DANTE, NUESTRO CONTEMPORÁNEO
Dante, nuestro contemporáneo representa una aproximación sentida de nuestra parte a la vida y obra del poeta medieval florentino Dante Alighieri, coetáneo de la humanidad del siglo XXI, quien el pasado mes de mayo cumplió 753 años de edad. Su obra “La Divina Comedia” es de necesaria y urgente lectura, dada su vigencia literaria, poética y estética. El “Infierno” dantesco sería un buen pretexto para reencontrarnos con nosotros mismos y el Otro en el desmadre de este primer cuarto de siglo en el mundo. JCDN.

Una edición de «La Divina Comedia» de Dante Alighieri ilustrada por Gustavo Doré

Como habíamos afirmado en una conversación reciente realizada en el Museo de la Cultura de Valencia – Venezuela con Ramón Núñez, Pedro Téllez y Reynaldo Pérez Só, posiblemente los eruditos o especialistas en la Comedia de Dante Alighieri (Florencia, 1265-Rávena, 1321) penarían en el octavo círculo del Infierno dantesco por falseadores; mientras que, peor aún, los traductores de la obra pagarían dura cana en el noveno y último círculo por traidores. Esta recreación magistral de las tres estancias ultraterrenas, Infierno, Purgatorio y Cielo, además de reivindicar a la ciudadanía lectora y sufriente de todos los tiempos, apunta a la configuración creativa y poética del mundo que ata lo histórico con lo utópico e imaginario. La Divina Comedia es un gran Relato poético que antecede a La Comedia Humana de Balzac, Los Endemoniados y Los Hermanos Karamázov de Dostoyevski, o Juicio Final de Papini, valga el tenor conservador diferenciado de estos tres casos. El Capital de Marx y el Manifiesto del Partido Comunista serían su contracara o también, por estos lados, Las venas abiertas de América Latina de Galeano y la novelística del Gabo García Márquez referida a Macondo.

LEE ESTA RESEÑA SOBRE UNA TERTULIA SOBRE LA «COMEDIA» DE DANTE EN VALENCIA, VENEZUELA

El «Infierno» de Dante traducido por Ángel Crespo

Tenemos como materia pendiente leer la Comedia de Dante en italiano, el toscano vulgar en que se escribió [lo cual dota a la obra de modernidad anticipada], por lo cual nuestra aproximación o glosa del poema en tercetos se basará en las traducciones del español Ángel Crespo [Infierno (1973), Purgatorio (1976) y Paraíso (1977)] y el catedrático ítalo-venezolano Eduardo Crema [la antología comentada Dante de 1965]. Ambas versiones son muy distintas, la de Crespo rimada en un español moderno y la de Crema en verso libre y un español que se tensa entre lo arcaico y lo contemporáneo. Además de que Crespo no descarta el influjo de la literatura árabe en este clásico, cosa desmentida tercamente por Crema. Sin embargo, ambos traductores –al igual que Dante- padecieron la experiencia del exilio, voluntario o inducido por dificultades políticas.

«Dante», antología comentada de la «Comedia» en 1966 por la Universidad Central de Venezuela

La Divina Comedia es un ejemplar ejercicio de literatura en tiempos de transición, pues supuso un puente entre el Medioevo y la Modernidad Occidental que estalló con el Renacimiento europeo. De allí su vigencia en estos tiempos de desmadre y despropósito mundial: el recrudecimiento del imperialismo mal herido, la globalización y sus dobles discursos, el caudal histórico enrarecido que oculta corrientes de cambio, o la inminente crisis ambiental que devasta al planeta. Si bien Dante sintetiza la Edad Media que vivió en la carne del poeta esperanzado y el político desilusionado, la sistematicidad de su cosmovisión –no exenta de contingencia- se aproxima a lo moderno en sus connotaciones humanísticas. Nos propone no sólo la escisión del Poder terrenal [la reedición del Imperio Romano conducente a la Comunidad europea de naciones] y el Poder espiritual [un Papado desprovisto de ambición política y codicia económica a ras de la tierra], sino en especial una arquitectura escritural de variopinto material [ideas, sensaciones, sentimientos e imaginería magnífica que forjan una visión de mundo] aunada a la precariedad maravillada del lenguaje poético que sin embargo delata el egotismo autoral. Por tal razón, Harold Bloom en su Canon Occidental destaca que la Comedia se erige sin más ni más en un Tercer Testamento: “Pero Dante quería que leyéramos a Dante”, puesto que “Adaptó la Eternidad a su punto de vista”. Sólo así, prosigue Bloom, nuestro poeta justifica a contracorriente de la ortodoxia católica que su veneración por Beatriz es la más poética y arrebatada de las idolatrías. A este respecto, Borges idealiza a Beatriz Viterbo en “El Aleph”, para que su evocación se difumine ante el asombroso punto por el que puede abordarse y abarcar el Universo entero.

