, la indolencia, el racismo, el clasismo, y el cinismo eran los antivalores propios que definían el accionar de quienes gobernaban Venezuela.

 

Juha Arellano / Ciudad VLC

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