Caminando por Carabobo: La singular belleza de los árboles de caucho de La Candelaria

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La semana pasada al fin me decidí ir al encuentro de una historia que hacía tiempo deseaba escribir: los muy conocidos y frondosos árboles de caucho que quedan en la avenida Padre Alfonso, cruce con la calle Peña, en la muy popular parroquia La Candelaria de Valencia.

Mis pasos me llevaron a la casa de la señora Ana Silvina Parra de Ponce, a quien conozco hace unos 47 años.

Me recibió con mucho afecto y cariño, soy el padrino de su nieta Johanna Oropeza, hija del amigo, cantante de música criolla, Johnny Oropeza, “El Gabán Estudiante”, y Gloria Ponce.

Me relató que tendría unos 10 años cuando fueron plantados dichos árboles, por la familia Linares, y me pidió que conversara con Nieves, quien vive a pocos metros.

Llegué a la casa en referencia y fui recibido por Nieves Linares y su esposo Pedro Guillen, gente educada y amable que me ofrecieron la información requerida.

 árboles de caucho

Árboles de caucho fueron plantados en 1957

Esos árboles de caucho fueron sembrados por sus padres, María Nieves de Linares y Francisco Linares, conocido como “Don Pancho”, por el año 1957, traídos desde un vivero de Guacara, con el propósito de forestar esa franja de terreno baldía que separa el Casco Histórico con el bario Eutimio Rivas.

Los vecinos, alegres y unidos, limpiaron y plantaron ese borde y dejaron esas huellas en la memoria de la comunidad.

Vale especial mención a la familia Linares Perdomo; a las señoras Adela Torres, Conchita de Ojeda, Juanita Sevilla, entre otras, quienes permanecerán por siempre en la deliciosa frescura y en la apacible sombra que proporcionan esos árboles que son comentario obligado de todos los transeúntes.

Sus tallos, por el transcurrir del tiempo, se han engrandecido. Sus raíces, y lianas que le cuelgan, le dan un cierto aspecto tenebroso; las sequías más severas no impiden que su follaje siempre conserve su lozanía.

Quien pudiera pensar que detrás de tanta belleza se hayan cometido brutales y barbáricos crimines contra indígenas en Brasil, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, que iban embriagados tras del látex en lo que se llamó “La fiebre del caucho”, “El oro blanco”.

También debemos recordar que, albergados por su follaje, los comensales de un restaurante muy concurrido por la calidad de sus platillos, disfrutaban de la sombra de estos árboles logrando que este espacio fuera conocido por toda la ciudad.

Sin duda, la gran enseñanza que nos deja el esfuerzo de estas honorables familias, es que siempre se debe actuar en beneficio de la comunidad.

Nuestro breve transitar por este mundo debe dejar saldo positivo en tareas sociales.


 

¡¡¡ASÍ MISMO ES, SOMOS HACEDORES DE HISTORIA!!!

-Los frondosos cauchos en la avenida Padre Alfonso, cruce con calle Peña.

-Ana Silvina Parra de Ponce, testigo cuando la familia Linares sembró los árboles de caucho.

-Don Pancho Linares y su hija Nieves Linares.

-Enormes tallos, figuras de diferentes formas que hacen volar la imaginación.

 

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Miguel Ángel Dasilva Gavidia

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