Retoños Literarios: Colonia barata

Retoños Literarios un espacio cuyo fin es apoyar y dar a conocer el trabajo de autores nóveles. Presentamos a nuestra nueva escritora, Erika Sánchez, quien nos lleva a través de un cuento que podría provocar escalofríos y un estremecimiento que nos hará salir del aburrimiento de la cuarentena.

Colonia barata

Era una tarde calurosa de esas que tienen un sol playero. El grupo se había organizado para buscar por las comunidades circundantes. Debían aprovechar la luz del día ya que los apagones nocturnos estaban de moda últimamente.

El niño desapareció a la hora de la salida de la escuela; la maestra de guardia no recordaba haberlo visto salir. Infructuosamente buscaron en la escuela, en la cancha y en el patio trasero. Buscaron entre los árboles ya que al niño le gustaba encaramarse en ellos, pero nada.

Nadie lo había visto desde el mediodía cuando, a eso de las 12:05 minutos, salió del aula del 3er grado “C”, con su mochila tricolor al hombro.

La pobre madre recibió en su trabajo la llamada angustiosa de su hija de 11 años, la mayor; quien aparte de ser niñera, cocinera, maestra de tareas dirigidas, psicóloga, psicopedagoga y cachifa, también fungía como guardiana de sus hermanos. Llamó a eso de las 2:00 pm, después de que se cansó de buscar a su hermano y gritar su nombre por las calles y veredas. Al llegar la madre al urbanismo se encontró con sus vecinos quienes estaban en plena búsqueda del mismo.

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Llantos desesperados, reproches angustiosos, gestos de incredulidad se veían en los rostros de la madre y sus cinco hijos, los cuales se culpaban unos a otros, hablando de peleas, de robos, de preguntar algo y no obtener respuesta, del hambre atrasado, de ignorancia.

Cayó la noche y en el cuarto obscuro se escuchaba algo parecido a gemidos de dolor ahogados. El niño de 10 años, con su mochila tricolor al hombro, quien en vez de jugar con trompos jugaba con un cuchillo amedrentando a sus vecinitos por las noches. En lugar de volar papagayos mirando hacia un cielo azul, veía a través de los cristales de las ventanas con la finalidad de pillar a la vecina dormida e, introduciendo su delgado brazo entre los barrotes del protector de la ventana del baño, extraía silenciosamente champú, jabones y todo lo que su pequeña manita lograba alcanzar; se encontraba en algún rincón del cuarto, entre las tinieblas.

Le dolían sus muñecas atadas a su espalda. Sentía los brazos entumecidos a causa de la posición mantenida por horas y tenía miedo. Temblaba como había visto temblar a sus amigos frente a su cuchillo.

De pronto se abrió la puerta y un hilo de luz superficial se filtró desde la sala. Escuchó pasos suaves pero como tacones de mujer que se le acercaron.

El olor familiar pero indescifrable lo llenaba todo. Un dolor penetrante y agudo a la altura del pecho le cortó la respiración. El frío del metal llegaba hasta su corazoncito paralizándolo por completo.

Un débil río de sangre emanado manchó la camisa blanca escolar. Se le fue la vida sin haber ido al cine, sin haber comido una buena pizza con un refresco bien frío o haber conocido a su padre.

En la cocina, su niñera, cocinera, maestra de tareas dirigidas, psicóloga, psicopedagoga y cachifa, quien también fungía como guardiana, picaba los aliños y machacaba ajos. Cortaba en cuadros las verduras en la espera de su madre quien no tardaría en traer la carne. Sería blandita pues aun era un infante.

Daba igual si el niño hubiese podido descifrar el olor familiar: la colonia barata de su madre, ¡total! nadie le escucharía.

Semblanza de la autora

Érika Sánchez nació en Valencia en el año 1969. Es docente de educación preescolar. Realizó un taller literario con Julio Escorcia. Siente pasión por la narrativa gótica, de terror y gore. Ama leer, dibujar, escribir y escuchar música.

Se inició en el camino de la escritura creativa a los 11 años. En la actualidad incursiona en la narrativa fantástica.

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Orimar Meneses/Ciudad VLC