CLÁSICOS VENEZOLANOS (4): ENRIQUETA ARVELO LARRIVA

Clásicos Venezolanos (4): Enriqueta Arvelo Larriva se refiere a esta gran poetisa nacida en Barinitas el año 1886. JCDN.

La poeta y prosista bariniteña Enriqueta Arvelo Larriva

“El paisaje interior” relaciona a Enriqueta Arvelo Larriva con una tradición de cultura nacional, no la recibida de Europa, que mira el entorno como expresión misma del hombre que lo vive (…) El paisaje vive en el protagonista, se desplaza con él, lo representa en su macrocosmos. Reynaldo Pérez Só: Seis décadas de poesía venezolana (Bosquejo, 1994).

Valencia, a pesar de su reincidencia en la amnesia política y cultural, ha abrigado si se quiere a tres amigos de la poeta barinesa Enriqueta Arvelo Larriva (Barinitas, 1886-Caracas, 1962): Marisol Pradas, Luis Alberto Angulo y Reynaldo Pérez Só, los cuales dedicaron trabajos ensayísticos y campañas divulgativas de su obra poética.

 

Una fotografía clásica de Enriqueta Arvelo Larriva

Si bien, la ciudad está en deuda con poetas del patio tales como Vicente Gerbasi y, en especial, Teófilo Tortolero, tuvimos acceso a diversas y concretas manifestaciones de afecto y fervor por Enriqueta: Poesías (1976), antología poética a cargo de Reynaldo Pérez Só, y Testimonios (1980), material hemerográfico y epistolar seleccionado por Carmen Manarino, ambos títulos publicados por el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo; el ensayo de Marisol titulado Enriqueta Arvelo Larriva: voz del llano trashumante, el cual fue publicado en la revista “Laberinto de Papel” (año 2, nº 1, noviembre 2003, páginas 38-45); y más recientemente “El acento divino” (Revista Nacional de Cultura n° 342), colección poética seleccionada, prologada y anotada por el poeta  Luis Alberto que reivindica el lugar especial de su obra en nuestro panorama poético contemporáneo.

Mención aparte merecen la “Antología poética” (Monte Ávila Editores, 1976) de la poeta barinitense prologada por Alfredo Silva Estrada y, claro está, la Obra Completa (1986) en dos tomos (I.- Poesía y II.- Prosa) publicada por la Fundación Cultural Barinas bajo la curaduría atenta de Carmen Mannarino.

Segundo Tomo de la obra completa de Enriqueta Arvelo Larriva, bajo la curaduría de Carmen Mannarino

Por supuesto, tenemos también la consideración que hace Reynaldo en torno a su poesía, patente tanto en el Bosquejo antes citado como en la selección de seis textos poéticos que integra la muestra venezolana de las seis primeras décadas del siglo XX. Como podemos ver, la poesía y la silenciosa personalidad de Enriqueta Arvelo Larriva han sido celebradas en Valencia desde hace muchos años.

La obra poética de Enriqueta comprende los siguientes títulos: La Voz Aislada (1939), El Cristal Nervioso (1941), Poemas de una Pena (1942), Canto del Recuento (Homenaje a Alfredo Arvelo Larriva, 1949), Mandato del Canto (1957) y Poemas Perseverantes (1963).

Primera edición del poemario «Voz aislada» de Enriqueta Arvelo Larriva

Siempre recordaremos este par de versos, muy cercanos al mundo de nuestros afectos: Toda la mañana ha hablado el viento / una lengua extraordinaria, los cuales condensan una vocación por interiorizar el paisaje sin servirse de la retórica romántica o post, fuere española o francesa; el poema no se regodea en una apropiación exteriorista del paisaje que lo describa y adjetive hasta el cansancio, por el contrario, constituye un abordaje interior que excede el imperio de la imagen visual que encandila: se lo escucha, se lo aspira a bocanadas, se lo palpa y a la vez nos atrapa en el silencio y la desnudez de la expresión poética.

América no amerita de largos cantos, pues puede ser abarcada por los brazos del poema breve: Son tuyos mis ojos, América, / porque repasan con ternura tus gentes / y tus veredas y tus cacharros, / y porque escarban noveleros en las carabelas que llegan. El trasfondo religioso del poema QUÉ ME PASA, nos conduce a una revisión de la parábola de los tres talentos que –a su vez- tritura toda pía y positiva actitud ontológica ante la vida: Me devuelves, tú, el dulce y rico, / lo que di contenta? / Fue alucinación y no he dado nada?

Otro libro sobre la poeta llevado a cabo por la docente e investigadora universitaria Bettina Pacheco

Nos llama la atención cómo Enriqueta glosa poemas de Juana de Ibarborou en la diafanidad de la voz, ajena a la retórica decimonónica y al experimentalismo cosmopolita, que se solidariza en la pérdida y la soledad: ¿Que se murió la boca que te sembró de besos? / La siembra no es perdida en tu carne de América. / Si tu fuiste la tierra de un fuerte amor copioso, / continuará tu humus su cálida tarea.

Incluso sus poemas con Bolívar –esto sugiere acompañamiento dialógico y no fetichismo de uso para politicastros y otras especies- se centran en la humanidad del personaje y del canto per se: Y podré perdonar a los que enredan tus  caminos, / A los que no te buscan espontáneos, / a los que se conforman con tu bronce…Por supuesto, es muy sutil y personal su erotismo, diferente por cierto del tono confesional y directo de María Calcaño, que se desplaza en el paisaje interiorizado o recrea el luminoso objeto del deseo: Me agito curiosa / y a tu sombra, guarda elegante, arriésgome. A tal respecto, Pérez Só nos habla de “retorcimientos de culebras, frutas partidas, pulpas, en la quietud sombría de los ríos de galería o entre los rincones de cuartos antiguos de la soledad de El Llano”.

