Hemos iniciado una bonita experiencia de creación literaria en el liceo Manuel Antonio Malpica, ubicado en el municipio Naguanagua, con jóvenes que acaban de finalizar el primer año de bachillerato.

 

La actividad apenas comenzó cuando ellos terminaban el año escolar y ya ha dado sus frutos. Hemos contado allí con la valiosa colaboración de la profesora Minerva Pulido, del Área de Literatura.

 

taller literario-laura antillano-liceo malpica

Ha sido una experiencia que nos entusiasma, con jóvenes interesados, con ideas, emociones y curiosidades refrescantes.

 

Esperamos continuar esta labor y sumar a otros interesados en la medida en que estén bajo la tutela de gente sensible y consciente del valor de actividades como estas, especialmente para la juventud. Así que les presentamos algunos de sus relatos a continuación, con todo el cariño y el entusiasmo que nos embarga.

 

 

Y va de cuentos…

 

Pescar

Una tarde muy divertida, mi tío Manuel Enrique nos llevó al río.

 

Había muchos peces de todos colores, él y yo capturamos alrededor de 50 cada uno, la tarde estaba cayendo y nos fuimos a casa, claro, no nos podíamos olvidar de los peces. Mi tío los metió en un pipote de agua.

 

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Cuando llegamos a casa mi tío hizo un pequeño estanque de agua salada y pusimos a los peces allí con suficiente agua, y cada día les dábamos comida. Estaban muy bien cuidados, pero llegó el viernes y no quedaba ni un pez en el estanque, el día siguiente el tío Ramón Enrique fue de visita como de costumbre y muy triste le conté lo de los pececitos, él no se lo podía explicar.

 

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Al día siguiente el tío nos llevó al río de nuevo y nos volvimos a traer muchos peces que murieron también. Llegó de nuevo el fin de semana y fuimos otra vez al río, pero esta vez le dije a mi tío: “Los peces de río no pueden estar en un estanque de agua salada”. Mi tío comprendió y aceptó, y ya no hubo más tristeza, ni más peces muertos.

Keydi Pino, 1ero C.

 

***

 

Los zapatos

Había una vez un niño llamado Moisés, él tenía 12 años y una mala situación económica; su sueño era jugar fútbol, pero el dinero que tenían no era suficiente para ingresar a una buena escuela de fútbol.

 

Se inscribió en un liceo cerca de su casa, lo acosaban mucho por su clase social, pero jugando en la cancha no había nada que pudiera pararlo. Su institución organizó algunos partidos. Había otro niño llamado Samuel, muy bueno en el juego, pero no como Moisés.

 

Moisés hacía jugadas de video-juegos y eso causaba envidia a Samuel.

 

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Cuando les tocó jugar a los dos, era un show de goles hasta que, en una jugada, Samuel le dio una terrible patada a Moisés y lo lesionó, más tarde Samuel fue expulsado por lo que había hecho.

 

A Moisés esa lesión lo dejó casi sin chance de volver a jugar fútbol, la noticia lo dejó muy triste. Sus zapatos ya no servían para nada. Pero unos meses más tarde la lesión ya no era problema. Estaba recuperado, pero no era el mismo de antes. Era más callado y lo acosaban en la escuela y no podía defenderse con la pelota.

 

Cuando ya estaba cumpliendo 13 años, su padre, con mucho amor, le regaló unos buenos zapatos y una pelota. Ya eso significaba que podía jugar fútbol. Pasaron meses y su padre no aparecía, nunca más volvió, los había abandonado.

 

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Pasaron los años y, por fin, Moisés firmaba como parte de un gran equipo, pero quería usar los zapatos viejos y sucios que su padre le dio. Él pensaba que si no usaba esos zapatos no jugaría bien. Su madre le dijo que jugara por su pasión, no por los zapatos.

 

Moisés aceptó y años después fue un gran futbolista. Aunque todo se lo debía a sus zapatos…

Isaac José Arriechi Navas, 1er Año.

 

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Ella y el caballo

Había una niña a la que le gustaba caminar todos los días por un prado, se llamaba Ana, ella decía que era una maravilla pasear en el prado porque era un sitio de relajación y paz, ya que sus padres discutían por cualquier cosa.

 

Un día, Ana estaba caminando cuando escucho un ruido extraño. Ana salió corriendo rápidamente hacia donde el sonido se escuchaba y encontró un caballo que estaba lastimado. Tenía rasguños  y cortadas. Ana trató de buscar como agarrarlo, pero ese caballo no era cualquier caballo, era un caballo salvaje.

 

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El caballo se movía inquietamente para tratar de irse, pero su cuerpo rasguñado y cortado no podía pararse. Ana preocupada por él se le fue acercando poco a poco, hasta que llegó a tocar al caballo y él se quedó tranquilo, ya que sabía que Ana era una niña amorosa, que siempre traía en la cartera algunas vendas. El caballo se pudo poner de pie, estaba un poco débil, Ana lo fue arreando poco a poco hasta donde estaban sus padres.

 

Ella lo metió en un establo viejo y al día siguiente fue a llevarle manzanas para que el caballo comiera. Cuando llegó al establo la puerta estaba rota, el caballo se había escapado. Ella salió corriendo y se puso contenta cuando lo vio porque él podía caminar. Él caballo la vio y la trató con cariño, ella le dijo que iba a ponerle un nombre, lo llamó Rayo porque corría veloz.

 

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Ana se montó en él y lo hizo su amigo y paseó por el prado. Ana todos los días venía a pasear con el caballo y le cantaba, felices así pasaron los años. Pero él entonces estaba un poco triste, ella pensó que estaba enfermo hasta que un día vieron una manada de caballos salvajes, Rayo encontró a su familia, se puso a mirarlos, y Ana le dijo: “Necesitas a tu familia, y lo dejó”. Desde entonces, él la visita una vez al año.

Andrés Pinzón, 1er año.

 

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***

 

Ding Dong

En una región de Japón llamada Kioto quedaba un templo budista que poseía una campana cuyo tañido era tan dulce que mantenía al pueblo en una plenitud y un bienestar maravillosos.

 

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Era aproximadamente el año de 1784, y cinco años más tarde comenzó a agrietarse la campana. De esa grieta salieron espíritus malignos, colmando al pueblo de desgracias.

 

La amabilidad se desvaneció por completo, pero la gente, de a poco, comenzó  a organizarse. Y sin miedo a nada sacaron a los espíritus malignos a las patadas. Por eso recuperaron su tranquilidad.

Yomer Valencia, 1er año.

 

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Laura Antillano / Dame Letra / Ciudad VLC

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