Durante la semana pasada, se viralizó la trágica historia de los Turpin, una pareja que mantuvo encadenados a sus 13 hijos durante años y les aplicaron tratos inhumanos y degradantes. Ahora, surgen nuevas informaciones sobre el caso que podrían hacer más triste la realidad.

 

De acuerdo con el fiscal al frente de la investigación, Mike Hestrin, los secuestrados tenían prohibido ducharse. Solo podían bañarse una vez al año y lavarse las manos. Si se las lavaban por encima de las muñecas, los progenitores les regañaban y castigaban por malgastar el agua.

 

Turpin
Louise y David Turpin afrontan una pena de 94 años en prisión.

 

Esos castigos incluían palizas y estrangulamientos, pero generalmente consistían en ser atados a los muebles. Hestrin, agregó que «muchas veces no eran liberadas de las cadenas para ir al baño». El olor dentro de la vivienda era nauseabundo y las víctimas vivían rodeadas de putrefacción.

 

Comían en su presencia para torturarlos

Los Turpin tampoco alimentaban a sus hijos. Peor aún: compraban comida y dejaban que varios de sus hijos desnutridos la miraran, pero no la compartían. A veces dejaban comida en la mesa, con la prohibición de que la tocaran. Todos, excepto la bebé de dos años, estaban deshidratados y severamente desnutridos: uno de los niños, de 12 años, tenía el peso promedio de uno de 7 años. La hija mayor, de 29 años, tiene 37 kilos. La joven que se escapó de la casa y alertó a la policía sobre lo que ocurría, tiene 17 años, pero por su desnutrición aparenta 10, dijeron los policías.

 

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El fiscal Mike Hestrin afirmó que “hay casos que te afectan y te atormentan. A veces ves pura depravación humana. Eso es lo que estamos viendo aquí”.

 

Tampoco veían la luz del sol; los progenitores los obligaban a tener una “vida” solo de noche. Debían acostarse a las 5 o 6 de la mañana y dormir a lo largo del día, para pasar toda la noche despiertos. Tenían al menos 4 años sin ir al médico y jamás habían ido al odontólogo. Ni siquiera sabían qué es un medicamento, según los policías. Tampoco tenían idea de qué era un policía.

 

Difícil reinserción en la sociedad

Ante tan dantesca situación, los psicólogos que trabajan con los 13 hermanos –que de momento permanecen juntos– alertaron sobre la dificultad de que puedan llevar una vida normal en el futuro. Han vivido completamente aislados del mundo, sin ir a la escuela ni relacionarse con otras personas. Creen que la bebé será la única que pueda aspirar a una reinserción plena y sin traumas si es adoptada por una familia estable.

 

Los Turpin afrontan como pena por sus crímenes 94 años de prisión. La pareja es acusada de 12 cargos de secuestro y 12 de tortura. No son 13 porque el bebé, aparentemente, se encontraba en buen estado. El padre, David, también ha sido acusado de un delito de abuso lascivo sobre la niña de 14 años. Lo paradójico de la situación es que ambos se declaran “culpables”.

 

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«La casa de los horrores» donde acurrieron estos crímenes, es la típica casa gringa de clase media.

 

Otro dato que nadie se explica es cómo los horrores de una familia tan grande hayan pasado totalmente desapercibidos, especialmente con comportamientos tan extraños y aislados de la sociedad. Tal vez, el lugar donde se dio esta tragedia, en medio de una urbanización de clase media, haya sido la piedra angular de todo este drama. No es raro en una sociedad como la estadounidense ignorar a los vecinos, vivir aislados, cada quien en su propia isla. Tal vez, en una sociedad más humana, más solidaria, menos fragmentada, nada de esto hubiese ocurrido, o al menos, se hubiese evitado tanto sufrimiento.

 

Juha Arellano

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