LIBROS IMPERDIBLES DEL PERIODISMO [1]: RELATO DE UN NAÚFRAGO DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Relato de un naúfrago (1970) de Gabriel García Márquez inicia esta serie sobre libros imperdibles del periodismo y el discurso mediático, la cual será de periodicidad mensual. En el diario Ciudad VLC nos mueve contribuir a elevar la calidad del quehacer periodístico en el país, afectado por la politiquería y la defensa de intereses mezquinos tras bastidores. JCDN.

Relato de un náufrago de Gabriel García Márquez publicado por Tusquets

Este estupendo reportaje de larguísimo título, a la manera de las crónicas épicas y bíblicas, constituye la “reconstrucción periodística” del caso de los ocho tripulantes desaparecidos del destructor “Caldas” en la voz de su único sobreviviente, Luis Alejandro Velasco. Se tuvo noticia de este incidente ocurrido en el Mar Caribe el 28 de febrero de 1955. Un mes después, Gabriel García Márquez lo publicaría por entregas en el diario colombiano “El Espectador”.

Publicación por entregas de Relato de un náufrago en el diario El Espectador

Partiendo paradójicamente de un “refrito periodístico”, García Márquez estructuró una impecable crónica transparente, oral y sazonada de pulsión caribeña. No hay “periódico de ayer” si fluye un discurso mediático analítico a contracorriente de la prensa convencional. No era para menos, luego de veinte largas sesiones conversadas con el sobreviviente Velasco, hombre de pueblo dotado de un muy peculiar y fabuloso don narrativo. Al final, y por fortuna, nos queda un reportaje extraordinario que se adelantó al impacto del Nuevo Periodismo norteamericano con sus Tom Wolfe y Norman Mailer. Esto es el vínculo contingente y problematizador entre el periodismo y la novela [la literatura, claro está].

Relato de un náufrago propone la asunción, reproducción y recreación de la voz del Otro: el náufrago como héroe prefabricado, alzado y luego caído por la sociedad de cómplices habida entre los medios [a manos de la oligarquía] y los poderes fácticos [la dictadura militar de Rojas Pinilla]. La reacción destemplada de la Dictadura en Colombia no se hizo esperar: Luis Alejandro Velasco fue desincorporado de la Marina militar y arrojado a la cuneta del olvido, mientras que el reportero de raza del Gabo inició su exilio en París [donde escribiría esa primera novela entrañable que es “La Hojarasca”]. No se podía tolerar que un barco de guerra colombiano trajera consigo productos de contrabando ni que sus tripulantes fuesen demasiado humanos [además de contrabandistas, bebedores, mujeriegos y buscapleitos].

LEE «RELATO DE UN NÁUFRAGO» DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

Además de sus virtudes periodísticas, Relato de un náufrago no sólo reedita la épica del hombre solitario y humilde que lucha contra los elementos [al igual que “A la deriva” de Horacio Quiroga o “El viejo y el mar” de Ernest Hemingway], sino también el aliño autoral del García Márquez en sus primeros cuentos o cantos premonitorios de la muerte. Luis Alejandro Velasco es un Jacob que pelea a trompadas con el Ángel de la Muerte [personificado en el mar, los tiburones, las siete gaviotas y las alucinaciones en la soledad] al rayar el Alba durante diez días de hambre y sed en tan precaria balsa.

Gabriel García Márquez en sus tiempos juveniles de reportero

No obstante las condiciones extremas de la supervivencia y las consideraciones ontológicas y metafísicas en torno a la muerte [la dama de la guadaña no era alusión literaria sino presencia terca durante la travesía náufraga], Luis Alejandro Velasco no oculta en ocasiones un sentido popular y retorcido del humor: “Nunca creí que fuera buen negocio vivir diez días de hambre y sed en el mar. Pero lo es: hasta ahora he recibido casi diez mil pesos. Sin embargo, no volvería a repetir la aventura por un millón”. El desquite de un ciudadano común que desdice el despropósito de su contexto histórico, se infiere también como arista temática significativa de este seductor relato.

LEE LA PRIMERA COLUMNA «LA LIBRERÍA MEDIÁTICA» EN CIUDAD VALENCIA

Quizá la [re]lectura de este reportaje de un Decir diáfano, revelador y conmovedor, hunda los dedos en las costillas de los auténticos periodistas por venir. Así se abrirían nuevas posibilidades expresivas y proféticas [crítica al Poder vertical que nos reseca] de un periodismo combativo, sesudo y necesario.

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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