EL APOCALIPSIS DE FRANK LÓPEZ
De la banalización del discurso y la praxis política en la Universidad de Carabobo
El Apocalipsis de Frank López trata de una reseña crítica a un libro suyo reciente, publicado por la APUC. JCDN.
Frank López: Los extravíos de la academia y la reforma de los bárbaros (2011). Valencia, Venezuela: APUC / Compugráfica.
El docente universitario y sociólogo Frank López, nos presenta un trabajo bajo la fluencia indirecta de la literatura apocalíptica, sea religiosa o no. Sin la simbología del Apocalipsis de San Juan ni el afilado punzón político de 1984 o Rebelión en la Granja de Orwell, López intenta un diagnóstico personal y científico de la decadencia de nuestra Universidad de Carabobo.
El libro resume sus intenciones para-científicas, políticas y escatológicas en el intervalo que va de la página 145 a la 218. Sin decir ni sugerir su confesión religiosa ni política, López abunda en la denuncia cuasi profética del proceso de degradación sistémica, epistemológica y política de las universidades autónomas venezolanas. He allí el interés que nos despertó su lectura y, por ende, su virtud inmanente.
Se tritura inmisericordemente y en especial al autoritarismo y el culto a la personalidad destinado al liderazgo maldonadista aún vivo en su legado. “En resumen: al degradarse con el sistema nuestro propio pensamiento político, el mismo se iba imposibilitando de tener conciencia de su propia degradación”.
La falla radica en confundir la pragmática del bando del ex rector Ricardo Maldonado con su tan cuestionado chavismo (por López y su contrario), ello como si se tratara de los reyes de una misma baraja. Muy a pesar de la pericia académica y escritural del autor y, sobre todo, la cuidadosa y excelente labor editorial del Doctor Luis García. ¿Una casa puede inducir su propia división?
Nos llama la atención un término que limita más con el discurso religioso y místico que el académico: el extravío en lo político y lo académico del campus o corpus universitario. Pareciera que la crítica proviene de la Hoguera de las Vanidades de Savonarola o la Guerra de Canudos de Antonio Conselheiro. Extravío equivale al pecado estructural desmenuzado mucho mejor por los teólogos de la liberación.
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El afán del autor se dirige a incorporar por el hombrillo una crítica al Socialismo del Siglo XXI, lo cual moja a un peatón insigne como Luis Beltrán Prieto Figueroa y su Estado Docente a la manera de los conductores suicidas en tiempo de lluvias. Construye su desmadre apocalíptico personalizado, “O lo que es igual: a medida que la voluntad política de la población universitaria (el universo) se iba subordinando progresiva y lentamente a la voluntad autoritaria y personalista del poder político universitario, el sistema iba prescindiendo a un ritmo similar de la representatividad política de los representantes a los cuerpos deliberantes (la muestra)”. ¿Profeta del desastre o víctima aterrada?
La banalización discursiva, de la que sufre en muchas ocasiones el texto de López, obedece o es el síntoma esencial de la Pre-modernidad política. El Diablo apuesta por tercera vez su cabeza, eso sí, movido por contrariar la tendencia enrevesada y metrosexual de la Postmodernidad, para al punto favorecer a la Ciencia positiva: “Un pensamiento preilustrado que redujo el saber político a la pura casuística de unos acontecimientos aislados y enigmáticos”.
De la recusación del pensamiento científico técnico y, por ende, la promoción de lo anti-intelectual, nos dice: “corrosión epistemológica en el pensamiento científico de las élites académicas”. En esto estriba el malsano extravío de la Academia.
Nos gustaría que Frank López abundara sobre el cierre y la volatilización de las bibliotecas en la Universidad (la de Salud Mental en Medicina y la de Ciencias Sociales “Boris Zerpa” en Educación) y el Estado Carabobo (la Hemeroteca Central, claro), amén del compartimiento estanco u hondonada sin fondo de lo político electoral en la UC (es inconcebible una gestión rectoral actual que va por un tercer período sin elecciones ni reformas; peor aún su doble discurso agregado cuando apoya el gobierno peripatético de el Rey o Capitán General Juan Guaidó, el guiado).
Incluso no se libra el pueblo, cuando tipifica su opinión como totalitarismo político y epistemológico, la cual es de verdad perniciosa cuando decae en una extensión verticalizada del partido de turno (tanto en el gobierno nacional como el co-gobierno universitario). De donde se invoca la salvación de la república y la universidad por vía del panteísmo cartelizado de la ciencia positiva y la empresa privada.
Como todo texto apocalíptico, la unidad discursiva funcional (¿funcionalista o disfuncional?) es la hipérbole. La villanía finisecular que inicia el siglo, involucra a Chávez y a los tres cochinitos (Maldonado, Fei-fei-Ferreira y Erick Núñez, valga o no el respeto hacia vivos y muertos) por igual. Una cosa es un proyecto de país con el que se esté en desacuerdo y otra una legión de la praxis política o, peor aún, una casa feudal en la universidad que nada tiene que ver con la de Salamanca monacal o la de los tiempos convulsos de Don Miguel Unamuno.
Se sugiere leer este libro que dosifica adrede el buen Decir con fines inconfesables, junto al breve ensayo Anatomía del Bonapartismo universitario. La universidad como como un sistema parapolítico que aparece en el libro “Elogio en cursiva del libro de bolsillo” de Pedro Téllez, también bajo el celo editorial de Luis García. Mientras el sociólogo triza los vicios universitarios en interesante e inédita clave escatológica (la cual inspira viscerales repulsiones de gente desprevenida), el psiquiatra extrae la piedra de la locura del cuerpo purulento de este zombi o muerto en vida.
Parafraseando el slogan publicitario de Manuel Vadell, si proviene de los Talleres de Luis García, ¡es de fiar y disfrutar en el juego de espejos de la lectura!
En Valencia de Savonarola, viernes 24 de mayo de 2019.
