¡Increíble! Existe la enfermedad de los chistes… Detalles aquí

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Todos conocemos a alguien que le encanta contar chistes, le gusta la narrativa jocosa de hechos triviales que tienen un desenlace realmente gracioso. ¿Pero qué pasaría si esta actitud se hace tan compulsiva e incontrolable que esa persona intenta sacar un chiste de cualquier cosa, hasta el punto de ser insoportable y que solo él -o ella- se ríen de sus chanzas o charadas.

 

Pues bien, por increíble que parezca, esto obedece a una condición fisiológica que algunas personas padecen muchas veces sin notarlo.

 

 

¿La enfermedad de los chistes?

Contar chistes o anécdotas graciosas puede ser una actividad relajante y agradable, a excepción de cuando una persona sobrepasa los límites y hace bromas sobre cualquier cosa y todo momento. Hasta el punto de levantarse en la madrugada solamente para contar alguna historia graciosa… a esto se le conoce como el trastorno «Witzelsucht».

 

 

¿Qué es el trastorno Witzelsuch?

Imaginemos tener el deseo compulsivo e incontrolable de contar un chiste sobre lo que sea y de manera excesivamente regular, mientras que, cuando es a ti a quien le toca escuchar el chiste de otra persona, simplemente no te causa ninguna gracia sin importar lo bueno que este sea… Este comportamiento es generado por un trastorno como lo expusimos anteriormente llamado Witzelsucht.

 

 

¿Por qué ocurre esto?

Primero que todo, debemos saber qué sucede cuando escuchamos un chiste. La risa luego de escuchar o ver la representación de un chiste se debe a que el cerebro es “sorprendido” por una historia que tiene un final totalmente inesperado, cuando la mente analiza el contexto de la historia y halla la incongruencia provoca unas “cosquillas” en el centro del cerebro encargado del placer, generando una risa en la persona.

 

Ahora bien, parece ser que el trastorno Witzelsucht es causado por daños cerebrales luego de un accidente cerebrovascular, por ejemplo. Este tipo de problemas puede afectar las conexiones entre los lóbulos frontales (responsable del pensamiento analítico y consciente) y el resto del cerebro.

 

Al tener esta zona dañada, la persona no realiza correctamente los análisis, por lo que no pueden comprender prácticamente ningún chiste y por ende no le genera gracia por muy bueno que parezca.

 

Por otra parte, alguna conexión aleatoria entre estas dos zonas del cerebro hace que la persona cuente chistes que internamente les genera dopamina y los hace sentir felices y graciosos. Sin embargo, el problema es que estos chistes carecen de cualquier tipo de lógica y pueden llegar a ser groseros, y hasta ofensivos.

 

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Sufrir Witzelsucht va más allá de los chistes. No tiene nada gracioso,  pues las personas que experimentan este trastorno también tienen la incapacidad de comprender los sentimientos de otros al igual que no saber expresar los suyos, provocando una comunicación deficiente con su alrededor.

 

 

El caso de Derek

Uno de los casos más conocidos es el de Derek –nombre falso para proteger su identidad-. Este hombre estuvo cinco años contándole de manera constante chistes a su esposa, hasta el punto de despertarla en la madrugada para contarle una historia que le pareció graciosa como esta:

 

Me fui al Departamento de Vehículos Automotores para sacar mi licencia de conducir. Me hicieron un examen de la vista y esto es lo que me dijeron: ABCDEFG, HIJKMNÑLOP, QRS, TUV, WXY y Z. Ahora ya me sé el abecedario. ¿Me pueden dar mi licencia, por favor?.

 

La situación fue tal que la esposa lo llevó al neurólogo de la Universidad de California, Mario Mendéz, quien alegó que: “Realizó bromas constantemente hasta que se hizo difícil interrumpirlo”. Por lo que Mendéz lo diagnosticó con el mal de Witzelsucht, la llamada “enfermedad del chiste”.

 

Cabe destacar que este trastorno es poco conocido por lo que no tiene suficientes investigaciones que hayan encontrado un tratamiento específico y eficaz. Sin embargo, se ha logrado mejoras importantes en estas personas con ciertos fármacos antidepresivos.

 

José Becerra/Ciudad VLC

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