La ciencia y sus adelantos esta vez se encargan de la cabeza (+video) I

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La ciencia y sus adelantos esta vez se encargan de la cabeza (+video)

La ciencia y sus adelantos cada vez son más sorprendentes, ya casi todo el cuerpo humano tiene, por decirlo de algún manera, reparación. En todo caso, la “pieza” descompuesta se puede reemplazar.

 

Tal es el caso de la cabeza. Sí, ese órgano vital que se encarga, como si de un CPU de computadora se tratase, de controlar todas y cada una de las funciones de nuestro cuerpo.

 

 

DEL CINE A LA REALIDAD

En 1962 se estrenó en las salas de cine estadounidenses una película de muy bajo presupuesto, basada en un tema, para entonces fantasioso, pero que resultaría profético en su contenido, titulado The Brain That Wouldn’t Die (El cerebro que no quería morir). Se trata de un filme de terror en el cual el doctor Bill Cotner pretende mantener viva a su novia, llamada Jan, decapitada tras sufrir un terrible accidente automovilístico.

 

 

El médico científico opta por recoger la cabeza de su amada, trasladarla a su laboratorio y mantenerla allí con vida, colocando la extremidad erguida sobre una bandeja repleta de tubos que la sujetan y le proporcionan sangre fresca. Bill Cotner se pasa el resto del filme buscando por las calles a otra mujer en cuyo cuerpo trasplantar la cabeza de su amada.

 

 Es un argumento que hace casi seis décadas sirvió para el guión y hoy está a punto de convertirse en realidad gracias al inquietante y audaz empeño de un cirujano italiano.

 

 

EL ANTECEDENTE

En 1992, Sergio Canavero sorprendió a unos cuantos colegas médicos al publicar un artículo especulativo titulado El trasplante total de ojos para ciegos: un desafío para el futuro. Canavero se preguntaba si sería posible implantar un ojo completo de un donante fallecido en la cuenca alveolar de un paciente, para que este recuperara la vista una vez restaurada la conexión con su nervio óptico y el cerebro.

 

El trabajo pasó sin pena ni gloria y el propio cirujano italiano no volvió a interesarse por la cuestión hasta que en julio de 2013 regresó a la carga con una nueva propuesta.

 

 

RETORNO CON FUERZA

Esta vez no dejó indiferente a casi nadie. Por aquel entonces, Canavero disfrutaba de una reconocida trayectoria profesional. Ejercía el cargo de neurocirujano del Grupo de Neuromodulación Avanzada de Turín (Italia) y sus palabras ya no eran tomadas en balde.

 

Por tanto, cuando publicó en la revista Surgical Neurology International una técnica pionera para hacer factible el trasplante completo de cabeza, fueron muchos, entre ellos los medios de comunicación de todo el mundo, quienes entendieron que la espeluznante propuesta médica iba muy en serio.

Canavero había pasado de barajar la idea de un trasplante de parte de la cabeza, a hacerlo con toda la cabeza en sí misma. Una opción más viable, a su juicio, que trasplantar tan solo el cerebro aislado, porque acoplar la materia gris en un cráneo ajeno supone restablecer las conexiones a los diferentes sentidos que en él convergen, lo cual entraña excesiva dificultad.

 

 

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Sin embargo, al actuar sobre una cabeza completa, la vista, oído y olfato ya vendrían incorporados de partida y el mayor problema residiría en reconectar la médula espinal. No obstante, para lograrlo, Canavero contaba con una solución.

 

 

PARECE FICCIÓN, PERO A FIN DE CUENTAS ASÍ ES LA CIENCIA

El artículo del cirujano apenas ocupa ocho páginas, pero en ellas aparecen descritos con detalle todos los pasos para que la operación tenga éxito. El primer enemigo a batir sería el tiempo. El trasplante de cabeza debería realizarse a contrarreloj, porque una vez separada dicha extremidad del cuerpo, el intervalo máximo que puede trascurrir es de una hora. La parada circulatoria deja al cerebro sin oxígeno ni riego, lo que desencadena una necrosis del tejido neuronal.

