El repentino golpe del nuevo coronavirus, brote de COVID-19, ha demostrado una vez más lo esencial que es para la humanidad unir sus manos frente a los difíciles desafíos comunes en un mundo globalizado.

El brote ha enseñado al mundo tres lecciones principales, entre muchas otras.

 brote de COVID-19

Amenaza para la raza humana

  • La primera es que en este mundo altamente conectado, las principales enfermedades contagiosas son una amenaza común para la raza humana.

Ahora está cada vez más claro que la enfermedad no conoce fronteras ni etnias, y ningún país o pueblo es inmune a una amenaza epidémica.

Además, el hecho de que el origen de COVID-19 sigue sin estar claro muestra que en el tema de los virus y las plagas todavía hay muchas incógnitas conocidas para la humanidad, y quizás muchas más incógnitas desconocidas.

Permanecer vigilantes

  • En segundo lugar, las naciones de todo el mundo deben permanecer vigilantes y ser conscientes de que el «virus de la información» y el «virus político» siempre van de la mano.

El racismo, la xenofobia, el nacionalismo y el aislacionismo han visto signos de avivamiento durante el brote de COVID-19, con rumores y prejuicios hacia ciertos grupos que alzan sus feas cabezas.

Las reacciones exageradas, como el control fronterizo excesivo y las prohibiciones de viaje, no solo han empeorado una situación caótica, sino que han socavado la confianza entre vecinos y socios, dañando aún más los cimientos de la cooperación internacional que tanto se necesita y produciendo resultados mucho más peligrosos que el virus en sí.

La cooperación

  • Por último, pero no menos importante, el desacoplamiento no es la salida: la cooperación sí.

Mantener la seguridad de la salud pública es un desafío común que enfrenta la humanidad, y exige el aporte de todos.

El brote de COVID-19 ha creado una llamada de atención al mundo para que los países mejoren la cooperación internacional en salud pública, así como en otras áreas.

Priorizar la investigación científica

Para ser específicos, se debe priorizar la investigación científica cooperativa sobre el rastreo de fuentes, medicamentos, vacunas y pruebas para minimizar la amenaza letal que una enfermedad puede representar para los seres humanos.

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Dicha cooperación también debería coordinarse a nivel mundial.

La epidemia en curso ha expuesto las debilidades del sistema de gobernanza de seguridad sanitaria mundial existente.

Los Gobiernos de todo el mundo deberían tomar el contagio COVID-19 como una oportunidad para fortalecer el sistema dentro del marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS), no debilitarlo.

La esperanza sea el antídoto contra el miedo

El martes, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, deseó en un tuit «que la esperanza sea el antídoto contra el miedo.

Que la solidaridad sea el antídoto de la culpa. Que nuestra humanidad compartida sea el antídoto de nuestra amenaza compartida».

Si la raza humana puede aprender positivamente del brote, y realmente comprender los méritos de la confianza y la cooperación, es muy probable que esta epidemia pase a la historia como el comienzo de un mundo que se une por el bien común, no del comienzo de una época de gran alienación.

 

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Ciudad VLC/Prensa Latina

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