El pasado sábado 15 de agosto, las redes sociales se hicieron eco de una excelente noticia para el cine venezolano de los últimos años, la película “Lunes y martes nunca domingo”, ópera prima de Maruví Leonett Villaquirán y de la Cooperativa Buena Hierba Producciones Audiovisuales, se hizo acreedora del premio principal como Mejor Película del VII Festival Internacional de Cine de Calzada de Calatrava 2020, en España.

La característica de este encuentro cinematográfico internacional es que se constituye en una tribuna muy propicia para todos aquellos realizadores que no posean más de dos producciones fílmicas en su haber.

La cineasta venezolana Maruví Leonett Villaquirán, Mérida (1975), es Licenciada en Artes mención Cinematografía por la Universidad Central de Venezuela (UCV), con un postgrado en Guion Cinematográfico de Ficción en la Escuela Superior de Cine y Audiovisual de Cataluña, también cursó diferentes estudios sobre cine y fotografía en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba (EICTV).

Entre los años 2003 y 2006 fue Agregada Cultural de Venezuela en Francia.

Con el proyecto Aula de cine para pequeños creadores recibió múltiples reconocimientos, entre los cuales destacan el Premio FAMA (Fondo de Aporte Mixto de las Artes, Venezuela, 2003); la Mención Especial del Jurado en el 2do Festival Internacional de Cine para la Infancia y la Juventud (Buenos Aires, Argentina, 2004); y el Premio Especial del Jurado a los mejores documentales en el Festival de Cine de Albacete (España, 2004).

 

Maruví Leonett Villaquirán-póster

En 2015 obtuvo el galardón a Mejor Mediometraje del Festival Internacional de Cine Latinoamericano y Caribeño de Margarita 2015, a fin de optar a la categoría «Ópera Prima».

Y a propósito de su transitar por la escritura, hay que destacar en especial la enriquecedora pasantía que tuvo Maruví en el taller literario La letra Voladora, que dirige la escritora Laura Antillano, y que le permitió dar concreción a un libro de cuentos titulado «Noche de escorpiones» (Ministerio de la Cultura, 2005).

En lo que respecta a esta película “Lunes y martes nunca domingo”, Maruví fue la responsable del guion, además de co-dirigir la cinta junto a Javier Martintereso; un guion que le supuso un trabajo de constancia y disciplina con varias etapas de trabajo y perfeccionamiento.

En este sentido, en una entrevista que le hiciera, en 2008, Laura Antillano, y que sería incluido en el libro “Ellas” (Venezuela, 2013), Maruví ya hablaba de esta película, que finalmente sería concretada hacia 2018 y reconocida con este importante premio internacional a Ópera Prima 12 años después:

“El proyecto se llama ‘Lunes o martes, nunca domingo’, es un road movie, y cuenta la historia de Gregoria, una joven campesina que vive con su abuelo Ezequiel, en Pueblo Nuevo del Sur en el estado Mérida (…) Poco a poco se fueron incorporando elementos en el proceso de crear el argumento, apareció el abuelo y con él la historia de la guerrilla y las desapariciones forzosas, esto le imprimió fuerza al argumento, y un sentimiento por mi parte como escritora, de querer rendirle homenaje a todos aquellos y aquellas que han luchado por una Venezuela más justa (…) En este momento todo lo que escribo está relacionado con el rescate de la memoria. Siento que vivo en un país que tiene una memoria reciente muy frágil y por eso quiero hurgar permanentemente en el pasado para que no se nos olvide quiénes somos y de dónde venimos”.

 

Javier Martintereso 2
El director Javier Martintereso.

 

Desde ese lejano entonces, tras la concepción de la película hoy galardonada en Calatrava, ese guion primigenio tuvo que esperar, pues Maruví debió consagrarse durante dos años al desarrollo del documental Los lunes al mercado, a fin de optar a la categoría «Ópera Prima».

El hecho es que esta talentosa artista venezolana accedió muy amablemente a concedernos una entrevista muy animada en la redacción de ciudadvalencia.com.ve para destacar muchos de esos aspectos, tanto técnicos como humanos, que hay detrás de un logro como este para el cine venezolano en estas primeras dos décadas del siglo XXI.