 

Ahora bien, se ha comprobado que los mamíferos pueden mantenerse sin flujo sanguíneo unos sesenta minutos, siempre y cuando se reduzca la temperatura del cerebro hasta los 12-15 °C.

 

 

EL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Bajo esa hipotermia, la actividad neuronal puede recuperarse sin daños perceptibles una vez restaurada la circulación sanguínea en el cerebro. Por lo tanto, Canavero proponía que estuvieran disponibles dos equipos de cirujanos perfectamente sincronizados, que trabajaran en la misma sala para seccionar las respectivas cabezas de donante y receptor, rebajar la temperatura del cerebro a trasplantar y restablecer el suministro de sangre en este último, una vez cosido al nuevo cuerpo.

Pero el reto más laborioso continuaría pendiente: habría que restaurar el sistema nervioso central: La auténtica piedra de toque en todo este enmarañado asunto. Es cierto que en la actualidad los avances en neurocirugía han permitido alojar con éxito un embrión cerebral de pollo en una codorniz. Pero en los mamíferos superiores esta cirugía resulta mucho más complicada. Los nervios que han sido cortados no regeneran sus terminaciones o axones fácilmente.

 

Sin embargo, el Dr. Canavero cree que la clave para la reconexión de la médula espinal estaría en la posibilidad de combinar las terminaciones del nervio con determinadas sustancias bioquímicas, capaces de reparar su integridad. Así, conviene preparar el terreno de antemano. Según escribió el cirujano en su artículo, tanto durante la extracción de la cabeza como en el cuello receptor habría que practicar (un corte mínimamente traumático de la médula espinal con una cuchilla ultrafina).

 

 

SIMILAR A LOS CASOS DE PARÁLISIS

Este microtrauma, ciertamente, no es comparable con lo que les ocurre, lamentablemente, a los parapléjicos y tetrapléjicos, en el cual el daño de la médula ósea es extenso, complejo, con cicatrices y lesiones profundas. El uso de dicha cuchilla ultrafina ofrecería un corte limpio de la médula espinal que facilitaría la posterior unión y reconexión entre las dos partes.

 

La cabeza sana se desplazaría hacia el cuerpo del donante utilizando una grúa giratoria fabricada a medida y, una vez allí, sería unida o conectada al cuerpo receptor con la ayuda de una solución química conocida como polietilenglicol. Este líquido se inyecta sobre los dos lados de la médula espinal para ayudarles a pegarse mejor. Además, los músculos y vasos sanguíneos han de ser cosidos mientras al paciente se le induce un estado de coma.

 

 

¿ESTAMOS PREPARADOS PARA TODO ESTO?

Durante un mes aproximadamente, el sujeto inconsciente recibirá pequeñas descargas eléctricas que vayan estimulando su médula espinal y fortaleciendo las conexiones nerviosas entre la cabeza y su nuevo cuerpo. A medida que el paciente salga del coma inducido, se espera que sea capaz de moverse, empezar a sentir su cara e incluso hablar con su misma voz.

 

Obviamente, se precisará de la administración de potentes fármacos inmunosupresores para evitar el rechazo del nuevo cuerpo o de la cabeza y, muy probablemente, el individuo requerirá un apoyo psicológico intensivo para tomar conciencia de la novedosa situación, aceptando como auténticamente suyo el cuerpo que acaba de recibir.

 

¿Se trata simplemente de una imaginación afiebrada o la clara provocación de un médico con ganas de notoriedad y cinco minutos de fama?

 

 

SE REAVIVA LA TEORÍA

Así lo creyeron la mayoría de los colegas de profesión en 2013, cuando leyeron esta propuesta. Sin embargo, desde entonces, las cosas han cambiado radicalmente, y lo que parecía fantasía comienza a vislumbrarse como una realidad viable a mediano plazo para la comunidad científica.

