La musicalización de la Navidad venezolana siempre ha tenido entre sus indiscutibles referentes la gaita zuliana e innumerables guarachas de la Billos Caracas Boys, así fue por muchos años hasta la llegada, a mediados de los años ’70, de un grupo de jóvenes de las costas centrales del país que pusieron de moda las parrandas de tambor afrodescendientes con el emblemático nombre de “Un Solo Pueblo”.
Un numeroso grupo de muchachas y muchachos, entre músicos y cantantes, liderados por Francisco Pacheco y los hermanos Ismael y Jesús Querales, popularizaron por todo el país los ritmos y bailes de Cata, Choroní, Borburata, Barlovento y demás pueblos del Caribe costero nacional, haciéndose igualmente necesarios para ambientar las fiestas navideñas venezolanas, mientras se preparaban las hallacas, el pernil y el ponche.
De ellos recordamos El cocuy que alumbra, Alúmbrame el zaguán, Botaste la bola, Córrela, La burra, La matica, El gallo pinto, ¿Quién ha visto negro como yo?…, las cuales inundaron las radios del país propiciando, además, el nacimiento de nuevos grupos juveniles del mismo estilo como «Carota, nema y tajá», «Fogón y tambor», «Tambor Urbano», entre tantos otros que revitalizaron el folklore nacional incorporando al acervo colectivo la rica herencia negroide.
Y así como Billos y la gaita zuliana recorrían el país ambientando los encuentros navideños, asimismo lo hacía Un Solo Pueblo, solo que de un comienzo con base en instrumentos tradicionales, evolucionaron al formato Banda Show con la incorporación de instrumentos de viento, para hacer aún más rotunda la fiesta, versionando sus propios éxitos en un estilo aún más sonoro y pegajoso.
Hoy presentamos a su consideración dos de sus más emblemáticos éxitos: “La mática”, creación original de la madre de Francisco Pacheco, Paula Elvira Croquer, y “Botaste la bola”, fruto de la creatividad del poeta margariteño Jesús Rosas Marcano, inspirado en los tantos decires del béisbol que han pasado al habla popular criolla.
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