El gobierno de Siria denunció, mediante una carta dirigida a las Naciones Unidas (ONU) y al Consejo de Seguridad de esa organización, la brutal masacre cometida la madrugada del jueves 8 de febrero por la llamada “Coalición Internacional”, liderada por Estados Unidos.
La matanza, de más de 100 militares del ejército Sirio, fue perpetrada con un ataque aéreo y de artillería justo cuando tropas sirias lanzaban un asalto contra los terroristas de las llamadas Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), en Deir Al-zoor, apoyadas por Washington.
En un comunicado, más temprano, la llamada coalición anti-EIIL (Daesh, en árabe) que lidera EE.UU., indicó que la agresión aérea y de artillería se llevó a cabo después de que las fuerzas sirias “iniciaran un ataque no provocado” contra un cuartel general de los mercenarios del FDS, donde sus asesores y los de la coalición estaban trabajando junto a los terroristas.
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Inmediatamente la Cancillería siria condenó que este ataque contra el FDS sea calificado como un crimen de guerra, un crimen contra la humanidad, y un acto de apoyo directo al Estado Islámico (EI).
De esta manera, Siria exige a las Naciones Unidas que condene esta masacre y impute a la llamada Coalición Internacional con la responsabilidad de la misma, así como plantea exigir a esta alianza ilegal que detenga sus crímenes y agresiones que han dejado muertos o heridos a miles de civiles, niños y mujeres en su gran mayoría, y han causado incalculables daños en infraestructura y propiedades, tanto públicas como privadas.
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El gobierno Sirio, además, aclaró que la presencia ilegal de las fuerzas estadounidenses en su territorio está destinada a mantener el apoyo a los terroristas de Daesh y sus mercenarios, así como crear zonas seguras para estos mismos grupos y obstaculizar cualquier esfuerzo efectivo y serio encaminado a la lucha contra el terrorismo. De esta manera, el gobierno norteamericano busca prolongar la crisis en Siria en función de sus propios intereses y los de “Israel” y sus herramientas: los terroristas.
