Heraldo Muñoz, decidido a ser el nuevo Cantinflas
Heraldo Muñoz, decidido a ser el nuevo Cantinflas

En unas cantinflescas declaraciones el Ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Heraldo Muñoz, afirmó durante una entrevista que «Yo creo que es inútil el calificar a un país si es dictadura o no. Lo concreto es que no es una democracia. No es una democracia como la conocemos como está establecido en la Carta Democrática de las Américas«, expresó.

Tan contradictorias expresiones fueron formuladas por el Canciller al diario “El Mercurio” de Chile, en referencia a la democracia venezolana y a su participación en el reciente proceso de dialogo entre el gobierno y la oposición en República Dominicana.

Ante las dudas del funcionario chileno, cabría la pregunta: si no somos una democracia, pero tampoco somos una dictadura -recordemos que dijo que era inútil calificar al gobierno venezolano de esa forma-, entonces, ¿Qué somos?

Lo lógico sería pensar que, no siendo una democracia, Venezuela pasaría entonces a ser la figura antagonica, es decir, una dictadura -porque algo somos, ¿no?-. Pero resulta que en palabras del canciller austral nuestro país no califica como ninguna de la dos. Ni democracia ni dictadura, ¿entonces qué?

Quizás el encargado de la diplomacia chilena quiso hacer un chiste y homenajear al famoso comediante mexicano Cantinflas, cuando en la película Ahí está el detalle (1940) argumentaba ante el juez “Ahí está el detalle, señor juez, no es lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario«.

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Sin embargo, las declaraciones del diplomático no son ningún chiste. Son parte de la conocida táctica de la derecha de no llamar a las cosas por su nombre, negándole de esta manera el mérito a quien lo tiene -no somos una dictadura, pero tampoco somos “una democracia como la conocemos”-; y eximiendo de culpas a quien si las tiene –no es terrorismo, es guarimba-.

Continúa entonces contra nuestro país el ataque mediático, hecho desde lo que se llama “La diplomacia del micrófono”: funcionarios de otros países haciendo declaraciones disparatadas, que son consumidas sin mayor reflexión por un gran número de personas.

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Ante esto, lo importante es que el público sepa aplicar un poco de lógica a la lluvia de informaciones. De esa manera se podrá distinguir de las declaraciones “serias” y de las cantinfladas y disparates. De momento, el canciller chileno tiene la nariz muy roja.

 

JV Castillo – Ciudad VLC

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