Barca de Papel (29): Luis Alberto Angulo trata de una reseña a su poemario «Una niebla que no borra», publicado hace 35 años. JCDN.

1.- Luis Alberto Angulo: Una niebla que no borra (1984). Valencia, Venezuela: Dirección de Cultura del Estado Carabobo / EGN.

En esta suma poética puedes leer Una niebla que no borra

Este segundo poemario de Luis Alberto Angulo fue el primero que publicó Luis García en el inicio de su empresa editorial. No nos pilla descuidados este hecho que inaugura el catálogo poético de nuestra querida imprenta. Además de su calidad literaria, Angulo es un gran amigo de la Casa entintada.

Una niebla que no borra, título precedido por Antología de la Casa Sola publicada por Fundarte, supuso su construcción en circunstancias muy particulares: Además de escribirse entre Valencia, Venezuela, y Oak Park, Estados Unidos, el poeta había sido afectado por la Muerte quien se hizo de parientes y amigos cercanos: el poeta Gelindo Casasola, la tía Zoila, la prima Cory y Adolfo Blonval López.

Segundo poemario del poeta Angulo

Más allá de sus evidentes virtudes literarias y anti-estilísticas, el libro desborda una pulsión por la vida en el Amor y la Amistad. Treinta y cinco años después de su publicación, este título poético es una apología al delito de la camaradería que da la vida por el Otro. Las dedicatorias abreviadas en algunos de los poemas, no son la evidencia de sociedades cómplices, sino una cartografía significativa de los afectos.

Otro red-trato del poeta Angulo con una mariposa negra de Mauricio Babilonia

Este libro fue defendido por los poetas Reynaldo Pérez Só y Teófilo Tortolero en sendas reseñas publicadas en el Papel Literario del diario “El Nacional” y “El Carabobeño” respectivamente. Algunos poetas y críticos no le dieron una acogida cálida por no comprender ni sentir su propuesta colindante con la oralidad y lo dialógico. Las molestias causadas estribaron en la oposición natural y no invasiva de su discurso a la poesía varicosa, retórica y artificial.

Cónsono con una poética del Decir, el poemario no pierde de vista la coyuntura política, social y económica del país de aquel entonces: El quiebre de la ilusión petrolera y neo-rica a raíz del viernes negro de 1983, esto es la devaluación mal contraída y peor disimulada del bolívar, nuestra frágil moneda.

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El poema “Soy del país más hermoso de la tierra”, dedicado causalmente a Orlando Araujo, no se presta a equívocos políticos ni turísticos. Por el contrario, la noción vivencial Patria riñe con el nacionalismo conservador y la indolencia de los poderes fácticos que pretenden devaluarla como país, moneda y sobre todo proyecto político de vida. He aquí este oratorio nacional y profético:

Pertenezco al mundo más claro de los mundos

Vengo de un lugar habitado por la vida

Y soy el más triste de todos mis paisanos

 

 

Sobre ese suelo azul clavaron los topos

Sus miradas, sus dientes afilados

Despoblaron los cementerios de corales

Desviaron el río de su curso milenario

 

Pertenezco al mundo más claro de los mundos

Vengo de un lugar habitado por la vida

Y soy el más triste de todos mis paisanos

 

No sólo el país se encuentra desdibujado por la niebla telúrica: La reminiscencia del pueblo originario (Barinitas) y el retrato familiar se expresan entre lo culto y lo popular (hasta el punto que los trazos vivos del poeta se asimilan a los del pintor Emiro Lobo). Claro está, el diálogo entre el pueblo y sus más gigantescos cultores no ha cesado como lo aducen artistas desclasados y advenedizos.

Ma’María involucra, en una síntesis espontánea en lo emotivo y bien estructurada en lo que toca a lo conceptual, el aforismo vivaz y agudo y la copla tierna pero picantísima:

Mi abuela rosario, mecedora, horno, pan casero

hijo lindo, mi muchacho. Mi abuela trujillana y

abolengo sin godarria. ¿No conversa este texto con la plasticidad y la gracia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna? ¿O con las cantatas populares de Andrés Eloy Blanco? ¿Este breve poema no se aproxima a un ready made de Juan Loyola o al arte pobre de Claudio Perna?

En esta antología del decir (agotada) de Luis Alberto Angulo, se verifica la multitud de voces en las que juega su poesía

El poema comprometido, al igual que la canción necesaria, denuncian los vicios e injusticias de la coyuntura histórica: Esto es Venezuela como El Dorado negro reeditado por politicastros vernáculos y sus tutores imperiales. En el poema SUEÑO, Angulo descerraja la pólvora y el plomo de una contra-endecha a la Muerte:

Ese día dejamos la piel entre las alambradas

y la voz se pierde entre la neblina

y es un cántaro roto el corazón

y la muerte sepulta lo imborrable.

 

Homenaje y recordatorio a la guerrilla latinoamericana que se traba cuerpo a cuerpo con dictadores oferentes de sangre mestiza a sus patrones homicidas intelectuales: los Roosevelt, Truman, Nixon o Reagan. No se trata de un efecto propagandístico sino de un auténtico afán profético.

Es incuestionable la frescura no sólo discursiva sino también gráfica del poemario: La escritura poema a poema y el registro humanístico sensación a sensación, va de manos estrechadas con la portada e ilustración interior de un puntillista obsesivo como Rafael Gallardo, asimismo sucede con el retrato caricaturesco y festivo del poeta Angulo acometido por Rubén López (ello en una cita traviesa, elástica y horizontal del Greco: la cabeza de Luis Alberto, ataviada con sombrero y lentes, se estira como si buscara una morocota perdida y sobrenatural que le clarificara el sentido de la vida).

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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