historia

Como parte de la historia y en su “Discurso ante el Congreso de Angostura” de 1819, el Libertador Simón Bolívar expresa su asombro ante el espectáculo de contemplar la opresión organizada sobre los hombres. “Si la costumbre de mirar al género humano conducido por pastores de pueblos -dice el Padre de la Patria-, no disminuyese el horror de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos al ver nuestra dócil especie pacer sobre la superficie del globo como viles rebaños destinados a alimentar a sus crueles conductores”.

Así, el Libertador exhorta a la lectura crítica de los sistemas de gobierno y que expresan sistemas sociales con sus estratos privilegiados frente a mayorías a quienes se inculco mediante los sistemas culturales y educativos, el hábito de la sujeción. He allí un escollo, los viejos aparatos dominantes que siguen ejerciendo su poder sobre las conciencias, mucho después de que se iniciara un proceso con potencialidades revolucionarias.

 

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Y tal oportunidad, la de avanzar dentro de una extensa onda revolucionaria, fue la que conoció la Venezuela y la Suramérica de Simón Bolívar y la Gran Colombia, oportunidad que naufragó como se sabe, por debilidad conceptual, doctrinaria y de visión, en quienes debieron proceder como cuadros fundamentales del Libertador en la magna empresa de demoler el viejo edificio del oscurantismo y la disgregación, consagrar el abolicionismo, educación popular y reparto entre la base de soldados, de las tierras que formaban los Bienes Nacionales según decreto de 1817.

Hoy en 2018, la Venezuela Bolivariana transita una segunda oportunidad: la del proceso de liberación nacional y soberanía económica, que demanda firme apoyo moral, de calle en la construcción de una base productiva real y diversificada. En esta Venezuela, un pedacito de la superficie de la Tierra, debe imponerse en paz, la fuerza de la soberanía y la dignidad de Patria, haciendo retrotraer los fantasmas de la agresión externa y cerco financiero contra la patria de Bolívar.

 

Néstor Reverol 

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