Corea del Norte

Según un nuevo informe de Human Rights Watch (HRW), ONG dedicada a la defensa de los derechos humanos, presenta desgarradores relatos sobre los rutinarios abusos sexuales cometidos por funcionarios de Corea del Norte contra mujeres ordinarias con casi total impunidad.

 

El extenso reporte publicado este 1 de noviembre se basa en decenas de entrevistas con víctimas de abuso sexual que huyeron de Corea del Norte. El documento de casi 100 páginas revela un mundo opresivo donde los funcionarios, desde policías y guardias de prisiones, hasta supervisores de mercados, no enfrentan prácticamente ninguna consecuencia por su abuso cotidiano de mujeres.

 

 

Corea del Norte
Las mujeres en Corea del Norte prefieren guardar silencio ante las agresiones sexuales, la violencia de genero u otros tratos machistas.

 

 

En Corea del Norte son toleradas las agresiones sexuales a mujeres

«El contacto sexual no deseado y la violencia que es tan común en Corea del Norte, al punto que es aceptada como parte de la vida cotidiana«, reza el informe.

 

De acuerdo con el director ejecutivo de HWR, Kenneth Roth, la violencia sexual en ese país es «un secreto abierto, no abordado y ampliamente tolerado».

 

 

Corea del Norte
Las mujeres son particularmente vulnerables, ya que los policías, los inspectores de mercado y los soldados son predominantemente hombres.

 

 

Temerosas de la desgracia social y las represalias, y con pocas o ninguna vía de recompensación, las mujeres de Corea del Norte rara vez denuncian los abusos. «La mujer norcoreana probablemente diría «me too» («a mí también») si pensara que hay alguna forma de obtener justicia, pero sus voces son silenciadas», señaló Roth.

 

Los hombres en el poder operan con impunidad y «cuando un guardia o un oficial de policía escoge a una mujer, esta no tiene más remedio que cumplir con las demandas que hace, ya sea por sexo, dinero u otros favores», destaca el informe.

Las agresiones sexuales y la violencia de género están desenfrenadas

Desde fines de la década de 1990, muchas mujeres casadas, que no estaban obligadas a asistir a un lugar de trabajo establecido por el Gobierno, se convirtieron en comerciantes y principales proveedoras de sus familias. Los mercados ilegales, donde trabajan estas mujeres son una fuente vital de ingresos para sus familias, pero también son lugares donde la violencia sexual está desenfrenada.

 

Las mujeres siguen siendo particularmente vulnerables, ya que los policías, los inspectores de mercado y los soldados son predominantemente hombres. «Su trabajo las exponen al riesgo de violencia sexual en un país donde la discriminación de género y la subordinación de las mujeres son comunes», explica HRW.

 

Oh Jung-hee, una comerciante entrevistada por la ONG, reveló que los guardias del mercado y los policías cometen abusos «tan a menudo que nadie piensa que es un gran problema».

«Nos consideran como juguetes (sexuales). Estamos a merced de los hombres», recalcó la mujer que huyó de su país.

 

De acuerdo con las víctimas, el clima de abuso sexual era tan generalizado en Corea del Norte que se había normalizado, tanto por parte de los perpetradores como de sus víctimas. «Ni siquiera nos damos cuenta cuando estamos molestas. Pero somos humanas, y lo sentimos. Así que a veces, de la nada, lloras por la noche y no sabes por qué», confesó Oh Jung-hee.

 

De esta manera, casi nadie pensó en presentar una queja contra los abusadores. Solo una mujer denunció su caso a la Policía.

 

Invisibilización y supremacía masculina

El tema se discute tan poco en Corea del Norte que los investigadores encontraron que conceptos como violencia doméstica y violencia sexual no tenían una definición clara. Incluso su idioma se basa en una serie de eufemismos que a menudo minimizan la gravedad del acto.

 

 

Corea del Norte
La problemática es altamente conocida, tolera y silenciada.

 

 

HWR destaca que los factores contribuyentes incluyen «patrones profundamente arraigados de desigualdad de género y la falta de educación o conciencia sobre la violencia sexual». Otros factores incluyen el abuso de poder sin control, la corrupción exacerbada por los cambios socioeconómicos, el estigma hacia las víctimas de violencia sexual y la falta de apoyo social y servicios legales.

 

Además, los profesionales médicos que huyeron del país reportan que «no hay protocolos para el tratamiento médico ni examen de las víctimas de violencia sexual para brindar atención terapéutica o evidencia médica segura».

 

 

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Ciudad VLC/Sebastián Molina/Tomado de Actualidad RT

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