Chávez, una referencia

A contracorriente de una cultura hueca de las efemérides, este 28 de julio de 2020 se cumplen 66 años del natalicio de Hugo Rafael Chávez Frías, referencia fundamental del proceso político bolivariano en el país y América Latina.

Nuestro apreciado compadre no puede ser considerado un fetiche ideológico ni mucho menos funerario.

Por el contrario, sigue siendo una referencia necesaria y vivaz para encarrilar a Venezuela a un desarrollo autosustentable, soberano y muy propio.

Especialmente, en esta grave coyuntura de la República, donde impíos bloques extranjeros, opositores radicales, funcionarios corruptos, oportunistas e infiltrados pretenden hacer trizas no sólo a un proceso político renovador y soberano, sino también a su pueblo prójimo de manera indiscriminada.

 

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Repasar significativamente una biografía dinámica y no intoxicada de Hugo Chávez, implica un acto de reflexión susceptible de proveernos las herramientas para superar a la villanía reaccionaria que pretende destruir el Estado-Nación y sumirnos en el desmadre republicano sin fin.

Chávez y la esencia de su pensamiento 

La opción preferencial por los pobres es la esencia del pensamiento de Chávez.

No se trata de un hipócrita ejercicio piadoso, a la manera de fariseos y católicos ultramontanos, sino de visibilizarlos y orientarlos a su auto-desarrollo personal en el contexto de un Estado de Buen Vivir.

Ni pobreza material, ni mendicantes de sobras, ni consumismo compulsivo.

De allí la propuesta de un verdadero Estado comunal, en el cual prevalezca la participación de las comunidades y no del Imperio envilecedor del funcionariado ni de los intermediarios politiqueros de siempre.

La contraloría social no es un slogan trillado y mustio, sino un instrumento político de cambio revolucionario.

Teniendo en cuenta a teólogos de la liberación como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, Helder Cámara, Pablo Freire, el poeta Ernesto Cardenal y –claro está- los evangelistas y profetas bíblicos, Hugo Chávez propició el ecumenismo entre las religiones históricas.

Su enfrentamiento con el Episcopado venezolano nada ecuménico y sí economicista, responde precisamente al espíritu cristiano comunitario de catacumbas y sobre todo rebelde de la Teología de la Liberación.

El líder de la Revolución Bolivariana, siempre apostó por un ejercicio real y asertivo de la crítica exógena y endógena.

No se trata tan sólo de responder a los ataques dispensados desde la banalización e intermediación mediática pro-burguesa, sino de diagnosticar las fallas del proceso para implementar los modelos de solución posibles.

 

La integración de América Latina 

Desde el plano internacional, Chávez defendió con denuedo y a toda prueba la integración de América Latina más allá de las buenas intenciones y los estériles lamentos criticones.

Activó la creación de organismos como CELAC y UNASUR en tanto contrapropuesta puntual y contundente al doble e inconfesable discurso de la OEA y la ONU.

Por lo que es menester blindar el continente ante los embates obscenos del Imperialismo, palpables en los  atentados al bienestar de nuestros pueblos y la inestabilidad política e institucional.

Recordemos, por ejemplo, que el maula presidente designado Guaidó invocó el TIAR (fallido Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca que se evidenció en el conflicto de Las Malvinas de 1982), no como la defensa territorial de América Latina, sino en tanto cabeza de turco y marine que profane la soberanía de Venezuela y el resto del Continente.

Observemos por otra parte, que el resurgimiento político conservador (a punta de golpes de estado blandos o procesos electoreros fraudulentos) no ha ocultado su intención extranjerizante de pervertir y aniquilar la integración latinoamericana.

En el film argentino de ficción “La Cordillera” se recrea esta campaña malsana, como quien no quiere la cosa, liderada por Estados Unidos y sus gobiernos satélites (Macri, Bolsonaro y Lenin Moreno).

 

Chávez nos insta a la lectura y al estudio 

En tal sentido, Chávez nos ha instado a la lectura y al estudio de nuestro contexto político, socio-económico y cultural. La Feria Internacional del Libro (Filven) y los reconocimientos socio-económicos a nuestros cultores son prueba de ello.

Como lector de José Martí, el político, el militar y el maestro, nos recuerda que un pueblo culto es una comunidad rebelde, resistente y dotada de gran fortaleza, no sólo cívico-militar sino intelectual.

Aprovechemos el impulso y no seamos lectores perezosos como el gris ex presidente Obama: (Re) leamos los autores sugeridos por Hugo Chávez como Alberto Arvelo Torrealba, Eduardo Galeano, Noam Chomsky o el inimitable Miguel de Cervantes, como una panorámica lúdica y más pertinente del mundo.

Chávez, una referencia

No podemos obviar el sentido travieso del humor del que hizo gala Hugo Chávez.

No sabemos por qué los políticos venezolanos no ponen esta virtud en práctica: Quizás los slogans descontextualizados y el formalismo burocrático les haya descompuesto el estómago, centro emocional lúdico y no de disfunción gástrica.

¿Recuerdan cuándo le contestó a Zapata una de sus caricaturas con mucho picante? ¿O cuando bromeó con un poeta sobre su cola de caballo debido a su gusto por la cabalgadura en el llano? No estaría de más que políticos, analistas y funcionarios leyeran “El Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce». Burlarse de uno mismo, nos hace humildes como palomas e inteligentes como serpientes.

Reencontrarnos con un Hugo Chávez no mediatizado y más humano (con sus virtudes y defectos), nos insta también a contrarrestar el culto excesivo y la demonización de Simón Bolívar a lo largo de la Historia de América Latina.

Las ínfulas sátrapas de Páez, Guzmán Blanco, Gómez y Betancourt (los tristemente célebres reyes de la baraja según Pancho Herrera Luque), se valieron del Libertador en tan mezquinos y megalómanos menesteres.

 

La fiesta de cumpleaños discurre en la libertad y no en la manipulación opresora.

 

 

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Ciudad VLC/José Carlos De Nóbrega

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