Un esquema del Infierno según Dante

Por ejemplo, el Canto XIX del Infierno dedicado a la simonía o la mercantilización de lo sagrado, además de denuncia directa del Papado envilecido de su tiempo [Bonifacio VIII], revela la profecía por partida doble y simultánea, esto es crítica política y anticipación humanística que se asimilan a una conciencia histórica y poética de solidez sin igual. Revisemos a Crespo: “A Dios hicisteis ya de oro y de argento: / ¿no sois peor que idólatras ahora, / pues adoráis, no a uno, sino a ciento?”. Por su parte, Crema versiona “Hecho a Dios os habéis, de plata y oro: / ¿Y qué hay, del idólatra a vosotros, / sino que vos a ciento, él reza a uno?”. ¿No recuerdan el affaire Banco Ambrosiano que involucró al todopoderoso Cardenal Marcinkus en el papado de Juan Pablo II? Claro está, no es sólo un desquite literario de Dante contra el Papa y los güelfos negros que lo condenaron a muerte y, por ende, a un largo exilio. Va de lo anecdótico al endurecido juicio de los vicios de su época histórica. En otros términos, auténtica justicia poética.

LEE ESTA TRADUCCIÓN DEL «INFIERNO» DE DANTE POR BARTOLOMÉ MITRE
Respecto a la usura, más allá de nuestro deseo actual de remitir a los bachaqueros y comerciantes caníbales e indolentes al círculo VII del Infierno, Dante establece con claridad y rigor que tal pecado estructural usurpa y envilece al extremo la producción socio-económica [Canto XVII]: “Lo mismo que los perros se portaban, / que con pata y hocico, al ser mordidos, / con tábanos y pulgas guerra traban”, en la versión de Ángel Crespo.
Más allá de la pedantería de la traducción en tercetos endecasílabos, según un buen amigo poeta, traductores como los citados Crespo y Crema, además de Bartolomé Mitre, procuran a su modo establecer un diálogo con Dante para hacerlo extensivo al público lector de su tiempo. Asimismo, ocurre con egregios ilustradores del poema como Botticelli, Blake, Doré, Delacroix, Rossetti, Dalí y Rauschenberg, lo cual ratifica la vitalidad de la imaginería dantesca.

Una ilustración del Infierno dantesco según Gustavo Doré

La dialogicidad inter-poética y plástica se fundamenta no sólo en lo estético sino en el hecho que la política de ultratumba infernal se corresponde con el despropósito distópico de su tiempo, así como con el esbozo paulatino de la contrapropuesta utópica de nuestro poeta. Si para Papini, Dante es el poeta más grande de la muerte, ello no radica en un sentido funerario sino en la épica del viaje de ultratumba como proceso de liberación integral.

El Paraíso dantesco, un esquema

La desilusión ideológica [la muerte prematura del emperador Enrique VII de Luxemburgo, el frustrado mesías unificador de Italia, y la persecución político religiosa de la que Dante fue víctima] conduce el discurso poético de la Comedia a la construcción de mundos ultraterrenos alternativos [Crema, por ejemplo, lo convierte en adalid de la unificación de Italia y Europa, además de la paz mundial].

Esquema del Purgatorio dantesco

El Purgatorio de Dante, además de alta montaña por escalar para acceder al Paraíso, adquiere un cariz meta-poético cuando en los Cantos XXIV y XXVI se ensaya sobre el Dulce estilo nuevo y se registra el diálogo fructífero entre el poeta peregrino, Virgilio y Estacio [especialmente cuando se les suma Matilda, ello en un giro lírico delicioso]. Por otra parte en el Canto XXXI, el texto poético simula una crónica simbólica de la Iglesia Católica en su rostro y contra-rostro: De Constantino al simoníaco Bonifacio VII. Más adelante, en el Paraíso, la Utopía que es El Empíreo se convierte en una contrapropuesta política e histórica a la corrupción del Poder papal. No es casual y sí causal que yo revisitaba el Canto XIX del Infierno, referido a los simoníacos, cuando tembló en Valencia, la de Venezuela, el 23 de mayo de 2018. Dios salve este enclave godo y católico ultramontano [?!].

El Paraíso dantesco, un esquema

Son memorables los pasajes relativos al suplicio de Ugolino y sus hijos, la carnavalización del Infierno por vía del humor picaresco y el lenguaje goliardo en el Canto XXI, y el impactante y tétrico bosque de los suicidas del Canto XIII. Pero el de Pablo y Francesca de Rímini, Canto V, nos conmueve por el vínculo amoroso y erótico que los vinculó a raíz de la lectura de una novela: La literatura, el poema en sí mismo, es una instancia plena de mágica lucidez. ¿Qué esperan, amigos lectores? La Divina Comedia es un potente instrumento de liberación estética, interior y social para hacer frente a este cuarto de siglo caótico que pretende acojonarnos.

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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