Convencido de que la Revolución Bolivariana es una maravillosa y poderosa fuerza socio-filosófica, pletórica de profundo humanismo y amor patrio, capaz de enfrentarse a las más perversas alienaciones emanadas del capitalismo, el cineasta Carlos Azpurua conversó con el Diario Ciudad Valencia sobre la feroz arremetida golpista, económica, política y geoestratégica, planificada desde Washington por el imperio yanqui en contra Venezuela.

 

En el marco de los homenajes que le brindó el Gobierno Bolivariano de Aragua por sus aportes al cine nacional, el director del film “Disparen a matar” y de los documentales “Yo hablo a Caracas”, “Conspiración petrolera”, “La retoma de Miraflores” y “Sabotaje en el lago”, entre otros, destacó la importancia de reconocer las causas estructurales de esta guerra y bloqueo económico que sufre el país.

 

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“Estamos siendo víctimas de los más descarados azotes del neo-colonialismo norteamericano-europeo, que trasciende al golpe de Estado en marcha. El imperio yanqui pretende asaltarnos a mano armada, para adueñarse de nuestros recursos naturales. Y ante la impotencia de vencer a la Revolución Bolivariana, violan todas las normativas legales posibles. Esta intentona feroz del imperio, por desgarrar a nuestro Pueblo y desintegrar nuestra Patria es de extrema peligrosidad para la paz mundial”.

 

Azpurua, militante del partido “Patria para Todos” (PPT) y cineasta de larga trayectoria, tanto en el cine documental como en el de ficción, expone sus inquietudes con una lógica coherente, irrefutable, «que no sabe explicarse sin las debilidades que la vuelven poderosa, y sin sus errores más acertados».

 

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Su verbo se torna en texto filosófico electrizante y vivo, magullado por desplantes de mil manías burguesas, el calvario de una clase social oligarca y golpista, enferma y desahuciada.

 

Rescato las palabras de la última alocución de Chávez: “Unidad, Lucha, Batalla y Victoria”, pero sobre todo Unidad. Debemos estar más unidos que nunca, para poder hacer frente a la terrible coyuntura que estamos viviendo

“La política me ha enseñado a luchar por el bien de los demás. Al cine lo concibo como arte en su capacidad de combatir, emocionar y ayudarnos a crecer como seres humanos, a medida que comprendemos la vida y el contexto social en que vivimos. Por ello, debemos  entender que, en la realidad geopolítica actual, Venezuela es el epicentro donde el mundo se juega el futuro. Somos el lugar de confrontación entre potencias imperiales y modelos socialistas anti-capitalistas. Rescato las palabras de la última alocución de Chávez: “Unidad, Lucha, Batalla y Victoria”, pero sobre todo Unidad. Debemos estar más unidos que nunca para poder hacer frente a la terrible coyuntura que estamos viviendo”.

 

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Azpurua le imprime a sus palabras una fascinación irreverente, capaz de cortar con su filo todo paradigma de sumisión o esclavitud.

 

“A través del Séptimo Arte, el imperio yanqui nos vende falsos conceptos perceptivos sobre nuestra realidad. La industria cultural nos bombardea constantemente con este medio de comunicación tan potente como lo es el cine hollywoodense, entendido como medio de dominación y penetración ininterrumpida. Contra este flagelo debemos luchar los cineastas latinoamericanos. Asumo al cine como la razón de mi vida. Enorme compromiso con la Patria y hermosa manera de ir al encuentro de nuestras realidades, para afianzar nuestra identidad como Pueblo”.

 

 

Reflexiones desde el documental político

-¿A qué razones atribuyes este auge del documental político en Venezuela?

-No sé si lo pudiéramos catalogar como “auge”. Como en todo proceso político, los creadores audiovisuales expresan las contradicciones. Y en este caso, los cineastas que ideológicamente apoyamos la Revolución Bolivariana asumimos la expresión y realización de documentales que reflejen la realidad del país. Unos con mayor sensibilidad, otros con mayor racionalidad.

 

Carlos Azpurua reconoce que solo una revolución social íntegra proporcionará a la humanidad los medios para fortalecer sus capacidades amatorias. De organizar humanamente a la sociedad, desde donde pasará a ser sujeto amante, con voluntad propia y fuerza emocional para vencer los perversos embates imperialistas.

 

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“Mis trabajos se caracterizan por ser simplemente consecuentes conmigo mismo.  Están cuadrados con la Revolución Bolivariana y sus aspiraciones de cambio y plena justicia social. En esta coyuntura, intento dar respuestas a la terrible avalancha  mediática que nos bombardea a diario con falsos positivos, deformando la realidad. Mi tarea como cineasta comprometido con este proceso, es ubicarme en el territorio donde pueda ser más efectivo defendiendo mis ideales de vida”.

 

-¿Consideras al cine como poderosa herramienta de transformación social?

-Si no lo creyera, ¿qué sentido tendría mi trabajo? Sé que una película no hace una revolución, pero forma parte de un proceso de orientación. Como creador audiovisual, me siento satisfecho de acompañar un proceso que, a pesar de sus errores, sobre los cuales debemos reflexionar y corregir, encuentro un crecimiento cualitativo y cuantitativo en términos políticos y sociales. Debemos sortear la resistencia del imperio yanqui, ante nuestro proyecto absolutamente antagónico. Hay que asumir el impacto de lo que este proceso significa como rompimiento de los paradigmas del proyecto capitalista de dominación económica. Uno siente que tiene muchísimos años luchando para que estos cambios sucedan. Se trata de un proceso revolucionario de lucha anti-imperialista que tiene su historia. Creer que la historia comienza con el Comandante Chávez sería anti-histórico.

 

El discurso del cineasta Carlos Azpurua, influenciado en su juventud por el cine-guerrilla de Jean Luc Goddard, produce insurrecciones contra la explotación. No puede ser separado de la indignación ante el espectáculo de la degradación, miseria y barbarie, implícitas en el feroz capitalismo.

 

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Como creador audiovisual, me siento satisfecho de acompañar un proceso que, a pesar de sus errores, sobre los cuales debemos reflexionar y corregir, encuentro un crecimiento cualitativo y cuantitativo en términos políticos y sociales.

Por eso, la filosofía de Azpurua no divide al deseo revolucionario, sino que lo integra a su praxis de alta dignidad, que lucha por terminar con alienaciones y desigualdades sociales.

 

“Hay tres áreas fundamentales que te ayudan a comprender la vida: arte, política y emociones. A través de ellas, logro regresar a mi centro original para hacer un cine profundamente comprometido con el Pueblo”.

 

 

Claudio González Luna / Ciudad VLC

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