BIOGRAFÍAS PARALELAS (1): KUBRICK/SCOTT

Biografías Paralelas (1): Kubrick/Scott establece los vasos que comunican a ambos cineastas. JCDN.

Esta nueva serie biográfica de Ciudad Valencia, se inicia con la yunta de los cineastas norteamericanos Stanley Kubrick y Ridley Scott. Quizás este formato lo inspire un clásico de la literatura universal, Vidas Paralelas del historiador romano Plutarco.

Nos mueve, más que el paralelismo histórico y artístico, encontrar la relación simbiótica entre el río y sus afluentes. Esto es la angustia de las influencias según Harold Bloom.

En este caso, Kubrick es el antecedente o fluencia de Scott. La cosa viene a la crónica, dadas las preocupaciones temáticas y concepciones cinematográficas de cada quien. El primero forma parte de la pléyade notable del cine mundial. Mientras que el segundo se nos antoja un experimentado artesano que no disgusta al espectador.

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Películas de los colegas 

Barry Lyndon –adaptación de la novela homónima de Tackeray- incursiona en el género de héroes caballerescos de espada.

Veamos algunas de las películas de ambos colegas, connacionales y, si se quiere, coetáneos.Barry Lyndon –adaptación de la novela homónima de Tackeray- incursiona en el género de héroes caballerescos de espada, duelos y peripatéticas aventuras: Sólo que Kubrick construye un anti-héroe pícaro y arribista de las cortes europeas, eso sí, sin perder de vista el contexto histórico de una aristocracia en decadencia. Nos sorprendió en su momento la magnífica actuación de Ryan O’Neall.

Los duelistas de Scott es una recreación fílmica del relato de nuestro muy estimado Joseph Conrad.

Los duelistas.

La rivalidad entre sus dos protagonistas, henchidos del egotismo típico del paladín, incendia la pantalla, lo cual libra muy bien al director que apuntala su condición de lector, autor y artesano.

Destaca Harvey Keitel en un rol acostumbrado y diverso en el tiempo: del pandillero de Malas Calles de Scorsese al espadachín castrense, eximio y atribulado.

Epopeya de clases

Espartaco.

En Espartaco, con libreto del políticamente incorrecto Dalton Trumbo, Kubrick desarrolla una epopeya de clases –aliñada de marxismo sublimado- entre el esclavo rebelde (Kirk Douglas) y el funcionario militar romano (Lawrence Olivier), lo cual trastoca el efectismo cinemascope y circense de filmes como Los diez mandamientos de De Mille y Ben Hur de Wyler.

Incluso la relación amorosa entre Espartaco y Lydia está tocada por el Amor Loco y la conciencia de clase.

Gladiador, en cambio, prescinde de la índole insomne de las relaciones de Poder esclavista, ello en favor del espectáculo olímpico y mortal del Circo romano con sus Césares, gladiadores, cristianos chamuscados y Senadores mal encontrados y encarados.

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El héroe, Máximo (Russell Crowe), se convierte en una maquinaria cautiva de violencia y venganza. La insurrección contra Cómodo al final (Javier Phoenix) queda al margen de la epopeya hollywoodense mezclada con estilo sundance. Scott es arquitecto de una Roma asimilable a la Estrella de la Muerte de Star Wars.

El Resplandor resulta una extraordinaria adaptación de la novela homónima de Stephen King. Es una clase magistral del montaje y la atmósfera cinematográficos. No en balde el laberíntico Hotel que Jack Torrance (su tocayo Nicholson) y su familia cuidan en el crudo invierno, teniendo a Béla Bartok como telón de fondo musical, el filme está presidido por un clima claustrofóbico intenso y sin par. Stanley Kubrick se las trajo con el terror que va de lo fantasmagórico a lo psicopatológico.

Otras películas

Alien I, no obstante su tipología de Ciencia Ficción, nos pareció una película de terror. Lo que Kubrick desarrolla en amplios espacios, Scott lo hace en la estrechez de la nave espacial “Nostromo” (en alusión cómplice del Conrad de Valencia-Sulaco).

El monstruo que sale de la barriga de uno de los tripulantes (William Hurt), pese a su abyecto aspecto, no supera en el miedo inducido a las gemelas de la película de Kubrick, quien se las quitó prestadas a la fotógrafa Diane Arbus.

Odisea Espacial 2001, aderezada por los Strauss de “Así hablaba Zaratustra” y los valses vieneses, sacude a los espectadores como configuración cosmogónica de la Humanidad por venir.

El hombre primitivo y el astronauta sobrenaturales, se enfrentan no sólo a su entorno sino a su esquivo y accidentado devenir histórico. La computadora Hal 9000 no significa más que una herramienta tecnológica, de la cual (ab)usan unos hombres para explotar a otros en su mayoría. Su desconexión o muerte nos remite a la incertidumbre de un nuevo sujeto místico y actuante por alumbrarse.

Blade Runner, lo confesamos, es una de nuestras películas de culto. Su ambientación sucia y caótica contrasta con la asepsia de los filmes de Ciencia Ficción.

Se nos presenta como un cuento cyber punk de hadas, en el que los replicantes –perseguidos y aniqilados por Decker (Harrison Ford), excepto una por amor- recobran no sólo la libertad sino su humanidad anarquista y paradójicamente dulce.

La música de este título, coloca a su autor Vangelis a la par de compositores fílmicos como Maurice Jarre y Bernard Hermann.

Nacido para matar de Kubrick.

Como colofón de esta columna que nos ha divertido mucho, tenemos Nacido para matar de Kubrick y La caída del halcón negro de Scott.

La primera película confirma la maestría de su director: Es una de las mejores que trata el tema de Vietnam, junto a Apocalipsis Now de Coppola.

El mito de la invencibilidad de las tropas norteamericanas, cuyo antecedente se lo propinó Sandino, involucra todo el intervalo del libreto: Desde la formación alienante y pro-homicida del cuartel de marines, hasta su aplicación psicótica y psicodélica en el propio teatro de operaciones.

La caída del halcón negro.

Por el contrario, La caída del halcón negro, a pesar de sus logros técnicos y cinematográficos, no pasa de ser una manifestación fallida y edulcorada de la propaganda imperialista norteamericana.

La nobleza del marine arquetípico, como ente sufriente, contrasta con el salvajismo de las patotas somalíes. Nunca se equiparará con esa pieza clásica del cine anti-bélico, Paths of Glory (Patrulla infernal, ¿a quién se le ocurrió esta traducción traidora?) del mismísimo Kubrick.

Esperemos que esta crónica les permita revisitar los universos cinematográficos de estos dos cineastas norteamericanos.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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