 

Un artículo publicado en 2018 en Current Transplantation Reports se titula ¿Estamos preparados para el trasplante de cabeza? Los obstáculos que deben ser superados. Está firmado por cuatro especialistas en medicina regenerativa y cirugía plástica de Frankfurt, Nueva York, Barcelona y Auburn. En opinión de estos autores, la unión con éxito de la médula espinal será posible en los próximos 10 o 12 años y las células madre podrían resultar claves en ese proceso.

 

 

LAS CÉLULAS MADRE

En 2014, un hombre de nacionalidad polaca fue apuñalado repetidamente en el cuello, agresión que lo dejó parapléjico. Durante los siguientes cuatro años se extrajeron células madre de su nariz y se las inyectaron en la médula espinal. Gracias a una rehabilitación intensa y a la electroestimulación está comenzando a caminar. De todos modos, el alcance regenerador de esta prometedora técnica todavía es limitado.

 

Por otro lado, según los firmantes del citado estudio, la gran barrera a franquear es la inmunológica. El rechazo de la cabeza al cuerpo y viceversa está repleto de complicaciones que los inmunosupresores actuales todavía no consiguen resolver. Sin embargo, los científicos se muestran optimistas e igualmente consideran que en poco más de una década este problema puede estar solucionado. Pero Canavero no quiere esperar tanto. El continúa con sus investigaciones y se muestra convencido de que logrará trasplantar cabezas humanas mucho antes. Para demostrarlo, hace ya algunos años que pasó de la teoría a la práctica. De momento solo con animales.

 

 

HA SOBREVIVIDO SIN LESIONES

En 2016, el cirujano italiano y su colaborador, el doctor Dr. Kim Yoon-C, efectuaron la restauración parcial de la función motora en ratones a los que les habían seccionado la médula espinal. Consiguieron que los roedores caminaran tres o cuatro semanas después de practicarles un corte limpio en el cuello que los había dejado paralíticos. Canavero aplicó su (milagroso) adhesivo químico a 8 de 16 ratones.

 

Cinco consiguieron recuperar cierta capacidad para moverse, pero tres terminaron muriendo. Los demás roedores que no recibieron el adhesivo químico tampoco sobrevivieron al cabo de dos semanas. Con todo, ambos doctores juzgaron este experimento como muy satisfactorio, porque detectaron la transmisión de impulsos eléctricos a través de las médulas espinales reconectadas.

 

Además de estos ensayos para restaurar un sistema nervioso central seccionado, Canavero y Yoon-C se animaron a practicar trasplantes de cabeza entre monos. Para llevar a cabo la prueba, en esta ocasión los cirujanos prescindieron de conectar la médula espinal y se limitaron a restablecer exclusivamente el suministro de sangre entre la cabeza del animal y su nuevo cuerpo.

 

 

OTRAS EXPERIENCIAS

Un experimento similar se efectuó en 1970 por el doctor estadounidense Robert White, quien consiguió trasplantar una cabeza de mono Rhesus en el cuerpo de otro primate de la misma especie. El simio se mantuvo vivo durante ocho días, en los cuales aparentemente logró ver, sonreír y tener sentido del gusto. Sin embargo, resultó incapaz de controlar su cuerpo, porque los investigadores no pudieron conectarle convenientemente el tejido nervioso de la columna vertebral.

 

La ansiedad, la confusión y el dolor del animal fueron enormes. No obstante, en 1999, White aseguraba que aquello que había sido siempre cosa de ciencia ficción, el relato de Frankenstein, en el cual un ser humano completo se construye mediante la costura de varias partes del cuerpo, llegará a ser una realidad clínica a comienzos del siglo XXI.

 

Canavero y Yoon-C han recogido el testigo de White y parecen haber demostrado que si la cabeza se enfría lo suficiente, un mono puede superar el trasplante sin sufrir daños cerebrales.

 

En sus declaraciones públicas sobre este ensayo, el cirujano italiano afirmó que el primate con el que habían experimentado ha sobrevivido totalmente al procedimiento sin ninguna lesión neurológica. Se le mantuvo con vida durante solo 20 horas tras la operación por razones éticas, aunque podría haber continuado vivo indefinidamente.

 

Continúa…

 

José Becerra/Ciudad VLC/Información Año Cero

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