Relatos de la locura corriente para vivir vincula el arte y la locura con la reivindicación del buen vivir para bien morir. JCDN.

La literatura y el arte, desde sus inicios, se han dejado seducir por el tema de la locura. En los Hechos de los Apóstoles, se les califica de orates o borrachos «full mosto» a todos aquellos que recibieron el Espíritu Santo el día de Pentecostés.

Asimismo, los profetas, dado tan milagroso don de Dios, presentan en la escritura bíblica e histórica, cuadros psico-patológicos que comprenden las neurosis, las fobias y los delirios (especialmente la transfiguración de Cristo que incluye a El Bautista y al profeta Elías).

¿A quién no han inquietado los lienzos “El Grito” y “Ansiedad” de Edvard Munch? ¿No han sido ustedes cautivados por el film expresionista “El Gabinete del Doctor Caligari” de Robert Wiene, semejante a una historia clínica en fragmentario desarrollo? Pese a que Freud no simpatizaba con el surrealismo, su escritura [Breton], realización plástica [De Chirico, Dalí] y audiovisual [Buñuel] se regodearon en el Amor Loco y el discurso abstruso de la demencia.

La escritora Sol Linares ha desarrollado una narrativa divertida, seductora, picante y crítica sobre la locura en sus cuentos [el texto humorístico “La Silla cruza las piernas” y el dramático “Cuento de la psicosis”, por ejemplo] y novelas [todas ellas sin duda]. Si bien hay gente que no la comprende, me cuento como su paciente  alocado y devoto lector enamorado.

Asumiendo mi condición de paciente psiquiátrico, debido a mi lengua irresponsable e irónica que movió a decir amén a algún ángel cínico, encuentro que las relaciones de poder familiares y político-sociales son un caldo podrido y propicio a la alienación o el desorden psiquiátrico.

Pero también constituye la fuente posible de cura y superación física, psiquiátrica e incluso espiritual de la enfermedad. No importa que la superioridad moral de parientes frustrados y policías del pensamiento, nos desprecie e intente en vano controlarnos con fines inconfesables.

Tampoco cuenta para mí, aunque me causa mucha risa, lo que al respecto dice el Doctor House: El que habla con Dios es religioso, pero el que escucha su voz es un psicótico de campeonato. Los controladores, consanguíneos o no, pretenden el dominio del Otro, el más débil, desde la profundidad desgraciada de sus “sepulcros blanqueados”.

Recordamos aquí el cierre de la publicación «Nanacinder», en la cual los psiquiatras y los pacientes del Psiquiátrico -o Colmena- de Bárbula compartían sus textos sin jerarquías, como si se tratase de celebrar el Carnaval toda la vida. El burócrata asistencial-ista del Ministerio de Sanidad, en ese entonces, no podía aceptar que un paciente psiquiátrico escribiera y publicara un cuento en el que tratara su enfermedad.

¿Se imaginan que censuraran la poesía del Decir de Angulo y Mujica por ser accesible al ciudadano de a pie? (Relatos de la locura corriente para vivir)

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¿O que se le hiciese caso a cierto academicista de la UC, otro Frankie desdichado, en el sin sentido de que se le pusiera una camisa mágica [de fuerza] a Téllez Pacheco para que no escriba ni publique más sus ensayos?

Lo pescamos al profe: Vio con buenos ojos mohosos la reclusión del psiquiatra Reich en un manicomio gringo, pues no se puede calar ni el psicoanálisis ni el comunismo. Cosas del endorracismo, ¿no?

Este otro llamado terco y obsesivo a recuperar la serenidad y la capacidad de amar, no desdice la labor de los buenos y muy profesionales psiquiatras. Edmundo Chirinos es tan nefasto como aquellos de sus colegas que le prestan herramientas al Poder fáctico, eso sí, para hacer infeliz al resto de la Humanidad.

No permitamos, pues, que la locura tóxica nos estropee nuestra relación con el mundo, tanto la amorosa-erótica como la político-social e incluso la ecológica. Sugerimos que no haya dominantes ni sumisos en la intimidad ni en la esfera pública. Les dejamos esta canción de Gnarls Barkley, Crazy, para que se reconcilien con el Otro y con la vida misma. ¡Saravá, mis amigos!  

José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

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