Barca de Papel (7): Fútbol y Literatura 2 constituye la séptima entrega de esta sección de reseñas bibliográficas del diario Ciudad Valencia. Está referido al volumen de cuentos «Maracaná, adiós (once historias de fútbol)» de Edilberto Coutinho, publicado el año 1980. La editorial venezolana FUNDARTE dio a la luz otra edición traducida al español por Jorge Nunes, esta vez en 1989. Es una segunda sub-entrega o reseña sobre libros que abordan la relación entre el fútbol y la literatura en América Latina. JCDN.

Portada de la edición venezolana de «Maracaná, adiós» (Fundarte, 1989), la cual fue traducida por Jorge Nunes al español venezolano

    

El volumen de cuentos Maracaná, adiós del escritor brasileño Edilberto Coutinho (Bananeiras, 1938 – Recife, 1995) no sólo ha sido reconocido con el Premio internacional Casa de las Américas (1980) de Cuba y luego con el Premio Nacional de la Academia Brasileña de las Letras (1981), sino también se erige como un libro narrativo canónico de habla portuguesa, no en balde la temática y el enfoque provenientes del fútbol. Asimismo, su autor embiste al flojo, apático y escarnecido contexto histórico de la década de los ochenta: El punzón de la escritura a contracorriente, abre la carne dulzona, corrompida e insípida del discurso y la praxis autoritarios de su país que lo conducirían al liberalismo democrático y compulsivo re-editor del desarrollismo que hermana a ambos paradigmas políticos (claro está el régimen militar y el demócrata burgués) . Al releer sus páginas, evocamos la caída del patiquín Collor de Mello y a la clase cívico-policial-militar que hoy desgobierna al gigante amazónico.

No se trata de una cómoda vindicación de la fusión o mixtura de lo culto y lo popular (en especial, la de corte romántico), sino de una rabiosa compilación anarquista de once historias breves de fútbol, al estilo descarnado del peruano González Plaza, que desdice los convencionalismos ideológicos y estéticos que sacuden la socio-crítica ortodoxa y la hermenéutica profesoral. La disposición y estructuración de los once cuentos responde a un ready made futbolístico que despelleja el contexto socio-histórico y el anecdotario deportivo inútil.

Carátula de la primera edición del libro galardonado con el Premio Casa de las Américas, Cuba, 1980

«Preliminar» excede el prólogo políticamente correcto que pretende consolar a los esclavos asalariados del balón (es impresionante la metáfora del barco negrero que encojona a los futbolistas en el discurso periodístico e ideológico alienante), los hinchas histéricos, los funcionarios inútiles y la dirigencia política abyecta. El cuento que pontifica sobre el fútbol como El mito del Dorado que arrebate a pocos de la pobreza, deconstruye el diálogo del matrimonio anónimo de Zé, José, y Ra, Ramona, partiendo de la fusión oral de ambos hasta la disociación abyecta en la incomunicación: «Después de driblar como Garrincha. // Nosotros tenemos que cambiar de vida, Zé».

«Electorado, o…» recrea un duelo al sol entre el jugador, rey súbdito, y la periodista, abogada del diablo del poder fáctico, «Ella: Así que ustedes ganan la copa, ellos van a usar su victoria. // Ella insistió en ese punto y ella era una carajita bien buena y yo no quería parecer ignorante, tonto, entonces dije, sí». No se trata de desmontar a la dictadura que retuvo en Brasil a Pelé, sino de sazonar la venta compulsiva de diarios amarillistas.

«El final de la agonía», como lo habíamos comentado en una reseña anterior sobre el tema, es un cuento perfecto pero implacable, pues el mito del crack Leleco se presta a la legitimación del status quo impío, ello sin importar la reescritura de su anecdotario biográfico ni la falsificación del discurso matriarcal, los cuales se estrellan con la parodia del discurso facha y liberal que pervierte el Eros a punta de pornografía, morbo y mercado esclavista de fichas futbolísticas (cuando se fetichizan los contratos de trabajo). El discurso de alcoba connota racismo y alienación en los mismos marginados, la estrella de fútbol y la prostituta.

El escritor Coutinho y el seleccionado y capitán brasileño Bellini

«Vadico» pareciera remitirnos a una figura deportiva, lumpen y descollante: Garrincha, el pajarito feo de patas tuertas que ganó las copas mundiales de Suecia 1958 y Chile 1962, para que entre las lesiones, los accidentes y el despropósito alcohólico, lo sumieran en la oscuridad y el silencio de la opinión pública. En este caso, la técnica narrativa apela a lo transgenérico, al cocinar un sancocho picantísimo con ingredientes como la crónica, el reportaje audiovisual y el cuento. La reconsideración endurecida y conmovedora de este ángel caído, lo humaniza y libera a plenitud en el miasma de su decadencia social, deportiva y ontológica.

Por otra parte, «El rey desnudo» desmitifica a Pelé por vía de un complicado rompecabezas policial, esto es la frustración de un atentado en su contra para beneplácito de las corporaciones empresariales, mediáticas y publicitarias para las que firmó vendiendo su alma morena por un plato de caviar ruso del bueno. Coutinho insiste acertadamente con la polifonía del discurso narrativo y la multilateralidad del punto de vista.

LEE ESTA RESEÑA SOBRE OTRO FUTBOLISTA REAL TRATADO POR LA LITERATURA

Uno de nuestros relatos preferidos es «Mujer en la jugada», que reconviene al machismo y reivindica a la acompañante femenina del astro deportivo sin apelar a extremismos sexistas. Funciona como un doble panel (¿acaso compartimientos vecinos de una colmena agridulce?) que contrasta y complementa los testimonios de Elsa Soares, pareja de Garrincha, y la poetisa Ana Amélia, musa y compañera del jugador blanco Marcos de Mendonça.

Finalmente, el cuento homónimo que titula este libro (¿colección de cuentos o novela contingente?), recrea a la figura épica e iracunda del crack Anselmo como si fuese un personaje furioso de la Comedia de Dante: El despecho amoroso y la desilusión ideológica lo conminan a driblar los fantasmas y las ensoñaciones en un gigantesco Maracaná vacío. No hay atrición ni contrición posibles, sólo una imaginería alcohólica e infernal de la cual nunca se repondrá. La nostalgia juvenil troca en grito desesperanzado: «¿dónde está la gradería gritando mi nombre?».

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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