 

Una familia de poetas que la condujo al cine

Lo primero que nos fue reivindicando Maruví en este encuentro fue su nacimiento en una familia muy sensible a las artes, donde la poesía, el canto, la escritura, el cine, la fueron nutriendo desde su infancia. Así que cuando quisimos saber cómo se definía a sí misma y qué la llevó a forjarse una profesión en el llamado “Séptimo Arte”, pues su familia fue su principal referente…

 

En este momento todo lo que escribo está relacionado con el rescate de la memoria. Siento que vivo en un país que tiene una memoria reciente muy frágil y por eso quiero hurgar permanentemente en el pasado para que no se nos olvide quiénes somos y de dónde venimos

—¿Cómo llegaste, Maruví, al cine, qué o quién te inspiró para hacerte una profesión en el llamado “Séptimo Arte”…?

—Soy una cineasta y escritora. Desde muy pequeña escribía cuentos de misterio y fantásticos.  En una familia de poetas, mi abuelo Juan Villaquirán Páez, mi bisabuelo Juan Villaquirán Chirinos, la escritura está muy bien vista. Mi mamá quería que fuera escritora, yo quería estudiar Biología. Mis tías y tíos llenaron mi infancia de cuentos, de libros y de cine. En la Mérida de mi infancia se podía ver cine de autor, y ahí estaba yo de 10 años viendo a Jacques Tati, a Chaplin en el Gran Casino, el cine de la plaza Milla. Luego, cuando era una adolescente,  llegué a vivir en París, fue allí donde decidí estudiar cine… hace poco encontré una carta que le envié a mi abuela Elena Sandoval decía: “Siento que es mi verdadero camino… no quiero ser una más en la historia”

 

Maruví-médanos

 

—¿Cómo se da la participación de esta película venezolana en el VII Festival Internacional de Cine de Calzada de Calatrava 2020? 

—La película la inscribimos nosotros mismos. Es un festival de Operas Primas en la tierra que vio nacer a Pedro Almodóvar. Aprovecho para aclarar que «Lunes o martes nunca domingo» contó con financiamiento del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), tuvo una coproducción con la Fundación Villa del Cine y Amazonia Films, y tiene un productor asociado, Carlos Marín, con su productora Marín La Cruz Producciones Audiovisuales.

—¿Quiénes te acompañan en esta aventura?

—Me ha acompañado mucha gente, pero compañeros fundamentales, además de Javier Martintereso y Javier Mendoza, han sido Cyril Salager (el traductor), Marco Santaniello (director de fotografía), Violeta Moreno  (diseñadora gráfica), Marco Salaverría (director de sonido), Ilka Valdez (montadora), Carlos Marín y Lisbeth de Marín (nuestros productores asociados) y mucha más gente linda que nos acompaña desde el guion, y que todavía nos acompaña.

—¿Qué es la Cooperativa Buena Hierba Producciones Audiovisuales?

 

Equipo Lunes o martes nunca domingo

 

—Fue creada a finales del año 2013, es una cooperativa audiovisual dedicada a la creación y producción de contenidos para cine y TV. Este es nuestro primer largometraje. Está conformada por Javier Martintereso, co-director y director de arte de la película. Es un profesional de larga data tanto en cine como en publicidad; también por Javier Mendoza, productor y primer asistente de dirección de la película, quien es graduado en producción en la EICTV de Cuba, productor de cine, televisión y nuevos medios, y, claro, por mí.

—¿Qué referentes del cine venezolano puedes citar como posibles antecedentes de tu propuesta fílmica o, por el contrario, cuál es el particular aporte de tu película a estas alturas de nuestro cine?

—La verdad ninguna película venezolana fue mi referente. La primera referencia fue Historias mínimas, de Carlos Sorín (Argentina), con guion de Pablo Sorlaz, por los personajes sencillos, cotidianos y por esas pequeñas historias sin grandes hazañas que nos conmueven precisamente por su simplicidad. El personaje de Lucía es esa ignorancia conmovedora que, en lugar de provocar rechazo o malestar, es graciosa y tierna. Gregoria es sencilla, callada y temeraria y posee la  ingenua sabiduría del pueblo.

 

lucia y los medanos 2
Lucía (Marián Valero) en los médanos.

