El volcán Shindake ubicado en el archipiélago japonés, ha presentado una fuerte y repentina erupción, lo que ha obligado a evacuar los habitantes de la isla de Kuchinoerabu, en el sureste del país.

Según la Agencia Meteorológica de Japón, la primera explosión se registró a las 9:59 horas del viernes y en segundos se formó una enorme nube que llegó hasta los 9.000 metros de altura.

 

 

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A pesar de que parte del magma llegó hasta la costa noroeste de la isla, la erupción no provocó heridos entre los 140 residentes. Solamente un hombre de 72 años sufrió una quemadura en la frente, pero estuvo consciente y pudo salir por su propio pie.

«Se escuchó un ruido muy fuerte, similar a una explosión, y luego una inmensa nube negra oscureció el cielo«, explicó uno de los residentes de la isla.

 

 

Autoridades japonesas hacen seguimiento al volcán Shindake

Las autoridades japonesas seguían de cerca los movimientos del Shindake después de que en agosto del año pasado registrara una pequeña erupción por primera vez desde el año 1980.

En ese momento se elevó el nivel de alerta y se prohibió el acceso al público en el área cercana al cráter. Durante los últimos meses se habían registrado pequeños movimientos sísmicos en la zona y se detectó un incremento de las partículas de dióxido de azufre.

Los expertos consideran que esta última erupción podría ser relativamente grande y que existe la posibilidad de una segunda explosión.

Las cenizas volcánicas se dirigen a la isla de Yakushima, un popular destino turístico por sus parques naturales y con una población de unos 13.000 habitantes.

En septiembre de 2014, 57 personas murieron -seis siguen desaparecidas– y decenas más resultaron heridas tras la erupción del volcán Ontake, situado en el centro del país.

Los fallecidos eran mayoritariamente escaladores, que sorprendidos por la erupción, quedaron inconscientes al inhalar el humo tóxico o fueron golpeados por rocas.

Las autoridades recibieron las críticas de la opinión pública por no haber prohibido el acceso a la zona.

Además, por no haber incrementado la vigilancia de la actividad de los numerosos volcanes repartidos por el archipiélago.

Recientemente, se ha cerrado parte de un popular centro turístico de aguas termales a unos 80 kilómetros de Tokio.

 

 

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Ciudad VLC/El País/djpc

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