En las instalaciones del Museo de Arte Valencia (MUVA), se realizó la tarde de este viernes 4 de mayo, día del centenario de la poetisa Ana Enriqueta Terán, un sentido homenaje a su vida y a su obra con música, cantos, declamaciones y testimonios sentidos de variados artistas de la región, quienes se confesaron honrados por sus enseñanzas y su amistad generosa.

 

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A eso de las 3 de la tarde, el director del Gabinete de Cultura de Carabobo, Luis Salvador Feo La Cruz, abrió este evento, llamado “La poetisa cuenta hasta cien…”, destacando, entre otras cosas, que Ana Enriqueta estaba, sin duda, allí con todos los presentes, entre quienes se contaban algunos de sus familiares, celebrando sus cien años, pese a haber partido ella un poquito antes, el pasado 18 de diciembre.

 

Luis Salvador se animó, por cierto, en un momento de las presentaciones, a entonar a capella, con musicalización propia, una de las tantas «Décimas andinas», que Ana Enriqueta escribiera en 1938.

 

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Los virtuosos del Ensamble D’ a ratico.

 

La apertura musical, antes de la declamación colectiva de los versos magistrales de la cumpleañera centenaria, estuvo a cargo del talentoso “Ensamble D’ a Ratico”, ese  trío de violín, cuatro venezolano y bajo, que anda recorriendo los espacios de bohemia de la ciudad, y donde se destacan José Antonio Herrera (violín), Nelson González (cuatro) y Eddie Díaz (bajo). Entre otras melodías, ellos nos brindaron una magistral sesión de talento con “Apure en un viaje” y “Moliendo Café”.

 

La declamación de poemas variados de Ana Enriqueta la inició, por su parte, nuestra insigne escritora, promotora cultural y galardonada también, al igual que Ana Enriqueta (1989), con el Premio Nacional de Literatura 2014, Laura Antillano, quien se remontó a aquellos días de 1977, cuando recién había ganado el concurso de cuentos del diario El Nacional por su cuento “La luna no es pandehorno”, y la llevaron Oswaldo Trejo y Antonia Palacios a conocer a Ana Enriqueta en la casa que la poetisa tenía por entonces en San Antonio de los Altos.

 

Laura recuerda a una mujer de elegante belleza y garbo, que los recibió en una casa colmada de arte y plantas, y con perros muy educados a los cuales Ana Enriqueta se dirigía con parca y solemne autoridad; desde entonces a ambas las unió una amistad de profunda admiración y respeto mutuo.

 

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Laura Antillano rememoró su primer encuentro con Ana Enriqueta Terán en 1977.

Laura leyó poemas del libro “Albatros” (1992): Valentías de tonos y vuelos, y Todavía no reposo, y aparte de estos, otros dos poemas por los que Laura tiene especial estima: Se alaba esta casa y Sacrificio. Para finalizar, Laura destacó que en la última etapa creadora de Ana Enriqueta, la poetisa se planteó unos ambiciosos juegos con el lenguaje que en buena parte se recogen en el poemario «Extravagancias Lúdicas», editado por la Biblioteca Ayacucho en 2015.

 

Seguidamente en la declamación le correspondió el turno a la poeta y cantante Ana Saavedra, quien leyó, entre otros, poemas incluidos en una antología mínima de Ana Enriqueta titulada La Piedra Alzada en Junio, de 1989.

 

A continuación, se presentó el segundo intermedio musical a cargo de dos destacados docentes del Conservatorio de Música de Carabobo, como lo son la flautista Adriana Saravia y el guitarrista clásico Jorge Pérez, quienes sorprendieron a todos los presentes con la ejecución magistral de Cara’e tiple, Quinta Anauco, Juliana y Viajera del río, aparte de una pieza extra, motivada por los entusiastas aplausos, de la autoría del maestro argentino Ástor Piazzolla.

 

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Adriana Saravia y Jorge Pérez, del Conservatorio de Música de Carabobo.

