CLÁSICOS VENEZOLANOS (16): RAFAEL DE NOGALES MÉNDEZ

Clásicos Venezolanos (16): Rafael de Nogales Méndez se refiere a sus “Memorias del soldado de la fortuna” (1932, en inglés), publicadas por Biblioteca Ayacucho en 1991. JCDN.

Memorias del soldado de la fortuna de Rafael de Nogales Méndez, publicado en español por Biblioteca Ayacucho

El tachirense Rafael de Nogales Méndez (San Cristóbal, 1877-Ciudad de Panamá, 1937), además de militar y aventurero de raza, es uno de nuestros clásicos de la literatura. Entre peripecia y peripecia, publicó Cuatro años bajo la media luna, Sombrero de copa y espuelas, El saqueo de Nicaragua y Memorias del soldado de la fortuna, este último título materia de esta reseña. Su escritura en prosa comprendió la autobiografía, el reportaje histórico-periodístico y, por supuesto, el libro de viajes y aventuras. La traducción de sus libros al español se debe a Ana Mercedes Pérez, quien los prologó con pertinencia, sapiencia y alta estima.

De Nogales Méndez visitó Valencia con motivos terapéuticos, específicamente la artritis y las dolencias producidas por sus audaces correrías: “De vez en cuando se trasladaba a Las Trincheras, en Carabobo, para tomar baños termales. De allí al hotel alemán, en Valencia, donde residían muchos comerciantes germanos que podían comprenderlo mejor, hablándoles en su mismo idioma” (Ana Mercedes Pérez en el prólogo de las Memorias, Tomo I, p. 18). Los valencianos disfrutaron la visita de este extraordinario personaje histórico, así como también del pintor Armando Reverón y los escritores Andrés Mariño Palacio y José Manuel Briceño Guerrero.

El militar y escritor tachirense Rafael de Nogales Méndez

Memoirs of Soldier of Fortune, publicado en 1932, representa un ejercicio autobiográfico egotista y muy bien logrado como los diarios de Rufino Blanco Fombona o las Memorias de un venezolano de la decadencia de José Rafael Pocaterra. Es un libro vivo o, mejor aún, una encrucijada del autorretrato, la aventura, la compulsión vital y sobre todo, la responsabilidad histórica y política.

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Más que un mero aventurero, de Nogales Méndez se nos presenta como un actor político y literario a la manera de los caballeros andantes y majaderos como Bolívar, Zapata y Sandino. Incluso, a las órdenes del ejército otomano en la Primera Guerra Mundial, nuestro paladín documentó el genocidio armenio, del cual no fue parte cómplice. Al igual que Cristo y los idealistas antes nombrados, no fue profeta en su tierra. Ello al punto que su cadáver se hallaba en un purgatorio burocrático, hasta que sus amigos lograron darle sepultura en su patria.

De Nogales Méndez y su actuación con el ejército otomano

Paradójicamente, Nogales Bey triunfó en el extranjero pero no pudo derrocar los gobiernos autocráticos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez. El corpus de sus Memorias, sin ornamentos modernistas ni el grado cero de la escritura de Francisco de Miranda, conjugó el cosmopolitismo con un venezolanismo incuestionable.

No se trata tan sólo de la anécdota increíble, sino también de un estilo narrativo trepidante, diáfano y de muy buen Decir. Prosa poderosa y voluntarista que apuesta por el rutilante ejercicio de una ciudadanía universal. El apetito por el peligro en el marco de situaciones extremas, traen consigo la fusión del discurso narrativo y el argumentativo: Amén de la conciencia político-histórica, tenemos la relativa al oficio de la escritura. Entonces, el egotismo, tan típico de los gigantes de la época (Blanco Fombona, Vargas Vila y Pocaterra), se convierte en motivo impulsor de la búsqueda interior, la superación personal y la consolidación de una propuesta escritural díscola con los vicios del siglo XX.

La batalla de Gaza de donde obtuvo el cargo de gobernador de Palestina

Conviven las experiencias disímiles del buscador de la Quimera del Oro en Alaska, el militar al servicio otomano que gobernaría Palestina o el testigo de excepción de la Revolución Mexicana (Zapata, Villa y sobre todo los Flores Magón) y la Guerra de Sandino. Rafael de Nogales Méndez, sin comulgar con el Partido Comunista ni el Anarquista, no silencia su afán libertario y antiimperialista.

Nos topamos pues con el Imperio de la contingencia, el caos y la contradicción que maceran el alma del actor histórico y, por supuesto, el escritor: “Es una curiosa combinación ésta, la del jefe militar y la del echador de cuentos, en una sola persona. Ciertamente la he encontrado efectiva en más de una ocasión” (De Nogales Méndez, 1991, Tomo I, p. 183).

En el penúltimo capítulo de las Memorias, el autor nos refiere las peripecias en la composición de su libro turco. Tildado por el presidente norteamericano Wilson de verdugo de Armenia, el escritor tachirense, luego de un incidente equívoco en la jungla, previo acoso gomecista, nos dice: “De esta manera había evitado la muerte para todos y la pérdida de mi labor literaria” (De Nogales Méndez, Tomo II, p. 217). Utopía y praxis se descuelgan bejuco a bejuco por amor a la literatura auténtica y vivida con pasión.

Si bien, es indubitable el riguroso apego histórico del libro, el lector agradecido va envolviéndose en una cáscara jugosa que funde la ficción y la realidad: El discurso mestizo de Rafael de Nogales Méndez nos remite a las novelas navieras de Joseph Conrad, La roja insignia del valor de Crane y los brillantes relatos de la guerra de secesión firmados por el anarquista Ambrose Bierce. ¿En qué arquetipo inimaginable se puede concebir al nuestro?

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BIBLIOGRAFÍA:

De Nogales Méndez, Rafael (1991). Memorias. Caracas: Biblioteca Ayacucho (colección La Expresión Americana).

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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