BIOGRAFÍAS PORTÁTILES (39): TEODORO LÁSCARIS

Teodoro Láscaris Comneno (Zaragoza, España, 1921-Valencia la de Venezuela, 2006) fue uno de nuestros ciudadanos universales más simpáticos. Doctor en Derecho, filósofo, ensayista y docente universitario, Láscaris impartió verdadera cátedra amable de Filosofía en nuestra Universidad de Carabobo [de donde se jubiló].

Antes había ejercido la docencia en universidades españolas, norteamericanas y colombianas. En nuestro país publicó, entre otros títulos de ensayo, “Introducción al filosofar y filosofía griega” (Universidad de Carabobo, 1975), “Filosofía de la educación venezolana” (Universidad de Carabobo, 1989) y “Caracterología y política en Baltasar Gracián” (Centro de Estudios Literarios “Manuel Jesús Meléndez”, Carora, 2007).

Biografías Portátiles 39/CiudadVLC
Teodoro IX Láscaris Comneno (1921-2006) Biografías Portátiles 39

Para nuestro profesor, “La Filosofía es EL CONOCIMIENTO QUE LA RAZÓN HUMANA RECLAMA DE MODO INMEDIATO Y NATURAL”, lo cual desdice la arrogancia academicista y la sumisión a un discurso acomodaticio a las modas intelectuales y los poderes fácticos del momento. El conocimiento es vivencia trascendental y transparente del SER en el DECIR y el SABER.

Heredero de la corona de Grecia

Heredero de la corona de Grecia por rama bizantina, el principado de Teodoro Láscaris en el destierro se caracterizó, paradójicamente, por una silenciosa pero maravillosa humildad. Vivió mucho tiempo en las Residencias Los Sauces, Avenida Bolívar Norte de Valencia, luego en otro edificio en la Urbanización Los Mangos, como cualquier parroquiano más.

Más de una vez nos lo topábamos en el desaparecido Kiosco “Hawai”, donde diariamente adquiría decenas de diarios y revistas de aquí y de allá. Junto con Alexis Díaz lo visitamos una vez en su modesto y muy personal apartamento de Los Sauces, pletórico de libros e íconos bizantinos que nos guiñaban el ojo en inédita complicidad. Era un ameno conversador ajeno a poses nobiliarias y tecnocráticas.

Para Láscaris Comneno, parafraseando por partida doble al poeta Antonio Machado, “el camino se hace al andar y el pensamiento cuanto más profundo se dice claro, escueto, sencillo, preciso, como estableció Descartes, y ya había demostrado el padre de la Filosofía el divino Sócrates”. Sin duda, tenemos un príncipe ciudadano y militante de una filosofía que empalma con una poderosa Poética del Decir.

Nada qué ver con las osadías suicidas y tenebrosas de filósofos tiesos, deformadas luego por la máquina propagandista del Estado hipertrofiado y apuntalado por gestores políticos de medio pelo.

Acostumbraba caminar en el Parque “Negra Hipólita”, ya jubilado de la UC, todas las tardes, pues andar en circuito formaba parte de su rehabilitación de una operación del corazón. Bajito en lo físico pero gigante en lo personal, lo escoltábamos como amigos para conversar y atar el cielo y la tierra sin resentimientos coyunturales ni pataletas históricas.

Un curioso aristócrata

Era un curioso aristócrata, pues se burlaba de los conservadores a los que etiquetaba con sumo tino de “conserva-duros” [peseteros], ello en un ejercicio más cercano a la comedia enternecida que a la sátira hiriente. Nos confesó con cierta inquietud que le había rechazado al Opus Dei el rectorado de una universidad española. Una de las razones por la cual reemprendió el exilio sin amargura alguna.

Saboreamos aún una divertidísima anécdota suya que nos retrotrae a Mark Twain.

Cierta vez le tocó dar una conferencia en una universidad muy relacionada con el Episcopado católico de Boston. Dadas estas coordenadas, el catedrático [y príncipe con don de gente] Láscaris disertó sobre la Historia y la Cultura de América Latina.

Sólo que el apostólico auditorio no le aplaudió como lo estipula el protocolo, sino que al final le increpó con rabia el haber inventado un Todo llamado  América Latina. El público católico norteamericano allí convocado no concebía civilización al Sur del río Grande sino la más disoluta barbarie.

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[“Pues sí señor”, muletilla filosofal de Don Teodoro Láscaris C.: Qué diría Thomas Merton, por amor de Dios].

Un abrazo solidario para la familia de este muy agradable caballero: su esposa Gabriela y sus hijos Berenice, Zoe y Eugenio, donde quiera que estén.

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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