El impacto del bloqueo yanqui


Siempre es necesario recordar el devastador impacto del bloqueo yanqui contra nuestro país en función de consolidar la claridad política que requiere nuestro pueblo para la defensa de la revolución, pero también para evitar lamentables extravíos que suelen ocurrir a causa de la desconexión de esa realidad.
El bloqueo ha concentrado su virulencia en la industria petrolera, que representa el 70% de los ingresos del Estado y el 95 % de las divisas del país. Sin estos motores del crecimiento económico convulsiona el aparato productivo.
Pero no ha sido solo el petróleo. También se han visto gravemente afectados el comercio internacional, el financiamiento externo; los activos y cuentas han sido incautadas en el exterior; los inversionistas extranjeros se han retirado; el oro no se puede comercializar…
El costo de la agresión económica asciende a 120 millardos de dólares y la devastación de una parte muy importante de nuestro aparato productivo. Es decir, hemos dejado de percibir ingresos en gigantescas cantidades y, además, se ha restringido dramáticamente la capacidad de producir riqueza.
En ese contexto, el bloqueo yanqui se convierte en la causa directa y fundamental de la elevadísima inflación, la contracción de las inversiones y del aparato productivo (más el 50% en los últimos 6 años), la acentuada caída de las reservas internacionales, de los ingresos fiscales, de exportaciones e importaciones…

bloqueo

 

La dinámica de los salarios

El salario es una variable básica para el desarrollo del país y para la prosperidad material de los trabajadores. El régimen burgués presiona a su baja, en tanto que los trabajadores en el capitalismo luchan para su defensa.
Como era de esperarse, el compromiso histórico de la revolución bolivariana con los trabajadores permitió la reivindicación del salario. Pero ese logro no fue solo consecuencia de la voluntad para distribuir el ingreso a favor de los trabajadores. Este notable hecho se basó también en las sólidas condiciones económicas y la consiguiente disponibilidad de ingresos, todo lo cual llevó la remuneración de los trabajadores venezolanos a los más altos niveles de la región.
Sin embargo, desde el 2015 se han venido deteriorando los salarios. Primero, tuvo lugar la caída de la producción como resultado de la guerra económica y la violencia política desatada por la oposición, mientras que a partir del 2016 se incorporó la caída de los ingresos petroleros.
Esta tendencia se acentuó dramáticamente en los últimos 3 años con las sanciones ilegales y brutales de los EEUU.

En ese contexto, la causa fundamental de la pérdida de poder de compra del salario es la altísima inflación, precisamente, a causa de los efectos del bloqueo y potenciados por la especulación como rasgo estructural de nuestra economía.
Es decir que, a pesar de tener un gobierno socialista con la mayor voluntad política e identificado plenamente con los intereses de los trabajadores, los salarios se han contraído dramáticamente.

 

