conciencia

Cuando se tiene conciencia de periodista, lo que se obtiene es una irremediable carga de cosas, algo así como si se tratara de un camión de mudanzas que recorre un largo camino y va dejando en lugares como postas, algunas respuestas y recogiendo nuevas solicitudes para entregarlas a otros destinatarios; es lo que aprecio como ser periodista, es decir, un intermediario en la sociedad.

Lo entiendo de esa manera porque es lo que he sentido y recordado lo que me dijeron talentosas personas durante mi proceso de formación y también porque observé, presencié, algunas realidades en ese tiempo, como cuando pude apreciar cómo un estudiante, sentado en un pupitre frente a la Cátedra de Periodismo Informativo, presentaba su examen oral ante un prestigioso Héctor Mujica:

– Dígame bachiller, ¿ En qué quedó la tira del Fantasma la semana pasada?
– ¡Discúlpeme profesor, yo me he estado estudiando todos los temas que usted asignó para el examen y lo que me pregunta nada tiene que ver con los temas!
– ¿Usted aspira ser periodista, bachiller?
– ¡Claro profesor!
– ¡Pues si ese es su deseo, debe leer los periódicos todos los días!, dejó claro Mujica.

Lo decía todo nuestro apreciado catedrático y es que un buen periodista debe estar plenamente bien informado y lo confirmo al contar, tiempo después, la experiencia que viví en una simple conversación informal a las puertas de la Escuela:

-¿Sabes Pedro qué sucedió en la Sociedad Venezolana de Orquidiología el fin de semana?
– El hombre me batuqueó con la pregunta, pues si bien la había oído nombrar, no tenía idea de que ocurriera algo.
– En realidad lo ignoro profesor, le dije.
– Me observó mientras lanzaba una bocanada de su vicerroy y simplemente me dijo:
-¡Estás raspado!

Inmediatamente pasó a explicar que por diferencias en el seno de dicha sociedad, hubo una división y salieron dos grupos con dos directivas, lo que presagiaba para aquel entonces, una división en dicha organización, pero lo que había expresado el profesor Mujica fue una simple realidad, no puedes ser periodista si no andas bien informado.

 

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Y eso es lo que debe ser un buen periodista, un profesional bien informado o al menos muy conocedor de la fuente que le ha tocado manejar y las relaciones de su fuente con otras. Estar bien informado, hoy día, significa mucho más, porque las redes sociales son amplísimas y ya no basta con manejar la fuente sino involucrarse o conocer el mayor número de acontecimientos que nos rodean, porque vivimos en una especie de aldea global, donde estamos en contacto directo con las cosas que ocurren al otro lado del mundo, sea de noche o de día, con lluvia, nieve o lodo, donde las alegrías y dolores de otros nos impactan.

Pero hay dos asuntos mas que deben llenar la dinámica vida de los periodistas y esos asuntos son llevar la verdad como un tatuaje en la frente y leer, en lo posible, un par de páginas de un libro cada día. Juan Manuel Polo, un periodista español que vivió mucho tiempo con nosotros en Venezuela, quien escribía «Sorbos de Café», en El Nacional de Miguel Otero Silva, solía recomendar con mucha validéz, no solo la lectura sino la escritura y sobre esto último, un día colocó en mi libreta «Ni un solo día sin escribir ni una sola línea», una especie de sentencia de Plinio, ignoro si el viejo o el joven, pero que invitaba a los periodistas no solo a escribir sus informaciones del día, sino a explorar otros géneros de la literatura.

 

Pedro Estacio 

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