economía comunal

Hace pocos días recordamos el discurso del Comandante Supremo Hugo Chávez conocido como “Golpe de Timón”, pronunciado el 20 de octubre del año 2012, pocos días después del resonante triunfo en las elecciones del 7 de octubre de ese año.

Ese discurso –pronunciado en una sesión del Consejo de Ministros- está lleno de reflexiones y orientaciones políticas estratégicas y tácticas, pero en nuestra opinión hay una fundamental por su trascendencia histórica, expresada en la sentencia “comuna o nada” y en el llamado que hacía en aquel momento el jefe de la revolución al camarada Nicolás Maduro –nuestro jefe actual de la revolución- para que asumiera las comunas y su construcción como si fuera su propia vida.

Acabamos de concluir el Congreso de las Comunas, con una importante cantidad de acuerdos y tareas planteadas, entre ellas la necesaria concreción de la meta trazada por el Comandante Chávez de 3 mil comunas para el año 2019 y la mayor activación y protagonismo de ellas como entidades –organizaciones- para el ejercicio directo del Poder por parte del pueblo, lo cual implica su expresión como órganos de dirección política, económica, social y cultural en sus ámbitos territoriales.

 

Privilegiar la economía comunal 

En nuestra opinión, tenemos el deber de privilegiar el espacio de la economía comunal para construir el socialismo. La economía comunal no tiene que ser pequeña, secundaria o marginal; las comunas están en el deber de desarrollar grandes y medianas unidades industriales, agrícolas o agroindustriales, entre otras, con el apoyo resuelto del Estado para “encontrarse” con las unidades productivas estatales y las que dirigen directamente los trabajadores.

Este es el espacio de encuentro de la clase obrera que ya está consolidada como tal en conciencia y organización, con la que surge de las comunas y desarrolla sus primeras experiencias productivas, pues el comunero, en tanto trabajador, es también obrero. Una sola y diversa clase obrera para edificar el Socialismo Bolivariano. Seguimos venciendo.

 

 

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Eduardo Piñate

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