Poemas de Pablo Antonio Cuadra adrede es una breve selección nuestra referida al tema político. En este caso, por vía del cristianismo católico activo, tenemos la presencia norteamericana en Nicaragua que combatió Sandino entre 1929 y 1933. Junto a Ernesto Cardenal, Manolo Cuadra y  José Coronel Urtecho integraron el movimiento de Vanguardia en su país y forman parte imprescindible de la Poesía del Decir en el continente y el resto del mundo. Esta breve antología de su poesía comprometida y político-social, al igual que la «Oda a Roosevelt» de Rubén Darío, sigue vigente y alienta la emancipación de América Latina en un todo mestizo y popular. JCDN. 

U.S.M.C.
(United States Marine Corps)
Viene el marinero fiero
con tres sirenas pintadas
Por el agua
viene a Nicaragua
a pelear.
¡Por el agua del mar!

Madre: me voy a jugar
la vida, voy a pelear.
Tira al aire una moneda
a ver qué camino queda
a Nicaragua:
Si es que me voy a luchar
Por la tierra o por el agua
a la montaña o al mar.

Digo que soy marinero
soldado digo que soy
y me voy
por el agua
del Lago de Nicaragua
a pelear.
Remo porque soy remero
y me voy porque yo quiero
libertad.

Dame el rifle y el puñal!
Madre: voy a pelear.
Del extranjero
viene el marinero fiero,
viene – – ¡y no volverá!

(1930)

VE EL FILM «SANDINO» DE MIGUEL LITTIN

INTERVENCION

(poema para pegarse en las paredes)

Ya viene el yanqui patón
y la gringa pelo é miel.
Al yanqui decile:

go jón
y a la gringuita:

veri güel.

PATRIA DE TERCERA
Viajando en tercera he visto
un rostro.
No todos los hombres de mi pueblo
óvidos, claudican.
He visto un rostro.
Ni todos doblan su papel en barquichuelos
para charco. Viajando he visto
el rostro de un huertero.
Ni todos ofrecen su faz al látigo del «no»
ni piden.
La dignidad he visto.
Porque no sólo fabricamos huérfanos,
o bien, inadvertidos,
criamos cuervos.
He visto un rostro austero. Serenidad
o sol sobre su frente
como un título (ardiente y singular).
Nosotros ¡ah! rebeldes
al hormiguero
si algún día damos
la cara al mundo:
con los rasgos usuales de la Patria
¡un rostro enseñaremos!
(Posoltega.)

El polígrafo nica Pablo Antonio Cuadra

EL VIEJO MOTOR DE AEROPLANO
En el Valle de «Ciudad Antigua»
a doce leguas cansadas de la ciudad de Nueva Segovia
los campesinos vendieron un viejo motor de aeroplano.

Era una noche de mil novecientos veinticinco
ceñida de jazmines como las doncellas que mueren sin amante.

La avioneta equipada con ametralladoras y raros telescopios
cubrió de sangre las húmedas espadas del trigal
y el más viejo aviador de la armada
abandonó sus cruces de plata por una muerte trágica y violenta.

Nadie reconoció en las palpitaciones noticiosas de los diarios
aquella hermosa cerviz californiana
que tuvo la osadía de batirse cuerpo a cuerpo con las nubes de Hawai..
La ciudad hormigueante, a solicitud de los grandes avisos de color,
penetraba con vagos anhelos deportivos en los cinemas y los bares
mientras a la luz terrosa de los barrios los niños con papeles
reproducían aviones y volvían a la muerte
asesinando las aves forasteras.

Las esquivas coloraciones del inmenso valle anaranjado y violeta
tomaban en la soledad asfixiante de las fotografías
el extraño matiz de los sueños oprimidos por el miedo.
—Ahí estaba postrado el gran esqueleto del pájaro
y la gorra destrozada con las altas insignias militares—.
Se ignoraba el motivo.
Los más antiguos científicos indagaron las capas atmosféricas
donde antes solamente vagaban
las ansiosas pupilas de los sembradores que interrogan al sol
y los pájaros de tendencias musicales.

Luego durmieron los ricos comerciantes y las jóvenes hermosas.
Una dama de negro recibía esquelas enlutadas
y se preparaban los alcaldes para nuevas agitaciones.

Sólo tú —guerrillero— con tu inquieta lealtad a los aires nativos
centinela desde el alba en las altas vigilias del ocote
guardarás para el canto esta historia perdida.
(Nueva Segovia.)

Edición venezolana de una Antología Poética de Pablo Antonio Cuadra

POEMA DEL MOMENTO EXTRANJERO EN LA SELVA
(A varias voces.)
En el corazón de nuestras montañas donde la vieja selva
devora los caminos como el guás las serpientes
donde Nicaragua levanta su bandera de ríos flameando entre tambores
[torrenciales

allí, anterior a mi canto
anterior a mí mismo invento el pedernal
y alumbro eli verde sórdido de las heliconias,
el hirviente silencio de los manglares
y enciendo la orquídea en la noche de la toboba.