 

La declamación continuó seguidamente con la intervención de la joven poetisa Niddy Calderón, cuyo testimonio acerca de su experiencia con la obra de Ana Enriqueta Terán fue de especial significación, ya que Niddy ha dirigido desde hace mucho tiempo un taller literario llamado “Casa de Hablas”, en homenaje a Ana Enriqueta, y para el cual contó siempre con el apoyo y la palabra de la poetisa hasta sus últimos días.

 

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Niddy Calderón dando su testimonio del taller «Casa de hablas».

Contaba Niddy que, muchas veces, Ana Enriqueta se hacía presente entre ellos a través de una llamada telefónica desde su casa en la urbanización El Trigal, cuyo nombre es, por cierto, “Casa de hablas”, y así todos los talleristas se nutrían de las enseñanzas de la incansable y siempre generosa Ana Enriqueta.

 

Niddy no solo leyó poemas de Ana Enriqueta, como el emblemático soneto A un caballo blanco, sino que también compartió con todos un poema suyo inspirado en la muerte de Ana Enriqueta el pasado diciembre.

 

El tercer intermedio musical implicó una performance a cargo de tres artistas; en la declamación estuvo la joven poetisa Mirih Berbín, acompañada en la guitarra por el trovador Denis Miraldo, quien intercaló poemas cantados de Vicente Gerbasi, José Joaquín Burgos y la propia Ana Enriqueta; ambos complementados por la danza espontánea de Digna González.

 

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El adecuado colofón para este homenaje por el centenario de Ana Enriqueta estuvo a cargo del poeta y excelente declamador Luis Alberto Angulo, quien tomó como especial motivador para sus comentarios iniciales el libro “Extravagancias Lúdicas”, en el cual se recoge lo que en su momento fueron los cuadernos inéditos de Ana Enriqueta.

 

Destacaba Luis Alberto, en particular, la participación clave que tuvo, como organizador y compilador de esta obra, el compañero de vida de Ana Enriqueta, José María Beotegui, un intelectual de origen vasco, quien se dedicó por años a atesorar muchos de los poemas que Ana Enriqueta iba dejando por aquí y por allá en su incansable quehacer con la palabra; así que “Extravagancias Lúdicas” no fue un libro, en esencia, organizado por la propia Ana Enriqueta, sino un poemario fruto de la admiración y el amor que José María sentía por ella y con el cual un día la sorprendió y halagó.

 

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El poeta Luis Alberto Angulo declama en compañía de una niña emparentada con Ana Enriqueta.

 

También contaba Luis Alberto, que si algo había resentido siempre Ana Enriqueta es que no se hubiera reconocido esta labor tesonera, secreta y colmada de amor de José María Beotegui en el libro editado por la Biblioteca Ayacucho, ni tampoco en uno anterior de sonetos, que le publicara a Ana Enriqueta la Casa de Bello.

 

Así que Luis Alberto, amigo entrañable de Ana Enriqueta y su visitante asiduo, destacó para todos esa suprema manifestación de amor de José María por Ana Enriqueta, quienes se habían conocido precisamente en estos mismos espacios donde hoy funciona el MUVA, en una época donde Ana Enriqueta estaba en la plenitud de su belleza, aunada a una actividad literaria y cultural que trascendía ya las fronteras de Venezuela.

 

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Una performance a cargo de la poetisa Mirih Berbín, el trovador Denis Miraldo y la bailarina Digna González.

De Ana Enriqueta declamó Luis Alberto Estoy en mí pensando en el vivir, Enojo contra lo sagrado del sueño, Sin embargo se piensa en el regreso, y Espacios abiertos, en tanto ya los numerosos asistentes se movían con confianza por aquellos espacios como si la propia Ana Enriqueta les convidara otro trago, uno de cocuy en este caso, a su salud por esos cien años que ella andaba contando con todos entre sus poemas, los afectos que cultivó, y seguirá cultivando, y la música.

 

 

Ramón Núñez / Ciudad VLC / Dame Letra

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