Indignados libaneses mantienen las protestas de calles y exigen renunciar al primer ministro Saad Hariri, mientras el Gobierno se apresta a realizar reformas económicas.

El Líbano vivió ayer lunes su quinto día consecutivo de protestas callejeras y huelgas por la situación económica, empeorada por el nuevo plan presupuestario. En dos de las movilizaciones, en concreto en las ciudades de Beirut (capital) y Tiro (sur), exigieron la dimisión de líderes políticos.

Libaneses exigen la renuncia y rendición de cuentas

Como en las protestas anteriores, los manifestantes exigieron que el primer ministro Hariri abandonase el cargo. Esa misma jornada, el premier libanés anunció la aprobación del presupuesto 2020, que prevé un déficit del 0,6 % del Producto Interno Bruto (PIB).

En este sentido, con promesas de que se mantendrán movilizados, realizando marchas, huelgas y sentadas, hasta la materialización de su demanda principal —la “caída” del Gobierno actual—, los libaneses hicieron hincapié en que las nuevas reformas económicas y presupuestarias no cumplen con su pliego de reclamos.

Puede que el hartazgo de los libaneses sea por el “saqueo de la economía” de la élite del país, pero las pancartas solo tienen tres nombres repetidos: el del presidente Michel Aoun; y del Hariri, ambos designados en 2016; así como del presidente del Parlamento, Nabih Berri.

“No queremos solo una renuncia. Queremos que ellos (los líderes) rindan cuentas. Deberían devolver todo el dinero que robaron. Queremos un cambio”, indicó un manifestante a la agencia británica de noticias Reuters.

El pueblo contra el gobierno corrupto

Para los manifestantes, que dicen no poder soportar más la situación, todo el Gobierno es “corrupto”. Los políticos, a su juicio, son “ladrones” que se incorporan en el Gobierno para “llenarse los bolsillos, no a servir al país”.

Más temprano en la misma jornada del lunes Aoun reconoció que las protestas reflejan el dolor y la presión económica que está soportando la mayoría de los libaneses, pero rechazó, al mismo tiempo, culpar a “todos los políticos” de corrupción.

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El Líbano, destruido por la guerra civil iniciada en 1975 y que duró hasta 1990, tiene una deuda de alrededor de 86 000 millones de dólares, lo que representa más del 150 % del PIB, una de las mayores del mundo, y su deuda soberana hace tiempo cayó por debajo del nivel del bono basura.

Ciudad VLC / Hispantv.

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