Literatura y Navidad (3): Rasputín de Troyat es una glosa del episodio navideño del asesinato del monje ruso. JCDN.

La biografía de Rasputín de Troyat en lengua española

Henri Troyat (1911-2007) escribió no sólo una magnífica biografía de Fiodor Dostoievski (1940), sino también la muy bien recreada sobre Rasputín (1996). Al punto de darle un sutil toque terrorista y navideño al relato de su magnicidio en el capítulo XI, titulado “La estocada”, (para el llorar y el crujir de dientes de zaristas, blancos y comunistas rusos). Según Troyat, el asesinato en “cayapa” o, peor aún, por una sociedad de cómplices de la realeza y la burocracia acompañante, significó la caída libre del zarismo como modo de gobierno monárquico y feudal.

Claro está, las envidias de la Corte centradas en el influjo de este abyecto monje libidinoso y cachondo tanto en la zarina como en el zar, el fracaso ruso de la I Guerra Mundial y, por supuesto, la revolución bolchevique por venir, no se pueden explicar por el halo “maldito” de Gregorio Rasputín, la antítesis –si se quiere- del cuasi tocayo bonachón de Isnotú, Doctor José Gregorio Hernández. En conclusión “Las cortes malandras” de María Lionza son menos perjudiciales que las Cortes Reales, pues éstas corrompen y distraen al monarca para el usufructo de los privilegios y la miseria de las mayorías. No en balde se sostenga en el tiempo la maldición de Rasputín que llevó al paredón a la familia real, el fetiche de su miembro viril estrambótico y el mito de una sobreviviente Anastasia sólo creída y creada por el cine.

LEE LA BIOGRAFÍA DE RASPUTÍN POR TROYAT

Resulta un relato fantástico de horror la muerte del staretz-mujik Gregorio Rasputín: Desde el conciliábulo que tramó el crimen hasta su peripatética ejecución. Autor intelectual y material, el no muy masculino pero megalómano Príncipe Yusupov, rodeado de un descocado reparto (las bravatas de Purichkevich en contra del santón en la Duma, el gran duque Dimitri, el Doctor Lazovert y Sukhotin), llevarían a cabo el crimen entre los días 16 y 17 de diciembre de 1916.

Otra de las ediciones de esta estupenda biografía

El anti-monje, como si se tratase de las películas de terror clase B (no olvidemos la versión protagonizada por Christopher Lee), tuvo por lo menos tres o cuatro muertes: Los manjares dulces y las garrafas de vino impregnados de arsénico, los tiros en el cuerpo y la cabeza e incluso la tunda de palos que el temeroso, iracundo y envilecido príncipe le propinó inmisericordemente. Qué decir de las aguas gélidas del río Neva que lo cobijaron con su sudario infernal. El hielo quema también en el cielo y el averno. El miedo y la torpeza de los homicidas, no obstante el sobrio relato de Troyat, los hizo improvisar a futuro esos gags de los hermanos Marx en un apartamento claustrofóbico en Nueva York o, peor aún, un estrecho camarote de una nave de lujo como el Titanic.

Sin embargo, el príncipe Yusupov no olvidará los gritos estentóreos “¡Félix, Félix!” con que Rasputín se defecó en su culpabilidad, hipocresía y poca hombría. Ya lo había predicho el staretz-mujik, si lo asesinare un miembro de la Casa Real, como ya sabemos, ello acarrearía el fin trágico de la Casa Real de los Románov en Rusia, sucediéndose el ciclo de la estirpe roja de Lenin, Stalin, Krushev, Breznev, hasta cerrarla con el blandengue de Gorbachov y el borracho social-demócrata de Yeltsin. Más que la tragicomedia que entraña el film “Good Bye, Lenin”, con su caída del muro a la inversa, se trataría de la salvaje reivindicación capitalista de Ebenezer Scrooge sin vuelta a la bondad navideña.

Un equivalente nacional más reciente del profetismo rasputiniano podría ser el iluminado que le asestó el cabillazo al candidato Luis Herrera previendo el “Viernes Negro”, o, mejor aún, el joven adelantado que desde Sabana Grande despeinó el pelo engominado al Doctor Caldera vislumbrando la “Agenda Venezuela” de Teodoro Petkoff. Todo anti-cuento navideño tiene su profeta callejero o de Salón: Anímese, ¿cuál es el suyo?

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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