Rafael Ramón Castellanos/CiudadVLC

Este sábado 13 de abril falleció el historiador e intelectual Rafael Ramón Castellanos el «Gran librero de Caracas«, La información fue dada a conocer por el ministro de la Cultura, Ernesto Villegas, en su cuenta en Instagram.

 

“Pocos como Rafael Ramón Castellanos Villegas han contribuido tanto al libro venezolano. Le tocó partir hoy, en el mes del día del Libro. Nos unimos al pesar de su familia y La Gran Pulpería del Libro”, escribió Villegas en la referida red.

 

Biografía Mínima

Rafael Ramón Castellanos nació en 1931 en Trujillo. Es doctor en Filosofía y Letras y licenciado en Periodismo; historiador, ensayista, crítico de literatura y biógrafo. Durante varios momentos de su vida desempeñó importantes cargos dentro de la administración pública.

 

Es Premio Internacional “Gran Mariscal de Ayacucho” y autor de varios libros, entre ellos Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana, una crono-bibliografía que inició en 1992 y publicó en el 2009, recopilando un aproximado de 3.500 publicaciones del Comandante.

 

Su apego por el mundo de la literatura y los libros lo llevaron a fundar la librería Historia en el pasaje Humboldt y La Gran Pulpería del Libro Venezolano, actualmente ubicada en Chacaito.

 

Aquí presentamos la entrevista que ofreció Castellanos en 2018 a Ciudad CCS:

La Entrevista | Rafael Ramón Castellanos:

“Yo tenía un presentimiento con ese extraño”.

Fue ese 4 de febrero de 1992 cuando, a través de un televisor, la gran mayoría de los venezolanos conocimos al Teniente Coronel Hugo Chávez Frías. Pero ese no fue el caso de Rafael Ramón Castellanos; él lo conoció antes.

 

Sus caminos se cruzaron por primera vez cuando el militar visitó la Gran Pulpería del Libro Venezolano. Eso fue en el año 1989, cuando la misma estaba ubicada en el Pasaje Zingg.

 

Ese Chávez inédito entró al negocio del librero y en sus manos traía un folleto que había elaborado junto a varios colaboradores; Evolución de la bandera 1717-1930.

 

Pero la memoria de Castellanos, audaz para recordar los números de páginas y la ubicación de los libros, no es tan buena para recordar rostros. Por eso no lo reconoció cuando lo vio en la televisión cuatro años después.

 

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Ya a sus 87 años, tras una vida que se paseó entre la familia, la lucha política, los cargos públicos y por supuesto, la literatura, admite desde su casa -un verdadero templo del libro.

 

Perfumada con el aroma de la sabiduría- que aquel día del levantamiento de Chávez se entusiasmó mucho: “debo confesarlo, pero no fui el único; un mes después descubrí que ya habían cinco publicaciones sobre aquel desconocido que ante los ojos de todos los venezolanos dijo ese ‘Por ahora’”.

 

Esa frase denotaba ansias de revancha de un hombre que, aunque no logró los objetivos planteados, no estaba derrotado.

 

El “por ahora” de mirada desolada se convirtió con los años en un para siempre de mirada trascendente. Fue justo esa mirada la que se convirtió en marca registrada de la Revolución Bolivariana: “Los ojitos de Chávez”.

 

Todo sería cuestión de tiempo, y en diciembre de 1992, mientras el ya no tan desconocido Chávez cumplía su condena en Yare, aparecen nuevos títulos que hablaban sobre su hazaña. “Para ese momento ya existían 22 libros sobre él.

 

Eso llamó mucho mi atención, y decidí empezar a hacer fichas para llevar un control”. Así nació la intuición de Rafael Castellanos.

 

Y esa pequeña labor de registrar cada libro que conseguía del Comandante se convirtió en una exhaustiva tarea que se materializó en 2009 con su libro Hugo Chávez Frías y la Revolución Bolivariana, descrito por él como “una crono-bibliografía del Gigante”.

 

“Yo volví a Miraflores un año después del golpe de Estado, para trabajar con el presidente Velásquez. En ese momento tenía un presentimiento con ese extraño, y publiqué el libro Los fantasmas vivientes de Miraflores».

 

«Allí citó cuatro veces a Hugo Chávez Frías como posible Presidente de Venezuela”

 

Ese presentimiento se convirtió en una realidad. Chávez salió de la cárcel, recorrió el país para explicar su proyecto político y se postuló para la Presidencia de Venezuela, cargo que obtuvo por mayoría popular el 6 de diciembre de 1998, con el 56,6% de los votos.

 

Ajeno a la labor que Rafael Castellanos llevaba, Hugo Rafael Chávez Frías estrechó su mano durante los paseos de una campaña multitudinaria, pero su primer acercamiento significativo se dio en 1999.

 

“Yo gané el Premio Gran Mariscal de Ayacucho con mi libro «Sucre, Creador del Derecho Internacional Humanitario», y se lo hice llegar al recién nombrado presidente.

 

Para asombro mío, me devolvió una carta -la tengo montada allá en la librería-.

Eso fue muy importante para mí; ¡ojeó mi libro! Lo sé porque en tres Aló Presidente lo citó. Eso era algo que él tenía.

