POESÍA Y ESPIRITUALIDAD (1)
Poesía y Espiritualidad (1) se refiere a la primera sesión de este ciclo de conversatorios, la cual se inició con la docente universitaria y poeta María Consuelo Bianchi. JCDN.
Ayer, jueves 28 de marzo de 2019, se inició el ciclo de conversatorios “Poesía y Espiritualidad” en la Biblioteca Manuel Feo La Cruz del Centro de Valencia. Organizado por el poeta Luis Alberto Angulo y auspiciado por la Secretaría de Cultura de la Gobernación de Carabobo, la primera invitada fue la docente universitaria y poeta María Consuelo Bianchi.
Entre los asistentes, estuvieron Jelueé Gómez Rodríguez, Tello, Alex Cicerón Briceño, el profesor Luis Bermúdez y este salmista compulsivo.
La profesora Bianchi (Valencia, 1960) es docente titular de la Universidad de Carabobo, donde fue Jefe del Departamento de Literatura adscrito a la Facultad de Ciencias de la Educación y Coordinadora de la Maestría de Literatura Venezolana (lamentable e inexplicablemente cerrada hace poco).
En el año 2015 publicó bajo el sello editorial Eclepsidra su primer poemario, Casa de Espejos, un muy sentido panal poético –que no empalaga sino conmueve- prologado por el escritor José Napoleón Oropeza: “El conjunto, de una parte a la otra, nos lleva al goce y descubrimiento de nuevas visiones e imágenes de los temas de la muerte, de la memoria desdoblada en rostros que se anhelan eternos, encuadrados en un retrato (el padre, la madre, el hijo muerto, el río de la infancia) y la fijación de una casa nacida para la ensoñación”.
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El poeta Luis Alberto Angulo realizó la introducción relativa al ciclo de conversatorios “Poesía y Espiritualidad” como un espacio posible, plural y tolerante de diálogo significativo que contribuya a una mejor convivencia del ser humano consigo mismo, el Otro y el entorno histórico-social. Le tocó también presentar a la poeta invitada de un modo breve, atento y sustancial.
La poeta María Consuelo Bianchi manifestó por experiencia propia que la Poesía y la Espiritualidad nos tocan y son tocables por la humanidad, más allá de la confesión religiosa. El Budismo Soka Gakkay, en su caso, más la lectura de referentes poéticos como Miguel Hernández, Antonio Machado y Rafael Cadenas, la han llevado a asumir la religión y la poesía como modos de vida que aportan una visión más atenta y amorosa del mundo.
Abogó por la no separación o segregación del cuerpo y el espíritu, equívoco patente en algunas de las más importantes religiones institucionales, lo cual despersonaliza la búsqueda interior y personal en la fe. La Espiritualidad no es un Don exclusivo de pocos sino, por el contrario, una facultad humana universal que involucra a todos.
Luego desarrolló el concepto budista de los diez mundos o estados, categoría vivencial que excede el bien y el mal como blanco y negro: Hambre material o inmaterial, Infierno o sufrimiento, Ira o Soberbia, Aprendizaje, Éxtasis o Alegría, Tranquilidad o Pasividad, Animalidad, Comprensión, Amor compasivo e Iluminación. Más que pecados y valores, son tendencias del alma susceptibles de ser trabajadas en pro del ascenso espiritual.
La Poesía que acompaña la espiritualidad, implica una conexión particular, trascendental y asombrosa con los objetos y el universo. En tal sentido, la poeta leyó al auditorio un poema sobre la copa del árbol vista desde la mirada de la que está tendida en la hierba, lo cual nos remite a una visión inédita, protectora y lúdica del entorno.
Si bien, María Consuelo escribía Poesía con un temor a la publicación, no obstante el conocimiento y la crítica sobre la literatura ejercida en el Magisterio, la Musa viva se impuso no como género literario sino en tanto pulsión atribulada y luego amantísima por la vida. La experiencia extrema, dolorosa y traumática de perder a uno de sus hijos, hizo posible el reencuentro con el cuerpo poético y la redención que la restituyó intensamente a la humanidad de adentro y de afuera.
Permítannos citar íntegro su poema “La Morada”: No regresaste hijo a la tierra. / Volviste al vientre donde te engendré. / Aquí se enraízan tus huesos, para la eternidad. / Es ésta tu morada. // Tus sueños crecen ahora en mis entrañas / Tu voz marcha conmigo, tú siempre me acompañas. / No partiste hijo mío, vives conmigo / en tu morada, / la de siempre, / donde siempre has estado. La experiencia poética es única, pues en este caso se construye un puente duro pero maravillado que estimule con éxito la superación consciente del dolor. Bianchi nos habla de una épica no convencional, esto es el acto heroico de sortear los obstáculos en la cotidianidad.
Tello, en su habla particular a contrapicado, adujo que el dolor es la piedra angular del conocimiento. Terrible resignación la de cruzarse de brazos ante el hecho de que no nos amemos. Onomatopeyas, meditaciones y mantras mediante, el Amor y la Revolución dan un pleno sentido a la existencia humana. A lo que Bianchi completó con la paradoja del mal que proviene de uno mismo, muy a pesar que responsabilicemos inútilmente al Otro. El Budismo es una vía válida para deshacer el entuerto afinando la mirada.
Para el poeta Angulo, el sufrimiento humano a superar es el nudo del Budismo. Este estudiante del Budismo tibetano relativo al camino del diamante, nos recuerda que importan más los budistas que el budismo: Se evidencia en su virtud o poder de adaptación y asimilación respecto a las naciones, las sociedades y las culturas. Ello en defensa de la Paz interior y social, no en balde el teatro de la guerra.
Para finalizar, se anunció que dentro de dos semanas se realizará el segundo encuentro de este ciclo, teniendo como invitado al poeta y narrador Juan Medina Figueredo.
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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC
