BARCA DE PAPEL (15): CARTEL DE FERIA, Enrique Mujica

Barca de Papel (15): Cartel de Feria, Enrique Mujica se refiere a este volumen de cuentos breves de nuestro escritor guariqueño. Otro título narrativo del Decir. JCDN.

El poeta y narrador Enrique Mujica, foto de Yuri Valecillo para la antología «Rostro y Poesía» de la UC

El poeta Enrique Mujica (San Juan de los Morros, 1945) también ha incursionado con mucha fortuna en el género narrativo, no como compartimiento estanco sino en tanto prolongación de su indagación obsesiva en torno al lenguaje poético en toda su diversidad. La novela “Acento de Cabalgadura”  (en sus tres ediciones de 1989, 1990 y 2009: Universidad de Carabobo, Ateneo de Calabozo y Fundación Editorial el perro y la rana, respectivamente) trasciende las convenciones de género literario para recrear la lengua oral del campesinado, heredera del castellano antiguo y mestizo que constituyó a Venezuela y el Continente. Por tal razón, este título ocupa un lugar destacado en nuestro (Anti) Canon nacional y, por qué no, latinoamericano.

“Cartel de Feria” (el perro y la rana, 2009) es un interesantísimo volumen de cuentos breves que diversifica la búsqueda del Gallo Mujica en la vivacidad y transparencia del Decir por vía de la narrativa. La propuesta de esta “Novela de la breve historia en cuentos de campamento y otros poemas”, no sólo desafía el discurso literario canónico sino que lo subvierte: Priva el habla y el lenguaje despojado de artificios, incluso más allá de la configuración cerrada y complaciente de la anécdota.

LEE ESTOS CUENTOS BREVES DE ENRIQUE MUJICA

El volumen de narrativa breve del Decir de Enrique Mujica

Mujica nos conduce por las trochas de la anti-literatura per se: Es narrativa del Decir en la más impune y díscola diafanidad. Se levanta un mural por paneles en la configuración de la polifonía que se solaza en un Elogio sorprendente a lo cotidiano. Se trata de una épica mínima y desmitologizada tanto en lo temático como en lo estilístico. Es el habla como realización poética de la cotidianidad de carretera y caminos troncales.

En este caso, el humor de la mayor parte de la muestra colinda con la picaresca rural del llano, así como en el apartado dedicado a los equívocos propios del exilio en el campus universitario y las residencias estudiantiles. La guasa también toca incluso los nombres de su pléyade de personajes anónimos: Fulvio Azuaje, El Perro, Evelio o Luis Utrera. Ello condimentado con el picante de la rima consonante de las coplas populares. ¿Acaso nuestro cancionero folklórico no es una recreación exquisita del Romancero español, como nos lo asegura Isaac Pardo?

La ruralidad del Habla y la Canta desenvueltas en este libro sabroso, desmonta la crónica romántica de costumbres: Decir a rin pelao sin invocaciones que empalaguen el paladar lector, ni del abusivo recurso de las liriquetas asimilables a las flores de papel de seda, tal como nos lo predica y ejerce el autor. Disfruten el texto “Decir por Decir”, ars poética simulada con picardía porque tal es el móvil que mueve a la voz que narra en el desenfado: “El forastero llegó hasta el campamento, vino a pedir ayuda para empujar el camión. La carretera pasaba por ahí cerca. Salieron varios a ayudar al otro. Ya saliendo, Gerbasio escuchó a Guevara que dijo, por decir: ‘Seré yo algún güinche’”.

Un clásico de la literatura venezolana, la sorprendente novela «Acento de Cabalgadura» de Enrique Mujica, editada por la UC

“El baile”, pieza con que se inicia el segundo apartado, resulta un desternillante y magistral cuento para el festejo y el velorio. El muy limitado y precario arpista reconviene a un parroquiano que le reclama el monocorde gabancito tocado ad infinitum: “Güevonese y no baile”. “Cariño por monedas” parodia el episodio de la primogenitura que le arrebató Jacob a Esaú por vía del ingenio, sólo que el Taita Melquíades descubrió al usurpador en medio de la borrachera tendida en el chinchorro.

Estos cuentos de camino y campamentos rurales y urbanos, se relacionan con la llaneza y rudeza del habla propia de la poesía exteriorista o conversacional como la de los nicas Cardenal o Cuadra. El Habla coloquial, no coloquialista que es un remedo, pertenece al ámbito esencial del éxodo y la peregrinación.

El conjunto se halla presidido, pues, del cómo y el qué contar para el crujir de dientes del diletantismo literario y académico empreñado de sus inútiles metodologías y su pasarela de alta moda. La universalidad de estos relatos sin propósito grandilocuente, estriba en una poética de la vieja y mestiza idiosincrasia del venezolano que no honra los escondrijos clasistas de ciertos cogollos políticamente correctos.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC  

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