Hace 63 años, en la madrugada del 23 de enero de 1958, la voz del Presidente de la Junta Patriótica, el periodista Fabricio Ojeda, le informaba al país por Radio Rumbos, la huida del dictador Marcos Pérez Jiménez.

Inmediatamente, el pueblo salió a las calles a celebrar el hecho; pero, igualmente, procedió a rescatar a los luchadores de la resistencia anti-perezjimenista que estaban presos y sometidos a torturas en manos de los esbirros de la Seguridad Nacional.

Así mismo, el pueblo se fue al Palacio de Miraflores para darle todo el apoyo a la Junta Patriótica y constituirse, de hecho y de derecho, como el nuevo poder popular asambleario, para debatir la nueva situación, los problemas y tomar las decisiones pertinentes.

Miraflores se convirtió así, de la noche  a la mañana, en el nuevo espacio político del pueblo, hermanado con la Junta Patriótica; la que a su vez estaba conformada por la alianza entre el Partido Comunista, Acción Democrática, COPEI, URD, militares patriotas y empresarios anti-dictadura.

De manera que el dictador había abandonado el poder porque ya había nacido otro poder alternativo de carácter popular, revolucionario, democrático y anti-imperialista.

Rescatemos 23 de Enero/CiudadVLC

 

Esos son los cuatro rasgos distintivos de esa inmensa fuerza política y social, movilizada en unidad cívico-militar por el rescate de la dignidad nacional, la verdadera democracia y la soberanía de la República. Así lo testimonian la propaganda y los manifiestos difundidos antes del día 23 de enero y las acciones que se desencadenan a partir de esa madrugada luminosa.

El espíritu del 23 de enero

Todos los elementos que concurren en esa gesta heroica, vienen a constituirse en la sustancia material (las acciones concretas) y espiritual (la motivación, el deseo de cambio democrático y patriótico con base en la moral, la ética y las ideas revolucionarias) de lo que se identificó y consagró como «El espíritu del 23 de enero».

De manera que para nuestra historia contemporánea, el así llamado «Espíritu del 23 de enero», sintetiza la concurrencia unitaria de la subjetividad profunda, espiritual, ética y moral con la  objetividad política-militar y socio-cultural de nuestro pueblo.

He allí las claves del sustrato histórico social de los procesos de cambios y transformaciones de nuestra sociedad.

En paralelo a lo que hemos descrito brevemente, debemos reconocer también, la función histórica de las fuerzas contrarias.

En efecto, antes del 23 de enero del 58, los señores Rómulo Betancourt (máximo jefe en el exilio del partido AD) y Rafael Caldera (igualmente máximo jefe del partido COPEI), se encontraban en Estados Unidos buscando apoyo de los gringos imperialistas para ellos sustituir al dictador Pérez Jiménez.

Entonces, los yanquis deciden apoyarlos, pero bajo su dominio y tutelaje. De allí surgió el conocido Pacto de Nueva York, celebrado un mes antes del 23 de enero, entre estos dos bandidos y el empresario y político jefe imperialista Nelson Rockeffeller.

Cuando ya está consolidada la derrota política y militar de Pérez Jiménez y las fuerzas patrióticas y revolucionarias no han podido poner en marcha un programa de gobierno propio, popular y un plan de acciones inmediatas para fortalecer la naciente democracia directa del Poder Popular, aparecen estos dos caballeros con su plan pro-norteamericano que, en efecto, logran imponer.

 

La nefasta actuación de Rómulo Betancourt

Betancourt propone la tesis de disolver la Junta Patriótica, constituir un gobierno provisional con los empresarios de FEDECAMARAS y realizar elecciones presidenciales.

Para aplicar este plan, Betancourt solicitó desalojar al pueblo (los comités de la Junta Patriótica de los barrios de Caracas en ejercicio de su democracia directa) del Palacio de gobierno, para acabar con ese «bochinche del populacho».

 

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El Partido Comunista de Venezuela (PCV), siendo la fuerza política más numerosa y activa de Caracas, acepta el plan de Betancourt y Caldera (que en rigor era el plan trazado por Rockefeller titulado pacto de New York).

A partir de esta victoria estratégica de Rómulo  Betancourt y Rafael Caldera, se produce la derrota electoral de las fuerzas progresistas y revolucionarias en diciembre del 58.

Betancourt es electo Presidente del país, se deslinda de las fuerzas progresistas y pone en marcha su verdadero plan pro imperialista, anti-popular, represivo y criminal. En ese nuevo contexto, surgen las protestas populares, rebeliones militares y cívico-militares que dan lugar al desarrollo de la lucha armada revolucionaria a partir del año 1962

Pacto de Punto Fijo

23 de Enero/CiudadVLC

De esa manera, es necesario dejar claramente establecido que una cosa fue el espíritu del 23 de enero, que los revolucionarios debemos rescatar y practicar con base en la democracia directa y la soberanía popular.

Y otra muy distinta fue el plan de democracia formal-representativa pro yanqui que luego patentaron con el rótulo de Pacto de Punto Fijo (AD-COPEI-URD-FEDECAMARAS-ALTO MANDO MILITAR-ALTO CLERO).

De esta verdad histórica, surgen los dos campos epistémicos que hoy se confrontan en la acción política y la lucha por el poder en nuestro país.

 

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A la luz de este recuento, es pertinente hacer la siguiente reflexión: Hoy, nuevamente están confrontadas en nuestro país, las dos fuerzas que han dinamizado la historia de nuestro siglo XX y lo que va del XXI.

De un lado, las mayorías  populares, progresistas, patrióticas y socialistas de la democracia directa,  participativa y protagónica de la, ahora sí, Patria independiente y soberana, con una nueva base constitucional (CRBV), una ruta histórica, política y constructiva de la Venezuela del siglo XXI (Plan de la Patria) y un sujeto histórico social protagonista, ineludible: el Poder Popular Comunal. Tenemos una historia nueva en proceso constructivo para asegurar un futuro propio, digno, irreductible.

 

No vale fallar como aquel 23 de Enero

Pero, tenemos al frente y aún dentro de nosotros, las fuerzas del pasado miserable y apátrida, aferradas a la subordinación ante un imperio en decadencia, genuflexas, destrozadas en sus propias maldades y obstinadas en hundir nuestra nueva República en el estiércol de sus desmanes y perversidades.

No lo lograrán. No podrán.  Ahora, la historia es nuestra, la tenemos en nuestras manos. Somos los dueños de nuestro propio destino.

 

Hemos vuelto a Guaicaipuro, a José Leonardo, a Simón Rodríguez, a Bolívar, a  Zamora, a Fabricio Ojeda, Argimiro Gabaldón.

Tenemos a Chávez y a Maduro. Pero, sobre todo, tenemos al pueblo; y no vale fallar. Somos espíritu y materia del 23 de enero porque, como lo dijo nuestro poeta, el «Chino»  Valera Mora: «De dignidad se trata. Sí, de dignidad»

 

Christian Farías / Ciudad VLC

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