Salarios, demagogia vs realidad

La posibilidad real de aumento salarial de los trabajadores públicos y privados está determinada por los ingresos disponibles, la producción interna, la productividad, los patrones de distribución del ingreso, el financiamiento externo… y, obviamente, de la lucha de clases de los trabajadores.
En cuanto a la necesidad del aumento salarial, hay consenso absoluto. La discusión gira en torno a la dimensión del aumento, el propósito político, la forma de su financiamiento. Acá hay un amplio espectro de propuestas y propósitos. Veamos algunas propuestas.
En la campaña presidencial del 2018, el candidato de la derecha propuso aumentar el salario mínimo a 100 dólares en el marco de un esquema de dolarización. Aseguraron que lo financiarían “con los recursos que llegarían después de la salida de Maduro”.
Por otra parte, desde Washington el Secretario de Comercio Willbur Ross, descrito en el libro de John Bolton como uno de los halcones de las políticas intervencionistas de los EEUU, prometió un plan de financiamiento de más de 65 millardos de dólares para la recuperación de la economía del país y el mejoramiento de los salarios “deprimidos por la dictadura”. 
Obviamente, esos recursos que promete la derecha en sus diversas versiones no vendrán para crear bienestar a la población, sino que serán puestos al servicio del saqueo de nuestras riquezas.
Como vemos, la “izquierda” no está sola en este festín de promesas. Desde esa posición se exigen salarios mínimos para los trabajadores del sector de, al menos, medio Petro, ajuste de las pensionados (determinado por la ley), triplicar utilidades a todos los trabajadores, financiable con mayores ingresos tributarios.
Acá no hay ni un solo cálculo de cómo se van a financiar esos aumentos en medio del criminal bloqueo, la depresión económica y la asfixia a la que está sometida la industria petrolera. Hay diagnósticos del deterioro de salarios, ingresos…, de años pasado, interesantes, pero que no resuelve el tema del cálculo para hacer factible el financiamiento. Esperamos que no haya enojo por solicitar ese “detallito”, que es precisamente el que permite a cualquier propuesta dar el salto de la ficción a la realidad.
Si alguien leyera algunas de esas propuestas y le llegase a interesar, con seguridad va a preguntar cómo se financian esos aumentos (el famoso “cómo se come eso”). La derecha no podrá responder, porque si bien disponen de recursos, no es precisamente para salarios. La “izquierda”, por su parte, no ha podido demostrar la factibilidad de esa atractiva oferta. Ojalá lo pueda hacer para unirnos a su coro de demandas.
Es preciso resaltar que, si bien los propósitos son distintos en estas propuestas (obviamos otras por razones de espacio), en todas se generan falsas expectativas.

bloqueoNinguna de estas propuestas es viable. La dolarización arruinaría y paralizaría al país. El paquete espoleador de Washington no es aceptado por el pueblo. El incremento de los ingresos tributarios es una ilusión hasta que se demuestre lo contrario (¡con números!).

Conclusión

Existe la necesidad de aumentar los golpeados salarios de los venezolanos, especialmente, de los trabajadores del sector público.
Esa es una decisión muy seria, que no puede ser improvisada. Ese aumento tiene que ser factible financieramente y sustentable económicamente.
El margen de maniobra para dicho aumento no es muy amplio dadas las durísimas consecuencias del bloqueo económico, que ha desplomado los ingresos requeridos para ello.
El que no tome en consideración en este cálculo los gravísimos impactos del bloqueo yanqui, estará entrando al campo de la chapucería. Que nadie lo vaya a tomar a título personal, es una apreciación para cualquier análisis.

El gobierno del Presidente Nicolás Maduro ha defendido los salarios, ha implementado bonos para elevar los ingresos de los más necesitados, ha mantenido las políticas sociales, todo ello bajo las mayores dificultades.Es una patraña acusar al gobierno bolivariano de contener los salarios deliberadamente, beneficiar a los empresarios, haber provocado la ruina del país, acusaciones que lanzan al gobierno en medio de una especie de fuego cruzado de “izquierda” a derecha.
Estamos conscientes de que no es suficiente lo que se ha hecho en materia social, pero es inaceptable que se ignore el dramático bloqueo de los EEUU.
En lo inmediato, sería viable un aumento parcial de los salarios mínimos en términos dinerarios, para cuyo cálculo no nos atrevemos a adelantar montos debido a carecer de la información suficiente.
Este aumento debe estar acompañado de una importante remuneración en productos de consumo masivo (CLAP potenciados) para los trabajadores del país.
El gran desafío es superar los impactos del bloqueo en función de garantizar cantidades y frecuencias suficientes en el suministro de estos productos.
La recuperación definitiva del salario de los trabajadores será el resultado de una estrategia integral, que apunte a la reanimación productiva, la estabilidad de precios, la recuperación petrolera, la productividad, la inversión privada y pública, el financiamiento interno y externo, entre muchos otros.

 

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Ciudad VLC/Jesús Faría

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