BARCA DE PAPEL (10): FÚTBOL Y LITERATURA [3]

Barca de Papel (10): Fútbol y Literatura [3] se refiere a una glosa del libro “El Fútbol a sol y sombra” (1995) de Eduardo Galeano. JCDN.

Portada del libro publicado por la editorial Siglo XXI

     Resulta muy placentero, tanto para el aficionado futbolero como para el lector compulsivo, ojear este muy simpático y diáfano libro del uruguayo Eduardo Galeano. No sólo se filtra un amor incondicional por el fútbol sino, en especial, su aversión por los negocios sórdidos hechos a la vera del deporte. La FIFA es una corporación malsana con más miembros y menos escrúpulos que la ONU: Posee un control cuasi monárquico del fútbol al extremo de desconocer la soberanía y la legislación de los países miembros. Es del conocimiento universal los manejos turbios de esta organización en lo que toca a los derechos de televisión, el padrón electorero y la concesión nada santa de las sedes de los Mundiales. Joseph Blatter, no sólo fue un discípulo bien amado y aventajado de Havelange, sino el hijo pródigo en dólares que lo superó ampliamente. El escandalazo FIFA, por ejemplo, no sólo cortó la cabeza de Esquivel en Venezuela, sino que afectó el desempeño de la vino tinto en las eliminatorias para el Mundial Rusia 2018.

El Fútbol a sol y sombra de Galeano tiene dos líneas básicas de indagación escritural: La configuración crítica y poética de la terminología futbolística [el hincha, el jugador, el arquero, el gol, el negocio, el DT], además de la crónica suculenta de los mundiales de fútbol sin extraviar el contexto histórico.

LEE ESTA BREVE CRÓNICA SOBRE ESTE LIBRO DE GALEANO

El glosario o diccionario diabólico relativo al balompié, al igual que el del cínico Bierce, está tocado por un ejercicio del humor políticamente incorrecto, complejo y diverso: la ironía, el sarcasmo, la impostura y la caricatura. En el texto “El mejor negocio del planeta”, el afilado ensayista del Decir que es Galeano se vale del aforismo comentado para arremeter contra el negrero uso capitalista del esclavo asalariado futbolístico: “Al sur del mundo, éste es el itinerario del jugador con buenas piernas y buena suerte: de su pueblo pasa a una ciudad del interior; de la ciudad del interior pasa a un club chico de la capital del país; en la capital, el club chico no tiene más remedio que venderlo a un club grande; el club grande, asfixiado por las deudas, lo vende a otro club más grande de un país más grande; y finalmente el jugador corona su carrera en Europa”. Por vía de la gacetilla deportiva, nuestro autor cuestiona a la ficha [o contrato de trabajo] como letra de cambio que explota tanto al ídolo deportivo como a los espectadores y beneficia a las empresas transnacionales que pagan por el espectáculo y su promoción publicitaria, un circo romano revisitado.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano

“El gol” revela no sólo la gran gracia inquisitiva y crítica de la voz ensayística, sino también la denuncia a la mezquindad de los esquemas tácticos que amputan el aura lúdica del fútbol: “El gol es el orgasmo del fútbol. Como el orgasmo, el gol es cada vez menos frecuente en la vida moderna”. Se nos ocurre que la terminología futbolera y salerosa de Galeano, integra un mapa travieso y juguetón para leer entre líneas los principios de este apasionante deporte amén de su devenir histórico. El libro funcionaría como un hipertexto, esto es por vía de un discurso pleno de vivaces referencias cruzadas. Por ejemplo, “El ídolo” sería referente teórico-vivencial [y no teorético] para una aproximación humanística y solidaria de las biografías de futbolistas como Garrincha [“¿Un ganador? Un perdedor con buena suerte. Y la buena suerte no dura. Bien dicen en Brasil que si la mierda tuviera valor, los pobres nacerían sin culo. // Garrincha murió de su muerte: pobre, borracho y solo”) y Maradona [ambos en tanto malos ejemplos del star system] o del políticamente correcto Pelé y sus contratos publicitarios.

