UNA NOVELA SOBRE EL 27-F

Una novela sobre el 27-F comenta el libro “Lo que fue dictando el fuego” del escritor y embajador Juan Antonio Hernández, publicada por Editorial Trinchera. JCDN.

Prsentación de la novela «Lo que fue dictando el fuego» de Juan Antonio Hernández, publicada por Editorial Trinchera

Nos ha gratificado con creces el discurso poético, dinámico y comprometido de la novela “Lo que fue dictando el fuego” (Trinchera, 2015) de Juan Antonio Hernández. No en balde la causalidad lírica de haber pedido prestado el título a Sor Juana Inés de la Cruz.

Resulta espinoso y doloroso tratar la coyuntura histórica de “El Caracazo”, no sólo en lo político y lo emocional, sino también en lo estético: Por ejemplo, el film homónimo de Román Chalbaud fracasó en lo conceptual, actoral e histórico, muy a pesar de los efectos especiales y el alto presupuesto, porque no es posible exorcizar sus fantasmas con los slogans del militar inconforme (Pedro Lander) y menos aún con la cancioncita adorable de Fernando Carrillo, el pequeño burgués “rojo”, como telón musical final para escurrir los créditos.

El tono poético-iracundo de Hernández complementa la prosa cruda y despiadada de Argenis Rodríguez en la novela “Febrero”, así como también la estética fotográfica del Decir de Frasso que colinda con los Desastres de la Guerra de Goya y la inmediatez del reporterismo gráfico del legendario Tom Grillo. El dolor generacional a raíz de la acre tragedia, en este caso, se ve aliviada por un muy bien logrado y franco ejercicio escritural, no exento de odio y revancha en la literatura de a de veras.

El Caracazo según Román Chalbaud

El Caracazo no fue bandolerismo puro ni una conspiración de las cachifas, como nos lo quiere hacer creer la banalización del discurso mediático y, peor aún, la histeria de ese constructo social funcionalista (por demás disfuncional) denominado Clase Media. La voz narrativa, sin importar los denuestos ni las categorías sociológicas-academicistas, dice las cosas a rin pelao: “Pero lo que importa es otra cosa, al menos en lo que se refiere a la muchedumbre que irrumpió durante el Caracazo: el encuentro milagroso entre lo que fue y lo que puede ser en un punto donde se produce la afirmación más radical de la igualdad”.

La mixtura de ficción y realidad excede el género del docudrama televisado y cinematográfico, pues no se plantea insufribles moralejas históricas: La construcción desde la memoria de personajes entrañables como Jaurena y Yulimar, bordea el verismo delirante e intenso del Relato de Fantasmas (verbigracia Otra vuelta de tuerca de Henry James) en el tratamiento dialógico del narrador protagonista.

Afiche de la exposición fotográfica de Frasso y Tom Grillo

Este trío de rebeldes se confronta con el personaje-eje del Comisario López Sisco, encarnación castradora del orden liberal-burgués. Ello sin que el tenor épico del relato desvíe al lector del panorama generacional y el contexto histórico del momento. Incluso hay una alusión, en medio de la sed radical revolucionaria, a un antecedente de la Teología de la Liberación: El Triunfo de la libertad sobre el despotismo de Juan Germán Roscio. Por lo que se transfigura el vía crucis del Jesús popular y colectivo durante aquel febrero infame, esto es la irónica carnavalización de la Pasión cristológica. Nada que ver con el social-cristianismo homicida de Napoleón Duarte y Roberto D’Abuisson en El Salvador.

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No se trata de una novela, por fortuna, vaciada en la plantilla propagandística del Realismo Socialista. Por el contrario, el discurso se enclava en la sociedad paradójica y muy dura entre la Palabra narrativa y el análisis socio-político que se despoja de mitos mal curados: “Nos parecía estúpido pensar que en un país con una concentración tan alta de gente en las ciudades, el escenario fundamental de la lucha, para algunos, siguiera estando en los montes del interior. ‘No a la tala y a la quema de los árboles: colabora con la guerrilla’, era una de tus ironías favoritas contra esa visión”. La delación interna más el mal calcado de la Revolución Cubana, incidieron en la traumática derrota de la guerrilla.

A contracorriente de los saltos de talanquera patéticos como el de Américo Martín o Gumersindo Rodríguez, Juan Antonio Hernández plasma en su propuesta ficcional el necesario binomio de la Utopía y la Praxis que increpe al orden capitalista globalizador y predatorio sin miramientos. La ficción, además de inclinarse por los oprimidos y contraponerse al funcionariado contrarrevolucionario, está revestida por la urgencia histórica que supone la integración de nuestros pueblos propugnada a costo de sus vidas por Bolívar, Martí y Sandino.

La épica subversiva que se desprende de sus páginas, eso sí, al borde del desamparo y la desilusión ideológica y estética que llevarían a la ausencia prematura y voluntaria de Paúl del Río, o a la ejecución equívoca y sumaria de Roque Dalton, está revestida de una gran fortaleza de fondo y forma. Hace trizas cierta estética postiza de izquierda, al estilo el último de los agrios, que no trasciende la tibieza existencial de los cafetines y las aulas universitarias.

La represión contrarrestada a puño limpio

La brevedad de los capítulos, como en las novelas del brasileño Machado de Assis y el hiperrealismo agridulce de nuestro Pocaterra, responde a la edificación de una prosa inmediata, despojada y plena de atmósferas terroristas, enternecedoras y amorosas que abordan en la fragilidad de la Palabra el mundo cotidiano de la calle y no el del castillo sublimado de los poderes fácticos.

Nos remite al cuento “La máscara de la muerte roja de Poe”: El envilecimiento de la estructura político-social se transforma en peste inclemente que estraga a los pobres y a los ricos al punto. Por tal razón, las mayorías deben organizarse y compenetrarse para detener Hoy el Tánatos suicida implícito en un modo de producción decadente y pesetero.

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José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC

1 Comentario

  1. Agradezco la inmensa generosidad de De Nobrega con este mi pobre libro del cual rescato mi honesto y sentido homenaje a los amigos muertos…Juan Antonio Hernández

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