Lo que es para ti ni que te quites, y lo que no es para ti, ni que te pongas, reza el viejo adagio popular. Qué iba a imaginar el carupanero Luis Mariano Rivera Font que haber tomado tal decisión cambiaría su vida de forma tan productiva y además quedaría sembrado en el corazón de muchos, para siempre.

 

«la mala ortografía Sería el detonante para volcar un gran talento y sensibilidad a través de obras de teatro, música y poesía»

 

Todo comenzó cuando por error escribió: “depósito de yelo”, en vez de escribir “depósito de hielo». La corrección que le haría un joven a un hombre de 38 años lo cambiaría todo. Decidió ir a la escuela para aprender a escribir bien, comentaría Mariano entre risas en una de las tantas entrevistas que dio.

 

El Maestro Luis Mariano Rivera Font «creando»…

Nacido en Paria, estado Sucre, su vida no fue la excepción de estar marcada por profundas carencias, propias de una zona rural. Huérfano, desde muy temprana edad trabajó también como peón en la otrora hacienda de su padre y si de educación formal se trata, solo llegó al tercer grado. Pero este cúmulo de hechos no evitaría que este venezolano se convirtiera en ejemplo.

 

Por pura casualidad…

A los 48 años y después de haber ido a la escuela comenzaría a escribir obras de teatro, música y poesía. Relataba el carupanero que después de viejo, cuando metió luz en su vida y en su pensamiento, fue cuando se comenzó a dibujar su existencia.

 

Con una característica sensibilidad, Rivera solía contar que su encuentro con la música fue por pura casualidad, cuando unos amigos, siendo diciembre, querían cantar una parranda, pero no sabían por dónde comenzar y él les escribió una canción.

 

Artistas de la talla de Paul Mauriat versionó la canción Juana Francisca, autoría de Rivera, convirtiéndola en todo un éxito de la música instrumental en Japón. Por otra parte, la Orquesta Filarmónica de Londres hizo una versión del Canchunchú Florido. De tal manera que, no importa cuántos avatares y vicisitudes se interpongan en nuestro camino, todo es cuestión de constancia y disciplina.

 

Paul Mauriat junto a la Orquesta Filarmónica de Londres en Japón, ejecutando la pieza «Juana Francisca»

 

 

José Becerra/Ciudad Valencia

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