IMPERDIBLES DEL PERIODISMO (22): SEVERO SARDUY

1
695

Imperdibles del Periodismo (22): Severo Sarduy refiere una aproximación a este conjunto de crónicas de este escritor cubano neo-barroco. JCDN.

Severo Sarduy o la crónica travestida.

“El Cristo de la rue Jacob” (1994) constituye una curiosidad transgenérica en esta muestra arbitraria de la crónica latinoamericana. Severo Sarduy (1937-1993) advierte al lector que los 28 textos del libro no son ensayos, ni artículos, ni reseñas críticas, sino “epifanías”: una tipología textual personal ligada a las cicatrices del cuerpo, las marcas contingentes que deja la memoria y la recreación de impresiones de diversa índole.

El conjunto nos parece un ejercicio espiritual jesuita, ello en virtud de una apologética de la imaginación que se casa con una escritura extraliteraria, esto es el grado cero de la escritura hecha miniatura viva y autobiográfica [no obstante el giro barroco del lenguaje]. Los seis primeros textos, enmarcados en una Arqueología de la Piel, son crónicas corporales evocadas por la memoria febril que se regodea sensualmente en los estigmas tales como una espina en el cráneo, cuatro puntos de sutura en la ceja derecha o la rotura de dos incisivos superiores, como si se tratase del Cristo torturado por centuriones romanos.

LEE ESTA RESEÑA DEL LIBRO DE SARDUY

Además, la prosa híbrida encabalga en una montura desbocada el relato de viajes (Benares y Tánger), el Bestiario (La estrategia de la garrapata) y el Poema en prosa (La casa de Raquel Vega). Se intente palpar con morbo las cicatrices, vestirse de espacio o ponderar tanto las deudas de amistad [Barthes, Rodríguez Monegal y Lezama Lima] como los encuentros homosexuales furtivos, Sarduy se reconcilia en un ejercicio concupiscente, ambiguo y no convencional de la lengua que le enrumba a la pulverización del ego: “Quiso cesar de ser, abolirse, suprimir incluso la noción de un <<yo>>, llegar a un silencio tal que no quedara nadie que pudiera constatar su existencia: ningún observador para esa nada” (Sarduy, 1994, p. 37).

Por ejemplo, presentar una carta de Lezama es un pretexto no sólo de homenajearlo, sino de realizar una aproximación de segundo grado a su universo literario, he aquí el aforismo comentado: “<<ya San Agustín exigía que existiesen herejes>> (…) el pecado forma parte del plan divino; el dibujo necesita, para destacar sus contornos y relieves –según la doxa medieval- de la sombra” (p. 112).

La epifanía se mimetiza en la cotidianidad anecdótica del propio autor y objeto de estas crónicas lacerantes y placenteras: la compulsión etílica manifiesta en las repeticiones discursivas, provee un honesto y lírico marco a ese enclave sentimental del exilio parisino que fue el Café de Flora.

No se pueden perder “El libro tibetano de los muertos”, una reescritura biográfica de los afectos para desdecir los obituarios que reivindica “la más escueta y denotativa de las escrituras: verdadera desaparición para quien ha vivido diseminando palabras” (p. 80).

BIBLIOGRAFÍA

Sarduy, Severo (1994). El Cristo de la rue Jacob. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana.

LEE NUESTRA ENTREGA ANTERIOR

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

 

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here