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La esperanza celular de nuestro cuero cabelludo

 

Diferentes investigaciones a nivel mundial sobre genética y células madre abren las puertas de par en par al futuro de la terapia celular en el campo de la alopecia masculina y femenina: una de los más brillantes señala a “dos genes policía” como responsables directos de la muerte del folículo piloso

 

El pelo, una estructura visible e invisible al ojo humano (tallo, folículo y bulbo piloso), crece y se desarrolla en la dermis del cuero cabelludo; y su genética también es susceptible a la cada vez más cercana terapia celular.

 

La calvicie no deseada, dentro de unos años, será un recuerdo capturado en los álbumes fotográficos del pasado.

 

Se han descrito alrededor de 150 tipos de alopecia, pero lo más habitual es que perdamos el pelo por culpa de la herencia genética, de los andrógenos, por la acción de la testosterona y dihidrotestosterona, o, simplemente, por nuestro propio e inevitable envejecimiento.

 

Algo bien sabido por los médicos especialistas como el Dr. Eduardo López Bran, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid, investigador clave en el desarrollo clínico de fármacos de referencia mundial como el Minoxidil y el Finasteride.

 

“El pelo que sufre el ataque androgenético tiene una especial sensibilidad a las hormonas masculinas testosterona y dihidrotestosterona (DHT), metabolito de la testosterona que se sintetiza, por ejemplo, en la próstata, los testículos o los folículos pilosos”, explica el Dr. López Bran.

 

“Aunque estas hormonas se encuentren en niveles normales en sangre, su efecto continuado durante meses y años sobre los receptores del bulbo piloso provoca que los pelos se vayan haciendo más débiles y pequeños; a la vez, y progresivamente, se acorta su ciclo de crecimiento”, completa.

 

La alopecia común se ceba en el 30% de los varones que han cumplido los treinta años de edad, y a partir de ahí esta cifra aumenta un 10 % en cada década. A los cincuenta años padecerán calvicie un 50 % de los hombres.

 

Las mujeres, en cambio, van a otro ritmo: sufren calvicie entre un 5 y un 10 % en esas mismas edades: “Sin embargo, están mucho más sensibilizadas que los hombres, especialmente a nivel estético y psicológico”, apunta el dermatólogo.

 

Unas cifras realmente significativas y trascendentes a nivel social…

 

En la actualidad, la dermatología dispone un arsenal de tratamientos médicos y farmacológicos que son útiles para prevenir la caída del pelo o detener el proceso cuando ya está en marcha, ralentizando la pérdida de los folículos pilosos; incluso para devolver al cuero cabelludo una parte de los bulbos pilosos perdidos.

 

“Si el paciente ya ha perdido gran cantidad de pelo frontoparietal y todavía dispone de folículos suficientes en su zona dadora de la cabeza, lo contrario de mi caso, cabe solucionar la calvicie con un trasplante de pelo no agresivo, indetectable y definitivo“, destaca el experto en microcirugía capilar.

 

“Aún así, es indudable el deseo, la ilusión o el sueño de muchos equipos de investigación cuyo fin es lograr una terapia celular capaz de revertir el problema de la alopecia para devolverle el pelo a los hombres y mujeres que lo hayan perdido, lo estén perdiendo o lo perderán más temprano que tarde”, opina.

 

En los últimos años, diferentes investigaciones han puesto negro sobre blanco el papel protagonista de los genes y las células madre en el proceso de envejecimiento y ulterior pérdida de actividad de las unidades foliculares.

 

Uno de estos estudios de referencia lo encontramos en el artículo “Escape of hair follicle stem cells causes stem cell exhaustion during aging” publicado en Nature Aging, “una revista de gran impacto científico”, subraya el Dr. López Bran.

 

Los investigadores de la Northwestern University (Illinois, EE.UU.) describen en su “paper” la misión de dos genes, FOXC1 y NFATC1: mantener enjauladas a las células madre en el interior del bulbo piloso para que se transformen en células de pelo una y otra vez… muere un pelo y nace otro.

 

Pero a medida que envejece nuestro cuerpo disminuye la actividad represora de estos dos genes, lo que conlleva que las células madre, en vez de concluir la tarea asignada y morir inactivas, escapen del folículo y, por lo tanto, no se reproduzca el ciclo capilar.

 

Solo cabe ya la muerte del pelo afectado

 

Durante el proceso de investigación en ratones se observó que, cuando se suprimían los genes FOXC1 y NFATC1, los animalillos de laboratorio empezaban a perder pelo a los cuatro o cinco meses del inicio del ensayo clínico. A los 16 meses no solo habían perdido mucha cantidad de pelo, sino que mostraban, además, mechones grisáceos.

 

“Queda claro que la ausencia de las células madre condiciona el debilitamiento y la pérdida de los folículos pilosos con los que todos y todas nacemos; de ahí que este estudio apuntale la idea de que la terapia celular supondrá un avance mayúsculo para contrarrestar la alopecia”, dice el Dr. Eduardo López Bran.

 

“Esta y otras múltiples investigaciones abren un abanico de opciones terapéuticas destinadas a paliar la degeneración de los tejidos a consecuencia del envejecimiento, ya sea a nivel óseo o en los pelos de nuestro cuero cabelludo”, destaca el galeno del Clínico, un hospital de reconocido prestigio investigador.

 

“Estoy convencido de que con un buen trabajo y un esfuerzo continuado tendremos la oportunidad de llevar esperanza a l@s pacientes como yo, que sufrimos alopecia avanzada y no tenemos una solución a nuestro alcance a día de hoy”, concluye el Dr. Eduardo López Bran.

 

 

Ciudad Valencia / efesalud.com