El diálogo significativo entre artistas nos convoca hoy a la lectura de la pertinente reedición de “Reverón, Voces y Demonios” (2012) de Juan Calzadilla por Monte Ávila Editores Latinoamericana. Constituye una interesantísima propuesta contrabiográfica de nuestro Armando Reverón, distante del despropósito erudito, las infidencias fuera de lugar y la beatificación romántica. Un poeta y artista plástico celebra a otro de los grandes de Venezuela.

Reedición de la obra contra-biográfica sobre Armando Reverón de Juan Calzadilla

LEE EL LIBRO «REVERÓN Y LOS PSIQUIATRAS» COMPILADO POR JUAN CALZADILLA

Simulando el Anecdotario, Calzadilla nos presenta un transparente ejercicio de la glosa transgenérica que desmonta la posibilidad de un discurso autorizado y alienante que nos arrebate al Reverón de carne y hueso. Eludiendo la falsa modestia y el afán por la posteridad, el biógrafo procura establecer una conversación franca con la profunda humanidad del biografiado.

Caricatura de Juan Calzadilla por Yilly Arana

A Dios gracias, el lector no se estrellará contra especulaciones psicocríticas presuntuosas que expliquen la vida y obra de Reverón, ni mucho menos se  hallará a merced de un catálogo infame y pecuniario que esterilice cuadros como “La Cueva”, “El playón” y “Desnudo acostado”, hitos plásticos que aún excitan el ojo y la memoria salvajes. Por el contrario, se sentirá acompañado en el contentamiento que apareja el Carnaval del Trópico: Juanita, la ficha de dominó encapuchada, protagoniza un baile enamorado con Armando, su torero de luz.

La simplicidad e inmediatez de esta contrapropuesta biográfica, trae consigo la complejidad de su espíritu reticular: No sólo se suma a la Legión de Voces que reivindica a Reverón estética y amorosamente, sino que también involucra el jolgorio de diversos géneros literarios que se funden en su corpus diáfano.

Armando Reverón es una referencia imprescindible del arte venezolano contemporáneo

Tenemos, además del texto biográfico como tal, la crónica, el ensayo e incluso el aforismo que contiene la esencia de su pensamiento que excede el ámbito plástico: “Ya ese blanco tendido sobre el lienzo es pintura. Tú y yo somos lienzo. Tú, la cosa pintada. Yo también”.

La cronología comentada es un magnífico motivo para poner patas arriba el discurso biográfico convencional: No es un apéndice sino, por el contrario, la puerta trasera que facilita el acceso a una lectura lúdica del corpus vital, esquizoide, lírico y plástico de Armando Reverón. El dato histórico se enriquece a la luz del microrrelato y el discurso argumentativo, sin que la mixtura del ajiaco pierda su sazón caribeño.

No se trata, pues, de exaltar al egregio ni a la leyenda urbana, sino de hacerlo más accesible al gran público, esa masa menospreciada por una lamentable crítica especializada. Hasta tal punto llega el desafuero, que Calzadilla prescinde del formato de la Bibliografía Consultada para reseñar las fuentes documentales y orales al pie del testimonio mismo. Esto apunta a un acercamiento más entrañable entre los escritores y artistas, los testigos y los lectores que conversan con Reverón, Juanita y Pancho en el Castillete físico [por restaurar aún], cinematográfico y de papel.

El artista Armando Reverón vivió en Valencia su pre-adolescencia

Otra de las fortalezas de esta contrabiografía, reside en la exploración e importancia de la época valenciana de Armando Reverón: la infancia y pre-adolescencia en el seno de la segunda familia, los Rodríguez Zocca. Una serie de eventos trágicos y peripatéticos como el contagio de la fiebre tifoidea, las primeras imágenes terroristas asociadas con la muerte, los desencuentros con el conservadurismo del medio y la muerte de su hermana Josefina, conformarían su propensión al discurso y los arrebatos esquizoides.

Teniendo como fuentes al psiquiatra Báez Finol y a Ernesto Jérez Valero, la glosa adquiere la vestimenta del texto narrativo de iniciación. Además, nos incita a un ejercicio de investigación que podría deparar inquietantes hipótesis. Valencia de San Desiderio o de San Simeón el estilita, es un peculiar enclave del exilio, el confinamiento corporal penitenciario y psiquiátrico, e incluso locación de paso no sólo de artistas de la palabra como José Manuel Briceño Guerrero o Mariño Palacio, sino también de villanos, politicastros y ánimas en pena.

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Esta contrabiografía se anota otro tanto a favor: su contundencia conceptual se manifiesta en el “ready made” u objeto mágico que copia la índole caprichosa y la ingeniosa belleza del mobiliario y el instrumental reveroniano, amén de la emocionante construcción del libreto a fuer de cuadros conmovedores y minimalistas. He aquí el celo cuidadoso y tierno del curador amigo, quien junto a Mateo Manaure nos “maleducó” el ojo en esa peculiar curaduría dedicada a Emilio Boggio en Caracas hace tiempo, un laberinto futurista y oscuro donde se sostenían hermosos cuadros impresionistas desafiando la gravedad.

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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