Eleazar Díaz Rangel/CiudadVLC

Ha bogado hacia el reino de los dioses Eleazar Díaz Rangel.

Figura señera del firmamento revolucionario. Ejemplo de dignidad, solidaridad y patriotismo.

 

Muchas cosas de Eleazar pueden decirse. Quien esto escribe se permite plasmar desde la hondura de su corazón relatos varios. Veo a Eleazar desde el prisma de mi sentir.

 

Militó Eleazar en el campo de la revolución desde los tiempos en que tiranizaba a la nación venezolana el dictador Marcos Pérez Jiménez. Y en la época de la cuarta república su humanidad fue obligada a habitar sórdidas instalaciones carcelarias, a resultas de su indoblegable compromiso con las mejores causas de la nación.

 

Tenía catorce años cuando viaje-por vez primera-, desde Valera, mi ciudad natal, a Caracas.

 

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Entonces conocí a Eleazar cuando se desempeñaba como presidente de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), ubicada en la avenida Andrés Bello de la ciudad capital.

 

Era yo, un imberbe joven comunista. Era él, un aquilatado combatiente por la dignidad de nuestra patria, y comunista también.

 

Tiempos en los que, quienes nos inspirábamos en el legado de Carlos Marx y Federico Engels, ejercíamos nuestro ejercicio revolucionario en medio de los rigores de la represión gubernamental.

 

La AVP, dirigida por Eleazar, nos brindaba cobijo cuando asistíamos a las reuniones nacionales, bien de la Juventud Comunista, bien del Comité Unificado Regional Estudiantil (CURE), que presidía en el estado Trujillo.

 

Nos decía Eleazar, eso sí, «Tienen que pernoctar después de que se haya ido el personal que labora en sus instalaciones. Y tienen que salir antes de que este personal llegue en las primeras horas de la mañana».

 

Esta cómplice solidaridad nos permitía aposentar nuestras humanidades en camas de cartón.

 

Eleazar era un lector voraz. Un intelectual orgánico a la manera de Gramsci. Donó, en gesto solidario, su biblioteca personal conformada por 6.068 libros y manuscritos a la Biblioteca Nacional.

 

Formamos parte de una misma corriente política interna cuando militábamos en el Partido Comunista de Venezuela (PCV). Por eso convergimos cuando se fundó el Movimiento al Socialismo (MAS), partido del cual, ambos, integrábamos la Dirección Nacional.

 

Apoyamos la candidatura presidencial de José Vicente Rangel, un amigo y hermano nuestro, en contestación a las pretensiones candidaturales de Teodoro Petkoff.

 

Era Eleazar un militante de la Revolución Bolivariana, a prueba de balas. Nuestros vínculos se mantuvieron y estrecharon, a raíz de la victoria electoral de Hugo Chávez Frías en 1998.

 

Contando con la anuencia del Canciller José Vicente Rangel constituimos -y era yo Viceministro de Relaciones Exteriores– un grupo de notables que serían consultados sobre temas de interés nacional e internacional.

 

De ese grupo formaban parte, entre otros, D.F. Maza Zavala, Armando Córdova, Pompeyo Márquez, Diego Luis Castellanos, Francisco Mieres y Eleazar Díaz Rangel.

 

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Las reflexiones de este grupo, que reuníamos mensualmente en la sede de la cancillería, eran plasmadas en un informe que remitíamos al Presidente Hugo Chávez.

 

Hace varios años visité a Eleazar en el Hospital Militar de Caracas. La enfermedad que padecía comenzaba a afectar su pura humanidad. Hablamos de sus libros que había leído con fusión.

 

Escuchaba su magisterio, como actor en la política y el mundo periodístico de la Venezuela contemporánea. Y es que Eleazar era un docto profesor en la ciencia de la comunicación social. Su legado sapiencial quedará registrado en los anales del periodismo nacional.

 

Obras suyas como: «Pueblos sub-informados» (1976); Estudios de comunicación social (1987); La información internacional en América Latina (1991), son emblemáticas para comprender la función libertaria de un periodismo apegado a la verdad.

 

Y su columna «Los Domingos con Díaz Rangel«, publicada en Últimas Noticias, interpretaba con sapiencia y sencillez los más acuciantes asuntos nacionales e internacionales.

 

Estaba dotado Eleazar de una especial calidad humana. Defendía sus convicciones, siempre ancladas en los mejores predicamentos del alma nacional, con radicalidad mesurada. Calmo en el buen decir. Profundo en el análisis de la realidad de nuestro tiempo histórico.

 

Siempre fue joven Eleazar. Aún en sus años de madura adultez conservaba un rostro con eterna lozanía.

 

Apego supremo a la verdad. Consustanciado con los intereses patrios.

 

Digno su magisterio en el periodismo. Símbolo de la ética del periodística. Aquilatado liderazgo gremialista. Coherencia en el actuar. Densidad en el pensar. Solidaridad a campo traviesa. Sonrisa perpetua en su rostro. Serenidad en el decir. Calidez en su palabra.

 

Es éste un sintético retrato de Eleazar Díaz Rangel.

ELEAZAR

Tú señera figura mi alma ilumina

Comulgo contigo heráldicos sueños

Tu fértil cosecha colmenas del bien

Tu verbo diciente sentencias de amor

Mi hermano omnisciente

Que reinas con ser

El púlpito alado alaba tu bien

Mi digno Eleazar, elevo tu altar

Vaya para su esposa Aida y sus hijos Eleazar, Aníbal y Luis Carlos mis solidarios sentimientos en esta infausta hora. Amén.

Jorge Valero.

Ismael Noe / Ciudad VLC

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