El caraqueño Luis Miguel Vence (45) es uno de los jefes de grupo que se alzó con el premio Nobel de Medicina 2018, gracias a sus investigaciones sobre la inmunoterapia contra el cáncer.

 

 

¿Quién es este venezolano Nobel de Medicina 2018?

El experto en ingeniería genética con un PHD en inmunología, y parte del equipo del doctor Jim Allison, estuvo alentado por su historia familiar que sufrió por enfermedades autoinmunes.

 

Cuando tenía 3 años, su padre Miguel desarrolló lupus y falleció con problemas renales 18 años después. Una enfermedad que fue heredada por él y su hermano que murió por la misma causa. Además de lupus, Luis Miguel padece diabetes y recientemente recibió un riñón donado por una prima.

 

Desde muy chico, Vence se propuso estudiar medicina para encontrar una cura al lupus, una enfermedad autoinmune sistémica que ocurre cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca sus propios tejidos y órganos.

 

Vence
El venezolano tiene un equipo de 20 personas que trabajan día y noche para ganarle la batalla al cáncer y más de una vez lo han logrado.

 

 

El efecto ipilimumab

«La inmunoterapia ha sido una revelación increíble. Desde que se aprobó el ipilimumab, que fue la primera droga de inmunoterapia, ha tenido muchísimos éxitos», le dijo Vence a BBC Mundo en una comunicación telefónica desde Houston, Estados Unidos, en la que insiste que es su jefe quien ganó el Premio Nobel y no él.

 

El Ipilimumab actúa estimulando ciertas células inmunes llamadas células T. Estas células ayudan a combatir el cáncer y otras enfermedades.

 

Las células T tienen una proteína en su superficie llamada CTLA-4 (antígeno 4 del linfocito T citotóxico). Esta proteína le dice a la célula cuándo apagarse.

 

Ipilimumab bloquea la proteína CTLA-4 para que las células T se mantengan encendidas y activas.

 

Esta terapia «hace que el sistema inmune pueda entonces pelear contra el cáncer o reconocerlo», asegura el doctor en Inmunología.

 

 

Cargo que ostenta

Vence dirige el departamento de Monitoreo de Inmunología Humana, del MD Anderson Cancer Center de la Universidad de Texas, Estados Unidos, compuesto por unas 20 personas que, junto a otros equipos, responden a Allison.

 

“Hay cuatro directores. Yo me enfoco en el estudio de los tumores sólidos. Hay un patólogo que estudia los exámenes patológicos. Un especialista que estudia tumores líquidos y el último que trabaja en otros tipo de cáncer“.  Así lo explica este caraqueño de padres colombianos.

 

 

Un giro total

El sistema inmune está entrenado para atacar lo que no es parte de él (por ejemplo, infecciones que vienen de fuera). El problema es que el cáncer sí es parte del cuerpo humano. El cáncer muta. Son células que proliferan rápidamente y  por diferentes razones se vuelven en contra de la persona que lo alberga”.

 

La genialidad de la aproximación de Allison y su equipo es que la cura no la buscaron en el cáncer directamente, sino que ampliaron su mirada hacia el sistema inmunológico. Y ¡bingo!

 

La respuesta la encontraron en las moléculas bautizadas como CTLA-4 y PD-1Ambas  actúan como “frenos” que impiden que los linfocitos T -una especie de soldados defensores- combatan a las células cancerosas, porque las reconocen como propias. Pero, al eliminar esa barrera, los “soldados” tienen luz verde para atacar al enemigo. En este caso, los tumores.

 

 

Otras enfermedades

Claro, que cuando el sistema ataca al mismo cuerpo se producen las enfermedades autoinmunes, como colitis, diabetes y artritis reumatoide. Pero para contrarrestar ese efecto se utilizan esteroides que contienen los efectos secundarios.

 

“Este es un proceso científico que empieza con estudios animales y después pasa al ser humano. Se hacen los ensayos clínicos. Pero ya esta terapia le ha salvado la vida a mucha gente”. Vence toda su vida ha tenido que batallar en contra de la enfermedad personalmente.

 

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Fue así como el Instituto Karolinska de Estocolmo, Suecia, los premió por sus terapias que permiten «aprovechar la habilidad del sistema inmune para atacar las células cancerígenas al levantar el freno de las células inmunitarias», aseguró la academia en un comunicado.

 

 

¿Es la solución?

«Ahora mismo no, porque el sistema inmune tiene dos caras. Cuando funciona de más y reconoce al cuerpo de la persona, se producen las enfermedades autoinmune. Cuando no funciona bien, es cuando surge el cáncer», describe.

 

«El cáncer, por muy malo que sea, forma parte del organismo, entonces el sistema inmune no lo reconoce como extraño».

 

«Yo empecé estudiando el lado de la autoinmunidad. Pero luego me pasé al estudio del cáncer porque lo veo como más posible de encontrar una solución».

 

 

¿Por qué sabía que Allison iba a ganar el Premio Nobel de Medicina?

«Por la cantidad de pacientes que ha respondido favorablemente a esta terapia. Son miles. Y muchos de ellos han sobrevivido».

 

«Claro que depende del tipo de cáncer. Estos tratamientos son efectivos en, por ejemplo, el melanoma y el cáncer de pulmón. En cambio para otros cánceres, como el de cerebro o el de páncreas, el tratamiento no ha sido tan efectivo todavía», aclara.

 

 

Y tras el galardón, ¿cuál es el próximo paso?

«Seguir buscando moléculas que permitan el desarrollo de nuevos anticuerpos».

 

«Tenemos muchos ensayos clínicos con nuevas moléculas para probar con qué enfermedad sirven para seguir avanzando poco a poco y ayudar al sistema inmune a que reconozca los cánceres y que pueda pelear contra ellos», concluye.

 

El  único científico venezolano que ganó un Premio Nobel, casualmente de medicina e inmunólogo, fue Baruj Benacerraf en 1980. Ese año compartió el galardón con el francés Jean Dausset, por sus descubrimientos de que los genes puedes influir en el sistema inmunológico de algunas personas para ayudarlos a combatir más fácilmente algunas enfermedades.

 

Ciudad VLC/Agencias

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