El Caracazo: 4 millones de balas se dispararon contra un pueblo desarmado… John Bryant, un norteamericano residente en un barrio pobre de Caracas, perdió a su padre en la guerra de Vietnam, lo cual marcó su destino como pacifista comprometido, hoy trabaja como voluntario en comunidades cristianas de base. Para él, la sombra de Vietnam es para Estados Unidos “lo que para ustedes es la sombra de El Caracazo”. Mientras conversa, una abuela a su lado asentía diciendo: «Esos asesinos del Caracazo no volverán».
Muchos de nuestros jóvenes apenas eran unos «carajitos» cuando su barrio, como el resto de las zonas más populares de Caracas, de Guatire y La Guaira, se lanzaron a las calles en una protesta contra las medidas económicas emanadas del recetario del FMI, el alza del pasaje del transporte público, el acaparamiento intencionado de productos de primera necesidad y las alzas desmedidas en los precios fueron gotas que derramaron el vaso. Una acción espontánea que se conoce en la historia venezolana como El Caracazo.
Sin embargo, las imágenes continúan vívidas en el recuerdo de muchos adultos, como refiere la periodista cubana Juana Carrasco, la de aquel hombre desconocido que cargaba un televisor, en medio del saqueo generalizado de los comercios -la respuesta nihilista y anárquica de un pueblo sofocado por la miseria-, detenido por un militar con arma larga que le espetó: «¿Qué llevas ahí?». Y tras la respuesta simple y evidente: «Un televisor», solo tuvo como réplica el impactante disparo que le atravesó la cara y lo desplomó de un solo golpe, como un árbol derribado de raíz por un vendaval.
Una estocada mortal al puntofijismo
Este mes conmemoramos 31 años de los trágicos sucesos acaecidos el 27 y 28 de febrero, y los primeros días de marzo, de 1989, también conocidos como “El Caracazo”. Un levantamiento popular contra los sucesivos gobiernos de AD y Copei, ambos signados por su incapacidad de solucionar la precariedad, revertir el círculo de la pobreza y el descontento social.
El malestar que se venía incubando en la conciencia de los trabajadores y de los sectores mayoritarios del pueblo, recibió un verdadero estímulo detonante, al implementar, el gobierno adeco, el procedimiento de shock del paquete económico neoliberal sin sopesar las consecuencias.
De las medidas tomadas por el gobierno de Carlos Andrés Pérez, el alza de los precios de derivados del petróleo, entre ellos la gasolina, acarreó la justificación de un aumento del pasaje del transporte público automotor, que operaría como chispa incendiaria; el comercio de Guarenas fue arrasado, los saqueos de negocios de todo tipo resultaron incontrolables y se extendieron espontáneamente a todo el país, siendo Caracas donde esta sacudida social alcanzó su mayor intensidad.
Esta rebelión popular estableció sin proponérselo un quiebre histórico al modelo de democracia representativa; de hecho, el propio comandante Chávez consideró la gesta del 4 de febrero como hija de esta insurgencia de las masas.
En su momento el presidente Hugo Chávez, en su acostumbrado espacio televisivo “Aló presidente”, refirió: «Ese día las armas de nuestro ejército escupieron muerte contra el pueblo, y los cañones del imperio fueron nuestros propios cañones. Pero no pasó mucho tiempo para que los soldados venezolanos levantáramos las banderas de la patria, y el 4 de febrero de 1992 salimos a pedir perdón y dar nuestra vida por el pueblo de Simón Bolívar, traicionado, adolorido y masacrado».
Se masacró en las calles, en la parroquia 23 de Enero, en otros puntos de la ciudad, y en otras urbanizaciones; también a los presos del Retén de Catia a la entrada de la cárcel, cuando en medio del caos intentaron huir.
Ni siquiera hoy en día se sabe con exactitud cuántos murieron, ni dónde fueron enterrados muchos; pero se estiman en 5 mil. En esos días, la población sufrió una serie de restricciones, escasez de alimentos, allanamientos, persecución, suspensión de garantías individuales, encarcelamientos, asesinatos y desapariciones forzadas.
Vigencia y valoración del Poder Popular
En términos comparativos, cabe destacar la trascendencia de “El Caracazo” como gesta heroica de un pueblo, que aunque en forma espontánea y desordenada, señaló el camino a seguir.
Fue la primera gran rebelión anti neoliberal del planeta, antes de la caída del muro de Berlín, preludio de otras en que las masas latinoamericanas dejaron muy claro su rechazo a las nuevas formas de explotación capitalista.
Surge así la reflexión en torno a la necesaria revisión del papel que ha de jugar el llamado poder popular 31 años después, ante una vanguardia y un liderazgo político que si bien es necesario no siempre es indispensable y no pocas veces suele auto colocarse en entredicho.
Nombres y apellidos, pecados y pecadores
La brutal represión evidenció el desprecio por la vida humana por parte de los gobernantes de turno:
Carlos Andrés Pérez, presidente de la República
Virgilio Ávila Vivas, gobernador de Caracas
Italo del Valle Alliegro, ministro de la Defensa
Manuel Heinz Azpúrua, jefe del Comando Estratégico de Caracas
José Rafael León Orsini, exdirector de la Policía Metropolitana (PM)
Luis Fuentes Serra Exsegundo comandante de la Policía Metropolitana (PM)
Freddy Maya Cardona, exjefe del Comando Regional N° 5
Estas personas fueron acusadas por la presunta comisión de los delitos de homicidio intencional en grado de complicidad correspectiva y quebrantamiento de pactos y convenios internacionales.
Testimonios:
“Cuando el gobierno de CAP decretó el toque de queda nos pusieron un tanque de guerra frente al Bloque Uno con militares adentro”, cuenta Tirsia, habitante de Monte Piedad, una zona al oeste de Caracas.
“Tanto fue el miedo que se impuso durante esos días que el apartamento de muchas personas se redujo al espacio del baño, a un estrecho pasillo o a un rincón de la sala, donde pernoctaban, para no ser alcanzados por las balas. Uno no se podía ni asomar por la ventana, hubo apartamentos que los dejaron como un colador de las balas”, comenta Tirsia.
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“En esos días me asomé para guindar (colgar) ropa en el tendedero. Cargaba puesto un reloj que brillaba con el reflejo del sol. Seguro la policía y el Ejército pensó que era un arma y por eso me dispararon. La bala me pasó cerquita, pegó en la pared y saltó. Un pedazo de la pared se introdujo en mi brazo”.
Ismael Noé / Ciudad VLC
Es ironico que cuando hacen revueltas contra Maduro les llaman «guarimbas» pero cuando hacen revueltas contra un gobierno de derecha dicen que es un «acto heroico». Tremenda la contradicción