Las crónicas sobre la mayoría de los Mundiales, o sus torneos más emblemáticos, despiden un aroma épico harto enternecedor. Ello al punto de no querer contener sus gustos futbolísticos rayanos en la más impenitente parcialidad: Resulta conmovedora la que se refiere al Maracanazo y a su humano muy humano héroe, el negro Obdulio Varela: “Pasó esa noche bebiendo cerveza, de bar en bar, abrazado a los vencidos, en los mostradores de Río de Janeiro. Los brasileños lloraban. Nadie lo reconoció. Al día siguiente, huyó del gentío que lo esperaba en el aeropuerto de Montevideo, donde su nombre brillaba en un enorme letrero luminoso. En medio de la euforia, se escabulló disfrazado de Humphrey Bogart, con un sombrero metido hasta la nariz y un impermeable de solapas levantadas”. Nada que ver con la ruidosa rueda de prensa que concedió el portugués Cristiano Ronaldo, cuando aseguró un contrato multimillonario con la Juventus de Turín.

El humor vive a expensas de lo deportivo, pues la crónica futbolística se convierte en crítica política desternillante. Se cuela la mordacidad aguda y socialista del ensayista de “Las venas abiertas de América Latina”. En los textos que reseñan los campeonatos mundiales de 1962 en adelante, Eduardo Galeano repite ad infinitum las vanas esperanzas de los sectores anticastristas por vía de la simulación de su desvencijado y reaccionario discurso: “Fuentes bien informadas de Miami anunciaban la inminente caída de Fidel Castro, que iba a desplomarse en cuestión de horas”. Tampoco deja de aparecer el Galeano militante, moléstese quien se moleste [claro está].

Galeano echándole ojo a su libro futbolero

Recientemente, este cronista compulsivo y servidor de la gente de buena voluntad que va a pie, cacharro propio o en autobús, escribió 18 columnas de opinión futbolera sobre el Mundial de Rusia 2018 para el diario Ciudad Valencia. Desconociendo hasta ahora si la empresa salió con bien, les puedo confesar lo que me movió a tal despropósito por partida doble: 1) las elegantes crónicas futbolísticas de Vargas Llosa sobre el torneo de España 1982, reveladoras de calidad técnica, egotismo y aire nobiliario; y, en especial, 2) este magnífico y desquiciante libro de Galeano, placentero y a veces incómodo como una papa caliente en el velo del paladar.

Valga pues confrontar los reportajes de uno y otro, para que cada quien dilucide con quién se queda y al punto integrarlo en la selección de escritores futboleros de nuestra América. Les adelantamos la nuestra, bajo el osado y muy ofensivo esquema 4-2-4: Portero, Augusto Roa Bastos [El crack]; defensas, Laura Antillano [Gol de contra-ataque para defensa vulnerable], Silvia Lago [Recibir al campeón], Liliana Heker [La música de los domingos] y Horacio Quiroga [Juan Polti, half-back]; mediocampistas, Rafael Victorino Muñoz [Arrivederci, Milan] y Mempo Giardinelli [Tito nunca más]; delanteros, sin duda alguna cuatro números 10 como el Brasil de México 70, Roberto Bolaño [Buba], Edilberto Coutinho [el volumen completo de Maracaná, adiós], Pancho Massiani [El llanero solitario tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientes] y Carlos Drummond de Andrade [el poema Aos Atletas]. El DT sería, por supuesto, Eduardo Galeano, mientras que sus asistentes técnicos serían Jorge Valdano y, por qué no, un provocador como Jorge Luis Borges. ¿Qué esperan los lectores y escritores para proponer la suya?

LEE LA SEGUNDA ENTREGA DE ESTA SERIE SOBRE «MARACANÁ ADIÓS» DE EDILBERTO COUTINHO

 

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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