Otra de las referencias fue El espíritu de la colmena, de Víctor Erice (España), para mí una obra maestra del cine español, la fotografía de esta película fue referencia para la nuestra. Las tonalidades para Gregoria son los colores tierra y miel, como en El espíritu de la colmena. Finalmente, Y tu mamá también (México), por la forma como Alfonso Cuarón retrataba el país desde la ventana del carro. Y creo que mi gran aporte es un cine que rescata la memoria histórica reciente, así como el tratamiento de los personajes femeninos sin estereotipos; por otro lado, la película retrata el país de los tiempos de Hugo Chávez, el tiempo de la esperanza.

—Dos mujeres fundamentalmente se encuentran y emprenden el llamado “viaje de transformación”, aparte de las contrastantes realidades sociales que ambas han vivido, ¿qué espacio ocupa lo masculino en este encuentro, Maruví?

—Lo masculino y lo femenino son desde mi punto de vista indivisibles. El encuentro de ellas se produce a través del personaje llamado Vladimir (Juvel Vielma), un investigador que trabaja en El Astrofísico de Mérida. Es el puente entre el cielo y la tierra. La idea con este recorrido, de salir de las montañas, ir descendiendo, tiene que ver con  el arco de transformación de los personajes. Siempre en las películas de subgénero “road movies” se busca representar no sólo el desplazamiento físico que realizan los personajes, sino también esos desplazamientos internos que efectúan los mismos a través de sus emociones y recuerdos.

 

Lunes o martes nunca domingo
Maruví Leonett Villaquirán junto a la actriz Moyra Ángeles en el papel de «Gregoria».

 

—Los escenarios principales se trasladan a la provincia venezolana, con Caracas muy a la distancia, y justo allí se confrontan dos visiones del país donde los credos políticos entran en juego, ¿hasta qué punto hay un reflejo del país que vivimos?

Me interesa particularmente contar historias de la periferia. Esta historia comienza y termina  en pueblos pequeños, “de esos que no los dibujan en los mapas” (esto es un diálogo en la película)… Cuando borras la periferia, borras los pueblos, borras a su gente, estás borrando de un solo golpe la identidad de un país. “Lunes o martes nunca domingo” visibiliza la invisibilidad. Visibiliza a la guerrillera, a la campesina, a la mujer víctima de violencia de género, al desaparecido político, a la música de nuestro pueblo. Voy a contarte una anécdota:

 

El personaje de Lucía es esa ignorancia conmovedora que, en lugar de provocar rechazo o malestar, es graciosa y tierna. Gregoria es sencilla, callada y temeraria y posee la  ingenua sabiduría del pueblo.

El compositor que habíamos contratado para hacer la música original no daba con el tema del final, esas son cosas que pasan, un día mi prima Deusdedith Villaquirán me envía una pieza en bandolina bellísima, al escucharla dije: “Esta es la pieza”. Resulta que es un médico de Tinaquillo,  que también es compositor, Martín Hurtado; quien junto a un grupo de música llamado El ensamble calle real ejecutó tres piezas de su autoría para la película. Y te quiero complementar esto con un fragmento de lo que es la Nota de Intención de nuestra película:

 

Vivo en un país con una memoria endeble, pocos quieren recordar el pasado. Muchos habitan un país pintado y maquillado como las misses que nos representan en el exterior. Sin embargo,  en ese mismo país, los muertos del pasado brotan de la tierra.

 

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Gregoria y su abuelo Ezequiel (Asdrúbal Meléndez).

 

 Lunes o martes nunca domingo es un road movie por ser la historia de un viaje, de un viaje de dos mujeres Gregoria y Lucía, dos mujeres muy diferentes una de otra, que se cruzan para realizar un camino juntas. También es un viaje en el tiempo que nos permite desenterrar el pasado, y entender que el pasado como decía Proust, no sólo no es fugaz, es que no se mueve de sitio. En lunes o martes nunca domingo hablamos de lo interno,  de un mundo hermético, a veces lleno de secretos, y de lo externo, el afuera,  la vida en  su perenne e imparable recorrido…”

—¿Quiénes son tus referentes, Maruví, dentro del cine como maestros, tanto venezolanos como extranjeros?   