Llamo. Grito. ¡Estrella, ¿quién ha abierto las puertas de la noche?
Tengo que hacer algo con el lodo de la historia,
cavar en el pantano y desenterrar la luna
de mis padres. Oh! ¡Desata
tu oscura cólera víbora magnética,
afila tus obsidianas tigre negro, clava
tu fosforescente ojo ¡allí!
En la médula del bosque
500 norteamericanos!
Vienen marchando.
Cantan entre sotocaballos y ñámbaros
Cantan al paso y caen
desde las altas copas las últimas lunas nicaragüenses.

(Rojas lapas hablan lenguas locas.)
En el corazón de nuestras montañas 500 marinos entran con ametralladoras.

Oigo voces.

Tú ngala del sapo
Túngala
ngala Tú
Andrés Regules —»tu escopeta era prohibida»—
Ahora cuelgas del manglar.
Orlando Temolián
Fermín Maguel (túngala, túngala).
Acripena, su esposa (todos mískitos)
más altas que las palmeras las llamas del caserío.

Quinientos norteamericanos hacen la guerra.

Los árboles tienen su fruto en secreto.
Oigo voces

Tú ngala
ngala Tú
Los niños en los pipantes
navegan huérfanos.
Pero hemos dicho que la selva es un viejo animal sobre la tumba de
[nuestros muertos
Hemos dicho que en el árbol de la noche el silencio empolla gavilanes
[furiosos.

Oigo voces.
Túngala, grita el sapo
Túngala,clama el sapo-buey
Top, top, top, atestigua la iniquidad
el gran pájaro del sotocaballo.
Y vemos llegar al Pálido,
al Ojeroso-del-Alba con sus nubes de mosquitos zumbando y saliendo de
[las cuencas de su calavera
Y oímos sonar sus diminutos clarines
de pantano en pantano.
Ah, vosotras!, neblinas húmedas
—grita—. ¡Ah!, nubes húmedas
nubes de inextinguible estridencia
Finas espadas de la fiebre
Anófeles
ínfimas águilas del pequeño escudo pisoteado
«e plúribus unum»
¡ Ah!
presenciamos
el retiro precipitado de 500 norteamericanos
pálidamente derrotados
quemadas las sangres por la última llama del rancho de Acripena,
temblando el frío de la muerte Andrés Regules,
el frío de la muerte de Orlando Temolián,
de Fermín Maguel (todos mískitos)
500 norteamericanos van huyendo,
maláricos
rastros perdidos de pantano en pantano
delirantes
Túngala
Tú ngala
El gran sapo salta, compadre,
La lluvia llama otra vez.
Oigo voces: las arañas azules
tejen una nueva bandera virgen.
Anterior a mi canto
anterior a mí mismo,

en el corazón de nuestras montañas
donde invento el pedernal y alumbro
bajo el verde sórdido de las heliconias
bajo el hirviente silencio de los manglares
sus blancos huesos delicadamente pulidos por las hormigas.
(A lamicamba.)

FICHA DEL AUTOR (Tomada del portal web «Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea»).

AQUÍ LA FICHA BIOGRÁFICA COMPLETA

Pablo Antonio Cuadra (Managua, 1912 – 2002) Poeta nicaragüense, una de las principales figuras del vanguardismo en Centroamérica. A la gran influencia que ejerció su obra en las letras nicaragüenses, debe sumarse su intensa labor como impulsor y difusor de la literatura en el país. Licenciado en derecho, ejerció principalmente el periodismo y la docencia universitaria y desempeñó diversas misiones diplomáticas. Desde 1964 presidió la Academia Nicaragüense de la Lengua.

Entre sus poemarios deben destacarse Poemas nicaragüenses (1934), Canto temporal(1943), La tierra prometida (1952), El jaguar y la luna (1959) y Cantos de Cifar (1971), libros en los que reaccionó contra el llamado «rubendarismo» o degradación meramente ornamental del modernismo de Rubén Darío, en defensa de una lírica basada en la lengua coloquial, más desnuda y sincera, y despojada de retórica y falsa elegancia.

Otros títulos de su producción son Zoo (1962), Doña Andreíta y otros retratos (1971), Tierra que habla (1975), Estos rostros que asoman en la multitud (1976) y Siete árboles contra el atardecer (1980). En 1996 publicó una antología que abarcaba toda su producción hasta la fecha.

LEE ESTA SEMBLANZA DE OTRO POETA DEL DECIR: «GALLO» MUJICA

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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