Una biografía sobre la poeta realizada por Alicia Jiménez de Sánchez

Es notable la influencia que Enriqueta Arvelo Larriva ejerció en la poesía venezolana de los años setenta del siglo pasado: voces apreciadas por nosotros –algunas de ellas responsables del rescate de su obra poética-, tales como las de Luis Alberto Crespo, Reynaldo Pérez Só, Enrique Mujica y Luis Alberto Angulo, desarrollaron un discurso poético a contracorriente de la poesía de propaganda política o la afiliada a las vanguardias de los sesenta; el poema se despoja de artificios estilísticos y experimentos lingüísticos para trabajar la palabra en el silencio y la contemplación interior (lo cual implica la configuración de un paisaje interiorizado de gran valía y riqueza personal). Toda renovación poética es producto de una consideración crítica de la tradición e, incluso, la revolución de fondo y forma que acarrean las vanguardias.

Revisando Testimonios, observamos que su trabajo ensayístico (en el formato del artículo breve) va a la par de su poesía: la prosa es precisa, limpia y atenta al tema de su consideración, sin que su afán crítico pierda lucidez y consistencia. Hay un tono humorístico amable, que disfruta el lector en una refrescante instancia rayana en la ternura. Este revelador volumen arranca con una Entrevista Imaginaria “concedida” por Enriqueta a Carmen Mannarino, quizá la enriquetóloga más conspicua de nuestro medio. El diálogo no es más que el complemento sensible y cariñoso a la rigurosa labor de la crítica literaria: “Yo era una visitante sonambulesca. Daba pasos dentro de una vivienda conocida a fuerza de indagaciones e intuición, aun cuando franqueada la primera vez”.

El material hemerográfico se clasifica en Temas Literarios, Preocupación Nacional, La Provincia y la familia; y las Cartas son nueve, la mayoría dirigidas al escritor Julián Padrón. Enriqueta nos refiere de manera inmediata sus lecturas: Desde su descubrimiento de un muy joven Oswaldo Trejo, cuya lozana y lúdica travesura alteró su apolínea paz lectora; su visión paradójica de Ramos Sucre, a quien considera “natural como un arroyuelo en paz”, justificando su discurso abigarrado en la coherencia y la cohesión que evade la sobrecarga y los excesos del estilo; su orfandad generacional, tal como lo confiesa a Neptalí Noguera Mora respecto a la generación poética del 18, fruto de su modo de vida en soledad y no de un protagonismo extremista; su empatía con el poemario “Las Naves” del también cineasta Jesús Enrique Guédez, que le llevó a afirmar que podía ser el libro que no le fue dado escribir; hasta la gratísima impresión que le dejó Isaac Pardo al referirse a Juan de Castellanos, esto es la placentera conversación múltiple que es el ensayo a expensas de los odios y los amores que despiertan en nosotros una lengua común.

En “En torno a un artículo de Otto D’Sola”, expresa su solidaridad con las mujeres poetas omitidas por un discurso machista y convencional: “Si se sigue observando eso de que no se mencione un solo nombre de mujer cuando de nuestros poetas se habla, ello será algo grave para sectores femeninos en fervoroso quehacer de poesía y un fiasco para aquellos escritores que han loado, también con fervor, la obra poética de mujeres venezolanas”. En este último sector  nos hallamos nosotros, al punto de conformar el Grupo Literario Enriqueta Arvelo Larriva en tanto comunidad poética abierta para todos los que así lo deseen.

Presentación de los números monográficos de la Revista Nacional de Cultura en Maracaibo. Tenemos a la Licenciada Venus Ledezma, el director de la RNC Antonio Trujillo y el docente e investigador universitario Cósimo Mandrilo. De izquierda a derecha están dispuestos los números dedicados a Juan Calzadilla, Andrés Bello y Enriqueta Arvelo Larriva (El acento divino bajo la curaduría del poeta Luis Alberto Angulo)

“El acento divino”, bajo el cuidado del poeta Luis Alberto Angulo, se inicia con un ensayo transparente y estupendo que acompaña el corpus antológico: La integración de la glosa ágil y auténtica con los poemas de Enriqueta, construye una ruta triunfal que conduce al lector lúdico y el académico al Decir esencial de esta imprescindible voz de Venezuela y el continente. Además de la Poesía pura y diáfana, no obstante su complejidad musical y semántica, nos topamos con textos poéticos muy vinculados con la problemática social de su tiempo. (Re) visiten, por ejemplo, los textos sobre Bolívar o “Alza la piedra” en homenaje rebelde a César Augusto Sandino.

LEE EL PRÓLOGO DE «EL ACENTO DIVINO» POR LUIS ALBERTO ANGULO

Valgan, como colofón, estas palabras de Marisol Pradas: “Pero además de fusionar lo físico con lo intangible, ella se consagra a los elementos en su forma más pura para darle a esa simplicidad la fuerza necesaria para hacerlos sobrevivir, junto a ella, en esa vasta extensión de tierra que aguarda miles de posibilidades a sus ojos”. Sólo nos resta celebrar su cumpleaños al amparo de su escritura fiel a la transparencia, la sencillez y la austeridad que nos reconcilia con el paisaje configurado en la ausencia del bullicio.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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