—Luis Buñuel, Antonioni y Pasolini, Alan Resnais, Tomás Gutiérrez Alea, Fernando Birri, Glauber Rocha, Víctor Erice, Berlanga, León de Aranoa, Luis Alberto Lamata, Kim ki duk, Agnes Vardá,  Krzysztof Kieślowski…

 

Cuando borras la periferia, borras los pueblos, borras a su gente, estás borrando de un solo golpe la identidad de un país. “Lunes o martes nunca domingo” visibiliza la invisibilidad. Visibiliza a la guerrillera, a la campesina, a la mujer víctima de violencia de género…

—¿Se respetó tu trabajo como guionista durante el desarrollo de las filmaciones?

—No hubo problema, porque soy co-directora…

—¿Hubo cambios significativos o tuviste pleno control del resultado?

—Cambios significativos no. Lo normal que ocurre en el proceso, hay escenas que se terminan suprimiendo tanto en rodaje como en montaje. El guion fue muy trabajado y corregido. Quedé en varios laboratorios de guion y desarrollo de proyectos internacionales que permitieron llegar al rodaje con un guion muy sólido. Por otro lado, durante la pre-producción hicimos un intenso trabajo entre Javier Martintereso, Javier Mendoza y Marco Santaniello,  también con Salaverría. Luego, el trabajo con las actrices y los actores, es decir, con Marián Valero y Moyra Ángeles, Asdrúbal Meléndez y Juvel Vielma, Larissa Costas y Luis de Lima. Todo esto hace que llegues al rodaje con mucha claridad de lo que se quiere.

 

Lunes o martes, nunca domingo-el abuelo Ezequiel

 

—¿Qué significa este reconocimiento dentro de tu trayectoria? ¿Qué dentro de la historia de nuestro cine? (Por ejemplo, “Azul y no tan rosa” fue premiada también en España con el Goya en 2014, sin embargo, en lo personal, no veo allí un aporte significativo, sino una subordinada admiración por Almodóvar —a quien respeto—, y una indigesta alusión a “Todo sobre mi madre”…).

—Un premio es un reconocimiento al trabajo, el premio  incrementa la expectativa en el público, el premio asegura una continuidad para los  futuros proyectos. Dentro de la historia del cine es un aporte a la cinematografía nacional.

 

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—Tu formación y trayectoria muestran a alguien que ha perseverado dentro del mundo del cine, con logros concretos y respetables, ahora bien ¿se puede vivir de esto en Venezuela, ha valido la pena el empeño?

—Podíamos hacerlo bastante bien hasta hace unos años, gracias al impulso que dio la Ley de Cinematografía en el 2005. Sin embargo, entre escribir guiones, dar tutorías de guion y talleres (incluso me han contratado para dirigir), puedo  vivir de mi profesión.

 

«Lunes o martes nunca domingo» contó con financiamiento del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), tuvo una coproducción con la Fundación Villa del Cine y Amazonia Films, y tiene un productor asociado, Carlos Marín, con su productora Marín La Cruz Producciones Audiovisuales.

—¿Sientes, Maruví, que este galardón llega en buena hora como reconocimiento para el cine venezolano?

—Creo que sí, en las redes Venezuela lo sintió suyo y eso es un honor, nuestro país necesita de buenas noticias.

 

 

Maruví-Rodaje_24_baja

 

—¿Está tu generación marcando una pauta hacia logros concretos?

—El cine venezolano, gracias a esa ley que ya te comenté abrió las puertas para que un número considerable de personas pudiera realizar sus obras, también permitió que se formara una cantidad importante de profesionales; de hecho, nuestro director de fotografía, Marco Santaniello, y Marco Salaverría, nuestro director de sonido, son fruto de las becas que otorgaba el Centro Nacional Autónomo de Cinematografía para formarse en la EICTV en Cuba. Sin embargo, la situación actual es de mucha incertidumbre,  si no hay protección del Estado, estamos destinados al naufragio. Nuestra generación, como la del boom de cine venezolano de los años setenta, ha aportado bastante a la cinematografía nacional.

—¿Y a que se debe, Maruví, ese nombre tan particular de la película?

—Sucede que Lucía es la mujer «de los lunes y los martes», pero nunca de los domingos (es la amante, pues), y por otra parte Ezequiel, el abuelo de Gregoria, nunca tuvo un domingo, es decir, desde que «desaparecieron» a la mujer que fue el amor de su vida, «nunca tuvo un domingo»…

 

Ciudad VLC / Ramón Núñez / Fotos cortesía M. L. V.