Biografías Portátiles (33): José Solanes se trata de este valenciano por convicción que honró con la medicina y el ensayo literario a nuestra ciudad. JCDN.

El psiquiatra y ensayista José Solanes

El médico psiquiatra y ensayista José Solanes nació en Pla de Santa María, Tarragona, España, el 17 de noviembre de 1909, y falleció en Valencia, la de Venezuela, el 10 de marzo de 1991. Junto a figuras como Juan David García Bacca, Juan Nuño y Ángel Rosemblat formó parte estelar del exilio español que eligió esta Tierra de Gracia.

Acompaña a Isaac Pardo como padres tutelares del humanismo proveniente de las ciencias médicas en Venezuela. Si Pardo nos impacta con sus libros de ensayo “Esta Tierra de Gracia” y “Fuegos bajo el agua”, Solanes ocupa un lugar especial dentro de nuestra ensayística con su fabuloso “Los nombres del exilio” (1991), publicado por Monte Ávila Editores. Agotado este incunable, hacemos un llamado para su pronta reedición masiva.

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A tal respecto, nos dice el poeta Eugenio Montejo con toda razón: “Esas palabras, nacidas de tantos hombres privados de su tierra, me representan, desde ese día, la más secreta tierra de Solanes”. Quien fuera médico y amigo del gran Antonin Artaud, llegó a Venezuela en 1949, contratado por el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social para dirigir la Clínica Psiquiátrica de Anare.

Sólo que en 1952 se establece en Valencia para coordinar los Servicios en la Colonia Psiquiátrica de Bárbula, centro piloto de la nueva psiquiatría en el país. En 1959 se incorporó como miembro del personal docente de la Universidad de Carabobo. Veinte años después, ejerció la jefatura del Departamento de Salud Mental de la Facultad de Ciencias de la Salud. A la dupla que conformó con el Doctor Pedro Téllez Carrasco, otro simpático exilado español proveniente de Madrid, se le debe una estupenda promoción de psiquiatras como Vicente Pontillo, Efraín Sedek y Carlos Rojas Malpica.

El libro sobre el exilio de José Solanes publicado por Monte Ávila

Lamentablemente, valga este intermedio, la Biblioteca del Departamento de Salud Mental, la cual creó y a la cual donó buena parte de sus volúmenes, fue desaparecida hace pocos años por la indolencia y la banalización del mal que se apropiaron de nuestra universidad. Valen más un mercado periférico pequeño burgués del libro y, por supuesto, los amagos politiqueros del mediocre liderazgo académico ucista que lleva 3 períodos sin elecciones.

Prosiguiendo con nuestro amigo Solanes, es de destacar sus colaboraciones ensayísticas en la revista “Zona Tórrida” (qepd) de la Universidad de Carabobo (disfrutamos piezas maestras como “Memoria y Memoriante” y “El fascinante mundo del autorretrato”) y la promoción de poetas como Teófilo Tortolero, patente en el brillante prólogo que dedicó a su primer poemario “Demencia Precoz”.

Refugiados españoles cruzando la frontera entre España y Francia

No podemos obviar tampoco su libro de ensayos “La Tarea de las Palabras”, publicado por la Universidad de Carabobo. Recordamos sus trabajos sobre Gallegos y Lichtemberg, “Docilidad de las palabras y soberbia de la razón” y “De las buenas y de las nefandas palabras”. El árbol no sólo es símbolo del exilio sino también del libro como receptáculo o viejo cofre de las lenguas que dignifican a la humanidad a contracorriente del Poder avieso.

Sin pretender ser profeta del desastre, Solanes –siguiendo al George Orwell de 1984– nos advierte los no tan artificiosos ni benéficos influjos de la informática: “El último avatar de la Diosa Razón es sin duda la computadora. En su encarnación anterior, los regicidas la adoraron; ahora, en la nueva, son los ejecutivos (y ejecutores) los que le rinden culto”. No se trata de una bravata anacrónica, sino de complementar su uso con la relectura de esos bellos objetos que aún son los libros.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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