 

Yo conocí varios presidentes y no te imaginas la gran presión que tienen; prácticamente no tienen vida, y que se haya tomado un tiempo para ojearlo y escribirme una carta dice mucho de su humanidad. Rompió con todo ese protocolo del hombre inaccesible”, comentó.

 

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— ¿Qué tenía Hugo Chávez que lo hacía tan diferente al resto?

— Primero fue un hombre de ideas claras, tajantes y definidas, que no vacilaba en ponerlas en práctica. A él le gustaba sentirse cerca de la gente; esa fue una de las cosas que le dio tanto éxito.

 

Cuando el desastre de La Guaira, Chávez sin vacilar se fue para allá, se puso sus botas de campaña para participar en los rescates de esas personas, metido en el meollo del problema, entre la vida y la muerte. A eso se le llama tener guáramo y visión política de acercamiento a las masas.

 

También era un lector voraz. Él le decía a mi amigo personal, el general Pérez Arcay, quien era su asesor y maestro, ‘dentro de 4 horas tengo una conferencia internacional con un consorcio árabe, quiero bibliografía’.

 

Inmediatamente Pérez Arcay me llamaba y en una hora yo le despachaba el material; incluso le marcaba páginas que consideraba importantes. Mi grata sorpresa era oírlo recitar en los Aló Presidente las cosas que yo le había marcado.

 

Por otra parte, ningún presidente de Venezuela -y yo conozco bastante la historia de este país- hubiera resistido el golpe de 2002.

 

«Cualquiera en su lugar se rinde, renuncia y se va a vivir al exterior tranquilamente; pero Chávez no. Él se enfrentó a eso. Ni en Venezuela ni en Latinoamérica existen antecedentes así».

Volviendo al tema de la bibliografía, ya para el año 2005 la lista iba por 255 libros, “algunos buenos, otros malos, con contenido de análisis de la Revolución Bolivariana y hasta de dialéctica socialista”, nos cuenta.

 

En ese momento, le hago la pregunta que posiblemente nos hacemos todos:“¿Cómo hizo usted para encontrar todos esos libros?”. Con mirada de gran maestro, y entre risas, dice: “¡Oh! Allí está el misterio de indagar y hacer seguimiento.

 

Yo conseguí y busqué tantos libros de Chávez que en el 2009 ya había conseguido unos 3.500 títulos. No fue complicado hallarlos, el caso Chávez es un fenómeno universal, comparable a las bibliografías de Mao Zedong en su época, de Fidel Castro y el “Che” Guevara en los primeros años de la Revolución y de Charles Gaulle en la Quinta República Francesa”.

 

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Fueron varios los encuentros que tuvieron estos personajes, pero hubo uno que Rafael atesoró como esa carta enmarcada en la librería. “En el año 2004 yo era asesor del presidente de Fogade, y de manera sorpresiva nos tocó ir a Miraflores para llevarle unas cartas del Libertador.

 

Cuando entré a la sala donde estaba me llevé una impresión espeluznante. Al acercarse a nosotros me mira, y lo primero que dice es ‘¡Castellanos! ¿Cómo está la librería?’ Yo me desorienté, y lo único que me salió decirle fue “todo bien, presidente”.

 

No me imaginaba que supiera de la Pulpería. Ahí supe que había ido en el 89. Tiempo después me dijeron que Chávez quería visitar la nueva sede, porque en el 2001 la mudé para Chacaíto por razones de espacio. Incluso casa militar hizo una inspección, pero por cosas de la vida no se concretó”.

 

Fichar todos los títulos que encontraba sobre la Revolución Bolivariana y Hugo Chávez hizo que Castellanos se volviera un estudioso y experto del tema, pues desde su opinión y posición de investigador es válido comparar todas las posturas.

 

Los dos títulos que han llamado su atención son Historia de la Revolución Bolivariana, de Luis Bonilla y Haimán El Troudi, y Venezuela en llamas, de Armando Durán.

 

“Son libros muy buenos (…) obligatoriamente, quien quiera analizar la Revolución Bolivariana tiene que leer esos libros; con base en ellos se puede situar en dos visiones la personalidad de Chávez”.

 

El 26 de enero de este año hizo la última ficha. Chavismo Salvaje, de Reinaldo Iturriza, ha sido el último libro que ha encontrado para su colección informativa, que no concluyó en 2009, pues su firme intención es publicar un segundo número.

 

En el 2015 entregó en el Instituto de Altos Estudios del Pensamiento Político de Hugo Chávez Frías una propuesta compuesta por 4.004 fichas. Después de eso, ha recopilado 372 más.

 

Cuando supo que Chávez murió, Castellanos nos cuenta con voz suave que se puso a llorar. “Eso fue un golpe duro para todos. Aquel simple ser humano era capaz de electrificar a las masas”.

 

Para el historiador, Venezuela ha tenido cuatro grandes caudillos: Simón Bolívar, José Antonio Páez, Ezequiel Zamora y Hugo Chávez Frías.

 

“Lo decía Neruda sobre Bolívar: despierto cada 100 años cuando despierta el pueblo; tal vez pase ese tiempo para que vuelva a surgir un hombre de la dimensión y temple de Hugo Chávez Frías”.

 

ISMAEL NOÉ / CIUDAD VLC / Tomado de CIUDAD CCS

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