Clásicos Venezolanos (19): Lope de Aguirre es una glosa a su Carta a Felipe II, documento pre-independentista de Venezuela. JCDN.

Lope de Aguirre, príncipe de la libertad

Sin duda alguna, Lope de Aguirre es un personaje histórico polémico y mítico. La mayoría de sus comentaristas le tildan de megalómano demonio bipolar que aún recorre las calles de los pueblos de Carabobo, Nueva Esparta o Lara con sus fuegos fatuos y la muerte que dispensó con espada y garrote. Sin embargo, gigantes libertarios como Bolívar y escritores como Miguel Otero Silva y Enrique García Grooscors coquetean con lo políticamente incorrecto.

Incluso, alemanes descocados –herederos de los Belzares- como el cineasta Werner Herzog y su cómplice histrión Klaus Kinski, realizaron una inquietante apología del díscolo vasco en el film Aguirre, la cólera de Dios de 1972. ¿Antecedente de los terroristas que casi suspenden las Olimpíadas de Munich?

Fotograma del film Lope de Aguirre, la ira de Dios

VE EL FILM «AGUIRRE, LA CÓLERA DE DIOS» DE WERNER HERZOG

Simón Bolívar, para consternación y crujir de dientes de sus contemporáneos, hizo publicar su Carta a Felipe II como llamamiento político a la libertad. Recordemos también que el Libertador, como mantra o conjuro debidos a la caída de la Segunda República, enarboló la bandera corsaria de Boves –recién fallecido en Urica- para ganarse el fervor de indígenas, pardos y esclavos enfrentados al mantuanaje.

No obstante la cualidad oral vascongada, Lope de Aguirre, el anti-héroe, no se ahorra denuestos ni descalificativos al Rey que tenía sobre su cabeza durante el sueño El jardín de las delicias de El Bosco. El Tirano significaría, por ende, una de sus peores pesadillas como si estuviera estampada en los Caprichos o Desastres de la guerra de Goya. Tal era su hasta entonces impune monstruosidad.

La novela de Miguel Otero Silva, por demás excelente

LEE LA CARTA AL REY FELIPE II DE LOPE DE AGUIRRE

La cosa apunta a un pase de factura a un monarca malagradecido e impío que sostiene su Imperio en la abyecta impunidad de su funcionariado: “Acúsote Rey, que cumple haya toda justicia y rectitud para tus buenos vasallos como en esta tierra tienes, aunque yo por no poder sufrir más las crueldades que usan estos tus oidores, Visorrey y Gobernadores”.

Ello sumado a los nombres y apellidos de los conspiradores, revela una audacia salvaje y cónsona con el paisaje feraz. No es nada casual que Lope desdijera el mito permanente de El Dorado con un proyecto libertario para Perú. El mal llamado Tirano, tan del gusto y la repulsión de la godarria en América, sin importar el siglo, constituye una referencia anarquista por excelencia.

Lope de Aguirre no se asimila a Martín Tinajero, un extraño cruzado de la fe eficaz que sin embargo lavaba los pies sangrientos de los indios que sirvieron como mulas y carne fresca a la avaricia aurea y antropófaga de los conquistadores. Teólogo cristiano pragmático, raro y rapaz de la liberación, este príncipe abundó en una postura anticlerical: “La disolución de los frailes es tan grande en estas partes, que yo entiendo que conviene que venga sobre ellos tu ira y tu castigo, porque ya no hay ninguno que presume de menos gobernador”. ¿Cristero o anarco-teísta?

Otra aproximación literaria al Tirano Aguirre

Incluso, más allá del resentimiento contra la autoridad y la misoginia, Lope de Aguirre utilizó a Doña Inés, la mujer de Pedro de Ursúa, no sólo para ejecutar a este funcionario real y hambriento de oro y sangre plebeya, sino también a los sucesivos amantes de tan apetitosa morena –y susceptibles traidores a la causa apóstata del vasco-. El juego político implica aprovecharse del desvarío libertino, tal como lo exponen los tratadistas políticos del Renacimiento.

Sólo que su ajedrez político libertario culminó en un rey ahogado: La soledad del rebelde nihilista que sacrifica por dignidad a su propia hija, la hermosa Elvira, para beneplácito de la cobardía del tres veces perdonado escribiente Pedrarias. Revisando El hombre rebelde de Albert Camus, nos damos cuenta que este pasaje lírico, esquizoide, histórico y espiritual inverso, no fue registrado curiosamente en ese incunable del anarquismo.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC