Biografías Portátiles (32): Ana Carolina Saavedra es una semblanza a esta poeta y cantautora carabobeña. JCDN.
Ana Carolina Saavedra (Valencia, 1970) es una extraordinaria poeta, enternecedora cantautora y mejor amiga en Valencia, la de Venezuela. Nos ha honrado en la cotidianidad dura pero sabrosa, ello en virtud de su don de gente y amplísima generosidad.
Ha publicado dos libros de poesía que delatan su auténtica búsqueda artística y espiritual: El lugar de las imágenes perdidas (el perro y la rana, 2006), en el que plasma con una inédita quietud mística el paisaje y sus propias vivencias en el estado Amazonas; y Ángel de Silencio (Signos, Ediciones y Comunicaciones, C.A., 2014), el cual reseñamos en el mes de marzo de 2019 en la sección Barca de Papel del diario Ciudad Valencia.
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Qué podemos decir de Ana Carolina a riesgo de quedarnos cortos. Recientemente compartimos con ella tarima conversadora en el Ciclo «Poesía y Espiritualidad». Nos encantó el ensayo que nos leyó, La poesía como camino crístico y camino de la iluminación, amén de los poemas recientes que nos obsequió en la Sala Ana Enriqueta Terán del Museo de Arte Valencia.
Dialogando con José Solanes, nuestro ensayista del exilio, los místicos españoles (Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Teresa de Ávila) y la poesía budista, ella realizó un ejercicio enriquecedor de tolerancia religiosa y sabiduría poética ligadas a la espiritualidad que revoluciona a la humanidad.
Dejemos que la poetisa se aproxime con su habla solidaria y humanística: «Cuando en la poesía no hay una mera búsqueda intelectual, sino algo más hondo, que puede testimoniar o acercarse a la revelación o a lo profético, allí está abriéndose el camino de la iluminación, siendo la iluminación la cima del alma donde el hombre alcanza la parte más elevada de la mente y del espíritu y encuentra la sabiduría perfecta y la compasión infinita».
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No se trata de ser acreedor de la aprobación religiosa institucional, sino de construir una comunidad espiritual viva que va de adentro hacia afuera. Por supuesto, lo espiritual involucra lo profético, esto es denunciar a los poderes y sus aparatos ideológicos que oprimen a las mayorías.
Nuestra poetisa, humana, demasiado humana, convoca y es convocada en un afán comunitario liberador y ecuménico. Ha compartido con las comunidades cristianas, budistas e indígenas, pues al amparo de Gandhi, Martin Luther King o Monseñor Romero, podemos acompañarnos en el camino de la justicia no obstante sus diversos afluentes políticos y espirituales.
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Además de militar en la Canción necesaria de Mercedes Sosa, Violeta Parra, Silvio Rodríguez y Pablo Milanes, entre otras grandes voces, Ana Carolina ha sido designada por nuestro paladar (el título lo patentó Orlando Baquero) como una de nuestras Reinas del Guiso -por supuesto, no podemos obviar a la cantante y cheff Tania García-. Con pocos ingredientes, dada esta crisis entre la inducción y la resistencia, la poetisa Saavedra hace milagros dignos de ser cantados en coplas o contados en salerosas crónicas.
Valga, claro está, este amor incendiario y terco que le rendimos cada día.
José Carlos De Nóbrega / Ciudad VLC
